Familia huye por amenazas de pandillas en Izalco

La desaparición de un joven derivó en el asesinato de su padre. Ayer la misma familia abandonó su casa

descripción de la imagen
Ayer al mediodía, la familia Castro Torres comenzó a abandonar su casa en el cantón Hacienda San Luis. Mataron a uno de sus miembros y otro está desaparecido. foto edh /

Por Jorge Beltrán Luna sucesos@eldiariodehoy.com

2014-04-21 9:00:00

Mientras varios adultos se encargan de sacar camas, cajones y de vaciar los graneros llenos de maíz y frijol, un puñado de niños corrían tras pollos y gallinas para atraparlos y meterlos a un costal. Los niños correteaban alegres mientras los adultos con caras compungidas empacaban cosas en tanates.

Un par de cerdos amarrados en el patio de la casa están amodorrados por el calor del mediodía, varios perros flacos deambulan por el patio o se revuelcan en el polvo, mientras desde lejos, media docena de policías cuidan a aquellos campesinos absortos en empacar sus pobrezas.

¿Por qué la familia Castro Torres abandonó ayer su casa en la hacienda San Luis (en Izalco, Sonsonate) después de vivir 26 años en ese lugar?

Lo que Mercedes y sus hijos están viviendo comenzó el Jueves Santo al final de la tarde, cuando Gerardo Antonio, su único hijo varón, de 22 años, contestó la última llamada en la que se oía jadear y pujar y les dijo unas cuantas palabras que hicieron sospechar a Mercedes y a Ricardo, sus padres, y a la mujer del joven, que algo malo le estaban haciendo.

Acudieron al puesto de la Policía Rural del cantón Las Higueras para que les ayudaran a buscarlo, pero ahí les dijeron que no podían porque iban a trasladar a una joven enferma.

Gerardo no volvió esa noche y ya no contestó su teléfono. Al día siguiente, Viernes Santo, Mercedes y Ricardo, ayudados por otros parientes y vecinos, emprendieron la búsqueda por cantones vecinos. Esta vez, varios policías los acompañaban.

Adelante iba Ricardo, sin armas, más atrás, Mercedes con varios vecinos y parientes, por último, iban varios policías.

Al llegar al caserío Cangrejera, donde hay mucha presencia de la mara Salvatrucha (MS), una lluvia de balas hizo que la mayoría se lanzara al suelo. Fue en ese mismo instante que vieron a varios hombres que se alejaban con Gerardo a quien llevaban amarrado.

Vecinos que se habían unido a la búsqueda aseguran que comenzaron a gritarle a los policías: corran, corran que allá lo llevan.

Pero los policías se habían quedado muy retrasados y los delincuentes no dejaban de disparar hacia el grupo de personas.

Fue entonces que Ricardo, un campesino de 45 años, decidió correr tras quienes llevaban a su hijo, su único hijo que le ayudaba en las tareas agrícolas y que gracias a ello no carecían de maíz y frijoles.

Los delincuentes, presuntos miembros de la MS, según fuentes policiales, al ver que Ricardo los perseguía para rescatar a su hijo, le dispararon varias veces. Un balazo en la cabeza acabó con la vida de Ricardo. Allí terminó la búsqueda de Gerardo y un dolor se sumó a la familia Castro Torres.

El domingo en la tarde sepultaron a Ricardo Antonio Castro Rodríguez; ese mismo día, su familia fue amenazada para que abandonaran la casa. Tenían hasta ayer para marcharse. Mercedes no tuvo opción. No quiere más luto en su familia, afirmó.

El lunes, ante la mirada de varios policías y con la ayuda de varios parientes y vecinos, la mujer cargó sus bienes: varias camas de madera, varios sacos de maíz y frijol, un puñado de patos, gallinas y varios cerdos. También, varias casas de paredes y techo de lámina y piso polvoriento como el patio, quedaron vacías, con las puertas abiertas.

No pide justicia, solo que le devuelvan a su hijo

Mercedes tiene miedo pero es más el dolor que siente por su hijo desaparecido.

Sin embargo, ella afirma que su corazón le dicta que su hijo está vivo y por ello no pierde las esperanzas de encontrarlo aún con vida.

Mercedes dice que no pide castigo para los que mataron a su esposo ¿Para qué? Si eso no lo va a resucitar. Lo que quiere es que le devuelvan a su hijo, porque muerto su esposo, él es su único apoyo.

Ella dice que no puede culpar a nadie de la muerte de su esposo porque no quiere más problemas. Solo quiere que le entreguen vivo a Gerardo de quien habitantes de la hacienda San Luis no hablan mal, sino que lo describen como un muchacho trabajador.

¿Por qué privaron de libertad a Gerardo?

Mercedes dice que no lo sabe. Le sorprende lo que le ha pasado, pues su hijo era un joven trabajador que a pesar de que ya había formado su propio hogar, siempre le decía para dónde salía y a qué horas regresaría.

El día que desapareció venía de visitar a uno de sus abuelos, algo que hacía habitualmente. Mercedes dice que no sabe más.

Agentes policiales de Izalco también aseguran Gerardo Antonio no es un joven problemático y que es posible que lo hayan privado de libertad por el hecho de visitar a unos parientes que viven en territorio dominado por la pandilla 18 y vivir en un lugar con alta presencia de la MS.

Sin embargo, las fuentes enfatizan que eso solo es una especulación, nada en concreto.

¿Cómo es el caserío de Hacienda San Luis?

Localizado al pie del volcán de Izalco, el sol de mediodía golpea fuerte en la piel. Sin embargo, golpea más la pobreza que aparece por todos lados en aquel lugar.

La mayoría de casas está construida con lámina, paredes y techos y desperdicios de madera. Cuatro paredes de unos cuatro o seis metros cuadrados. Esas son las casas que abunda en la hacienda San Luis. Son raras las casas de construcción mixta.

Agentes policiales destacados en la subdelegación de Izalco, que pidieron reserva de sus nombres, afirman que en ese lugar la presencia de la MS es alta.

Sin embargo, los agentes aseguran que la mayoría de miembros de esa agrupación criminal son niños o adolescentes que no superan los 15 años pero que son los que tienen atemorizados a los pobladores.

“Nosotros sabemos quiénes son. Yo le puedo mencionar por ejemplo al Brayan o al Tuco que son dos cipotes como de 14 años, pero nosotros no podemos hacer nada porque nadie los denuncia”, afirmó un policía.

“A nosotros nos duele ver que la gente se va por miedo; pero tampoco podemos hacer nada por evitarlo porque realmente no podemos garantizarles que no les va a pasar nada”, dijo otro agente.