Salvadoreños recuerdan obra de Monseñor ??lvaro del Portillo

Conmemoran su vida a 20 años de su partida

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Asistentes a la misa en memoria de don ??lvaro del Portillo reflexionaron sobre su legado. Fotos EDH / Jaime anaya

Por Jaime López comunidades@eldiariodehoy.com

2014-03-23 10:00:00

ANTIGUO CUSCATLÁN. A 20 años de su partida, la comunidad cristiana salvadoreña conmemoró el sábado a Monseñor Álvaro del Portillo, sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer en la Prelatura del Opus Dei.

El sábado por la mañana, centenares de niños, jóvenes y adultos se congregaron en la parroquia de Santa Elena, en Antiguo Cuscatlán, para recordar y reflexionar sobre el legado de don Álvaro a escala internacional y en especial en El Salvador.

Don Álvaro nació en Madrid, España, el 11 de marzo de 1914. Ingeniero de profesión, abrazó el Opus Dei en 1935. Murió en Roma, Italia, en 1994, después de una gira por Tierra Santa.

El Opus Dei es prelatura o diócesis especial que promueve que los cristianos sean santos a través de su vida ordinaria, en el trabajo, la familia, etc.

Salvadoreños que le conocieron recuerdan a don Álvaro como una persona que irradió paz y tranquilidad a su alrededor, pero también como promotor de obras sociales para los más necesitados.

El vicario del Opus Dei en El Salvador, Carlos Torrijo, enumeró algunas obras que al amparo de don Álvaro del Portillo se crearon en el país para beneficio de la gente de escasos recursos.

El Centro Educativo Montemira, en Los Planes de Renderos, fue una iniciativa ejecutada con su apoyo para que cientos de jóvenes, año con año, sean formados en bachillerato de Hostelería y Turismo, como una herramienta de progreso social.

Bajo su inspiración también surgieron dos centros de capacitación para mujeres, situados en Soyapango y en San Salvador. Asimismo, desde Roma y sus representantes en el país alentaron a varios padres de familia a crear colegios para brindar la mejor herencia de los pueblos: la educación.

“A los padres, don Álvaro les dijo: ‘Si ustedes se ocupan de sus hijos, Dios se ocupará de ustedes’, lo que hizo que surgieran los colegios Lamatepec (carretera al Puerto de La Libertad), La Floresta (bulevar Los Héroes) y los kínderes en Campo Verde (Santa Tecleña) y Horizontes (Colonia Escalón)”, afirmó el vicario del Opus Dei.

“Estar a su lado era como estar cerca de la presencia de Dios, por esa transmisión de paz que inspiraba”, afirmó el religioso.

Con una sonrisa y una mirada atenta, atendía a toda persona que acudía a él, en busca de su apoyo, subrayó.

Los asistentes aseguraron que don Álvaro siempre se preocupó por El Salvador, en sus oraciones siempre ponía adelante a este pequeño país. Como detalle, recuerdan que a los salvadoreños expresaba su admiración por el país y afirmaba que lo llevaba en sus oraciones.

“En la santa misa, después de decir ‘Este es el sacramento de nuestra fe y con Jesús Sacramentado’, invocaba a El Salvador”, afirmó el sacerdote Ernesto Aguilar.

A pesar de sus significativas obras, don Álvaro no conoció El Salvador, sólo alcanzó a llegar a Guatemala. “Siempre lo hemos tenido muy presente en sus oraciones y algunos connacionales lo vieron en Guatemala y México”, dijo.

Don Roberto Simán, uno de los asistentes a la misa, afirmó que don Álvaro es recordado como el prelado del Opus Dei, sucesor del fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer.

“Podemos decir de él, que fue un santo de su vida porque fue una persona muy fiel a su vocación de sacerdote y luego de obispo”.

A juicio de Simán, don Álvaro se destacó en “ser un santo en una vida ordinaria”.