Cuota obligada en cines

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2014-04-12 8:00:00

Un punto de la proyectada ley de cultura, que según diputados puede complicar el debate, se refiere a la obligatoriedad de proyectar una cuota de producción nacional en las salas de cine privadas.

Lo dice el artículo 206: “El Ministerio de Cultura, a través del Instituto Salvadoreño de Cine (Iscine), establecerá la cuota de pantalla del cine nacional que deberán cumplir las salas y complejos de exhibición cinematográfica y la televisión pública”. Plantea que “la cuota cinematográfica se establecerá en función del volumen de la producción nacional” y que “cuando esa producción nacional no alcance para cubrir las cuotas de pantalla previstas en este artículo, éstas serán cubiertas por las producciones latinoamericanas de arte, historia o ciencia”.

Para cumplir eso, el Iscine gestionaría “que los filmes nacionales de producción independiente tengan un número de exhibiciones acorde con la importancia que tienen para la configuración de la pertenencia e identidad”.

El abogado Francisco Bertrand Galindo dice que esta propuesta está inspirada en leyes como la mexicana, sin considerar que trata de una realidad y recursos diferentes. “Tiene cuota de cine salvadoreño o música salvadoreña, obligatoria para los medios privados, cine que no existe y que se sustituiría por películas decididas por la ‘autoridad'”, cuestiona.

Carmen Figueroa dice que ya tienen el desacuerdo de distribuidores de películas y cadenas de cines sobre ese punto. “No hay una cantidad de producción de cine local como para que se llene esta cuota… no puede imponer usted si no hay una demanda de ese tipo de películas”, dice, por lo que habla de buscar consensos.

Reynaldo López Cardoza no aprueba esa imposición y plantea la palabra “acuerdo” con las salas privadas. “Si usted hace una película y la lleva al cine para que se la programen no puede imponerla por medio de una ley”, señala.

Adán Cortez cree que hay que tomar en cuenta lo que dicen los dueños de cines de que la modernización y el tipo de películas “es parte de la atracción” y no creen que se pueda competir con la producción fílmica extranjera. Esto, añade, se suma a que los dueños dicen que podría traerles más pérdidas de las ya registradas.

Según el anteproyecto, lo que se busca con estas medidas es impulsar la producción cinematográfica nacional a través del Iscine. Esta entidad también trabajaría por fomentar las pequeñas y medianas empresas o asociaciones de producción cinematográfica del país “especialmente las de cine experimental, de autor, las científicas, históricas y educativas, contribuyendo y gestionando estímulos para las mismas tales como: incentivos directos, créditos, premios por taquilla o por participación en festivales según su importancia, y otros”.

Incluso plantea crear una Cineteca Nacional como un archivo fílmico autónomo para difundir la producción nacional.

Otro tema que López Cardoza y Bertrand Galindo coinciden en que se debe tomar en cuenta, es la disponibilidad de fondos para crear toda esta institucionalidad o para dar pensiones a los ancianos creadores indígenas.

Bertrand Galindo ve positivo dar pensiones a artistas que aporten al país pero hay que “evaluar tantas cosas como la calidad de ciudadano que es artista y la disponibilidad de recursos para ello”.