Muchos culpables por la muerte de Fernando

El niño y su madre sufrieron media hora durante la cual ella gritó pidiendo auxilio. Nadie acudió a socorrerla. Esos gritos se oían sábado a sábado

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El sepelio de Fernando Ramos, de tres años, fue muy concurrido. Decenas de vecinos de Panchimalco lo acompañaron hasta el cementerio de esa localidad. Foto EDH / Lissette Monterrosa.

Por Jorge Beltrán Luna sucesos@eldiariodehoy.com

2014-03-24 7:00:00

Una multitud de vecinos de Panchimalco sepultó ayer en la tarde los restos de Fernando Ramos, un infante de casi cuatro años que murió apuñalado por su padrastro, Walter Alexander Minero Martínez, de 18 años, según ha declarado Cecilia Ramos, madre de Fernando y compañera de vida del presunto infanticida.

En Panchimalco, el asesinato de niños no es cosa rara. Entre 2010 y 2012, seis niños de entre los 10 meses y los seis años fueron asesinados por miembros de pandillas que operan en todo el municipio.

Sin embargo, el caso de Fernando no es similar a los siete infantes asesinados a balazos entre 2010 y 2012, algunos de estos por balas perdidas o por otras disparadas a sus padres quienes los cargaban en brazos al momento del ataque.

En el caso de Fernando tal vez haya más que un culpable… Por omisión.

Testigos del caso refieren que casi a la medianoche del sábado anterior, los gritos de Cecilia se escuchaban varios metros a la redonda. La mujer pedía auxilio.

Pero la escena del sábado a la medianoche no tenía nada de extraordinario a las que los vecinos ya habían escuchado y visto en otros sábados.

Sábados de borrachera, golpizas y gritos

“Quizás lo quería y por eso no lo denunciaba”, murmuró una mujer de rostro arrugado.

Vecinos de Cecilia aseguran que ya era habitual que el hombre se emborrachara perdidamente todos los sábados.

Los vecinos también se habían acostumbrado a que cuando el hombre regresaba a casa, era seguro escuchar gritos, llantos e insultos en la pequeña casa donde ella convivía con su agresor y sus dos hijos: Fernando y uno un par de años mayor que el niño asesinado. Pero el otro infante se había ido a dormir a la casa de su abuela, siempre en Panchimalco, según vecinos. “Dios guarde, sino a saber qué hubiera sido de él”, dijo una vecina de Cecilia.

Fue por esa habitualidad o costumbre que los gritos de Cecilia pidiendo auxilio mientras su marido la agredía a golpes y con un cuchillo, no lograron llamar la atención de sus vecinos más cercanos.

Algunos creyeron que se trataba de una trifulca más, a la que ya estaban habituados escuchar muy a su pesar.

Por eso no acudieron. Y el resultado fue que esta vez no fueron solo golpes hacia Cecilia sino también cuchilladas contra Fernando quien dormía profundamente, ajeno a los problemas de su madre y su padrastro.

Ayer, algunos vecinos de Cecilia se lamentaban por no haber acudido a auxiliarla. “¿Pero quién iba a pensar que cometería semejante barbaridad contra el niñito?”, se preguntaban algunos y algunas a manera de autodisculpa.

Otros vecinos también resienten la tardanza de la Policía en reaccionar.

Cuando lograron avisarles, en la subdelegación les dijeron que no había personal para atender la emergencia. Sin embargo, al poco rato llegaron a la escena.

Fernando aún estaba vivo. Los policías lo trasladaron a la clínica de Fosalud pero murió. Las heridas eran múltiples y todas muy profundas.

Ayer, Cecilia fue a enterrar a su hijo. Apenas podía mantenerse de pie ayudada por otras dos mujeres.

No tuvo fuerzas para llegar hasta donde sería sepultado su pequeño Fernando. Se mantuvo casi a la entrada del cementerio municipal de Panchimalco y se retiró hasta que uno a uno, las decenas de asistentes al funeral fueron desalojando el camposanto.

Ayer, mientras Fernando era sepultado, algunas mujeres se ponían de acuerdo para realizar en los próximos días una marcha contra la violencia intrafamiliar.

Mientras tanto, Minero Martínez, el sospechoso de asesinar a Fernando, dijo ayer ante medios de comunicación que no recordaba nada de lo que lo acusaban y que pedía disculpas por lo que había hecho.

Fernando Ramos se sumó ayer a varios niños que han sido víctimas de la violencia en ese municipio: José Joel García, de 10 meses de nacido; Cruz Alexander Orellana, de 19 meses; Erick Alexis Ortiz, de dos años y nueve meses; y Adilson Guzmán Ortiz, de seis años, entre otros. Solo que estos fueron asesinados por extraños, en una guerra en la que ellos nada tenían que ver. Fueron víctimas de las pandillas.