La Calle de La Amargura,y las 17 estaciones o caidas

Su nombre evoca el camino que Cristo recorrió hacia el Gólgota. En el país su mayor protagonismo es durante las actividades religiosas de la Semana Mayor.

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En el Santo Entierro, él y los miembros de la asociación usan una túnica negra y el respectivo cucurucho.

Por Angélica Santos comunidades@eldiariodehoy.com

2014-04-15 7:00:00

La vía de la cruz como también se le llama a la calle de La Amargura o del dolor, existe en la mayoría de países con tendencia española católica y en San Salvador esta se ubica en la 6ta. Calle Oriente- Poniente.

El historiador Ismael Sermeño, dice que formó parte de las primeras 8 vías de la floreciente ciudad de San Salvador, considerándola a mediados del siglo XVI, como una de las calles más emblemáticas por su lujosa arquitectura.

Sin embargo su mayor connotación fue y es de carácter religioso, ya que las 10 cuadras que distan desde lo que fuera la iglesia San Esteban hasta el templo El Calvario, se transforma en el escenario de las diferentes actividades litúrgicas para la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Además de hacer referencia al camino que Jesucristo recorrió hacia el Monte de la Calavera con la cruz a cuestas para ser crucificado, es considerada la calle de la Amargura más larga (conformada por mil metros lineales), superando a la famosa calle de la amargura de Los Pasos de la Antigua Guatemala.

Según datos recabados por Sermeño, en la época de la colonia, la nomenclatura de las ciudades fundadas por los españoles carecía de avenidas y todas eran llamadas calles, a excepto de algunas que por su importancia les nombradas calzadas.

Por lo general, se identificaban por el nombre de algún edificio relevante o santo, incluso de adoptaba un hecho histórico. Por ejemplo, la calle de la Parroquia, la del Monte de Añil, del Cabildo, de San Francisco, de La Merced, entre otras.

Es así como calles La amargura existen en muchas partes del mundo católico, al igual que templos “El Calvario”, donde tienen lugar los ritos religiosos de la época cuaresmal.

Procesiones y comercio

La calle de la Amargura en el siglo XIX era una de las más elegantes y desempeñó un papel trascendental en el desarrollo urbanísticos y cultural.

Este último lo caracterizó el fervor religioso con que se celebraba la Semana Santa. Las grandes familias de la clase media alta se encargaban de decorar cada una de las estaciones y recibir a las procesiones de la Semana Mayor.

De 1950 a 1960, los desfiles litúrgicos eran la principal atracción de San Salvador y los fieles católicos asistían de todas partes del país .

Hoy día su elegancia es opacada por los vendedores informales y la desolación de algunos edificios del siglo pasado, lo cual ha hecho menguar la participación de la población por ser intransitable.

El Vicario del templo El Calvario, Narciso Bordignon afirma que La Calle de la Amargura se ha desnaturalizado, pero no así su esencia y uno de los indicadores más evidentes son las 14 estaciones del Víacrucis que fueron colocadas a lo largo de las 10 cuadras. La primera de ésta se encuentra frente al predio de la Iglesia San Esteban y la última esquina opuesta al templo El Calvario, las cuales son adornadas por la Hermandad del Vía crucis y otras por personas que cercanas al Barrio San Esteban.

Doña Cristina de Barón y Julia de Molina, residen en los alrededores de este corredor litúrgico y desde hace más de 10 años decoran la primera estación donde Jesús es sentenciado a muerte.

Sin embargo, muchas de estas yacen inmersas entre los canastos, ventas ambulantes y puestos de lámina, plástico y cartón, mientras que otras han sido dañadas por los peatones.

Pese a ello, Ismael Semeño, sostiene que la Calle de la Amargura es, religiosamente hablando, un patrimonio intangible, que consiste en costumbres y tradiciones que el pueblo mantiene viva, adquiere una trascendencia histórica, única para una sola calle.na opuesta al templo El Calvario, las cuales son adornadas por la Hermandad del Vía crucis y otras por personas que cercanas al Barrio San Esteban.

Doña Cristina de Barón y Julia de Molina, residen en los alrededores de este corredor litúrgico y desde hace más de 10 años decoran la primera estación donde Jesús es sentenciado a muerte.

Sin embargo, muchas de estas yacen inmersas entre los canastos, ventas ambulantes y puestos de lámina, plástico y cartón, mientras que otras han sido dañadas por los peatones.

Pese a ello, Ismael Semeño, sostiene que la Calle de la Amargura es, religiosamente hablando, un patrimonio intangible, que consiste en costumbres y tradiciones que el pueblo mantiene viva, adquiere una trascendencia histórica, única para una sola calle.na opuesta al templo El Calvario, las cuales son adornadas por la Hermandad del Vía crucis y otras por personas que cercanas al Barrio San Esteban.

Doña Cristina de Barón y Julia de Molina, residen en los alrededores de este corredor litúrgico y desde hace más de 10 años decoran la primera estación donde Jesús es sentenciado a muerte.

Sin embargo, muchas de estas yacen inmersas entre los canastos, ventas ambulantes y puestos de lámina, plástico y cartón, mientras que otras han sido dañadas por los peatones.

Pese a ello, Ismael Semeño, sostiene que la Calle de la Amargura es, religiosamente hablando, un patrimonio intangible, que consiste en costumbres y tradiciones que el pueblo mantiene viva, adquiere una trascendencia histórica, única para una sola calle.na opuesta al templo El Calvario, las cuales son adornadas por la Hermandad del Vía crucis y otras por personas que cercanas al Barrio San Esteban.

Doña Cristina de Barón y Julia de Molina, residen en los alrededores de este corredor litúrgico y desde hace más de 10 años decoran la primera estación donde Jesús es sentenciado a muerte.

Sin embargo, muchas de estas yacen inmersas entre los canastos, ventas ambulantes y puestos de lámina, plástico y cartón, mientras que otras han sido dañadas por los peatones.

Pese a ello, Ismael Semeño, sostiene que la Calle de la Amargura es, religiosamente hablando, un patrimonio intangible, que consiste en costumbres y tradiciones que el pueblo mantiene viva, adquiere una trascendencia histórica, única para una sola calle.