“Los voy a visitar, renten un carro y cuando llegue hacemos cuentas”

Otra familia capitalina alquiló un vehículo y contrató un servicio de banquete para recibir a un hombre que se hizo pasar como su pariente y luego les pidió $ 2,500.

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Los clientes podrán acercarse a las sucursales habilitadas y preguntar por los chequeos preventivos. Fotos edh / Omar carbonero

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2014-03-14 8:00:00

La familia Castro también relata con alivio la forma en que se libraron de una estafa hecha desde México. A finales del año pasado, el jefe de la familia recibió una llamada de un hombre que dijo ser su sobrino Arnoldo, quien desde hace varios años emigró a Estados Unidos, se casó y tuvo cuatro hijos.

El “sobrino” le preguntó cómo estaban sus primos y después le dijo que llegaría al país dos días después y le pidió que alquilaran un carro grande para que todos fueran a traerlo.

Sus familiares lo esperaban entusiasmados y tenían todo preparado para recibirlo: el vehículo, el banquete y las ganas de verlo.

Pocas horas antes de salir hacia el aeropuerto, el sobrino llamó a su tío y le contó una historia similar a la de los otros casos: que lo habían retenido en México porque no había pagado $2,500 de impuestos por varias maletas en las que les traía regalos para toda la parentela y necesitaba que le hicieran urgentemente un envío de dinero a través del Banco Azteca.

Los Castro se mortificaron al escuchar que su pariente estaba en problemas y ellos no contaban con esa cantidad de dinero para poder auxiliarlo.

Al tío de Arnoldo se le ocurrió llamarle a su hermana, que también habita en Estados Unidos, para contarle lo que le había pasado a su hijo.

El hombre tenía la esperanza de que ella tuviera más facilidades para reunir el dinero y mandárselo a su pariente.

Su hermana se sorprendió con la historia, pues no tenía idea de que su hijo estuviera rumbo a El Salvador. Ella le pidió a su hermano unos minutos para llamar a la casa de su hijo, quien vive en otro estado del país norteamericano. Su nuera atendió el teléfono y le dijo que en ese momento su esposo estaba en casa arreglando el jardín.

Aunque los Castro respiran con alivio por no haber caído en el engaño, lamentan haber gastado dinero innecesariamente en el alquiler del vehículo y en un servicio de banquete para recibir al falso pariente.