Náufrago ya está en tierras cuscatlecas

"Gracias por todo" fueron las tres únicas palabras que esbozó José Salvador, acostado en una camilla, al llegar al nosocomio

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Gracias por todo, fueron las únicas palabras que dijo José Salvador Alvarenga a su llegada a El Salvador. Foto EDH/ Archivo

Por Evelyn Linares Raúl Benítez ??scar Iraheta sucesos@eldiariodehoy.com

2014-02-11 8:00:00

Tras una breve conferencia de prensa en el Aeropuerto Internacional de El Salvador, José Salvador Alvarenga apareció finalmente, alrededor de las 9:00 de la noche, en una silla de ruedas.

Las autoridades le entregaron un micrófono para que se dirigiera a las cámaras, pero no emitió una sola palabra, parecía desorientado, conmocionado, exhausto. Se limitó a cubrirse el rostro con una de las manos.

De inmediato fue trasladado en una ambulancia equipada para casos de emergencia hacia el hospital San Rafael, en Santa Tecla.

El director del nosocomio, Luis Ángel Ramírez Henríquez, explicó que lo atendería “un equipo de médicos especialistas: un radiólogo, un internista, un nutricionista y un psiquiatra, porque no solo nos interesa su bienestar físico, sino también su salud mental”.

La viceministra de Salud Pública, Violeta Menjívar, indicó que dependerá del resultado de los exámenes médicos que le practiquen a José Salvador la cantidad de días que permanecerá hospitalizado en el centro médico tecleño, antes de ser trasladado a su hogar en Garita Palmera.

Una aglomeración de periodistas nacionales e internacionales captó el momento en que José Salvador fue bajado en una camilla de la ambulancia. “Gracias por todo”, expresó.

La familia permaneció desde horas de la tarde en el hospital pero manifestó, a través de las autoridades médicas, que prefería evitar exposición ante los medios de comunicación.

La repatriación del náufrago fue posible con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que acompañó el proceso de repatriación desde que fue contactada por la embajada de El Salvador en Japón.

Delbert Field, jefe de la misión de la OIM que ha venido al país, indicó que ellos costearon el boleto aéreo. Para Field, este caso “no es único, aunque sí peculiar; pero hay casos mucho más difíciles que han tenido que vivir muchos otros migrantes”.

Una mañana poco común en Garita Palmera

El recibimiento que fue preparado para José Salvador en Garita Palmera fue sencillo: pocos globos, algunos listones y palmeras de coco adornaban la entrada de la casa de sus familiares.

Para los vecinos, la llegada del náufrago salvadoreño no era nada asombroso. Más bien poco común, lo que admiraban era la cantidad de periodistas nacionales e internacionales que se encontraban frente a la vivienda de la familia Alvarenga Orellana.

Algunos habían instalado equipos de tecnología satelital y alquilado casas para transmitir al mundo la noticia de la ansiada llegada.

En el hogar de los Alvarenga Orellana, la faena diaria comenzó cerca de las 6:30 de la mañana con doña Julia (madre) lavando maíz; lo preparó y luego se dedicó a hacer pupusas para la familia y otras que vendió a $0.25. Don José Ricardo (padre) alistó el molino e hizo algunos oficios domésticos. La hija del náufrago, Fátima, atendió la pequeña tienda familiar.

Los Alvarenga Orellana se mantuvieron distantes con la prensa y se negaron a hablar con los periodistas que buscaban declaraciones. Sin embargo, el trato no fue distante hacia todos los periodistas, los de una cadena de televisión internacional entraron con mucha confianza, llevando un pastel que entregaron a doña Julia en una de las habitaciones de la casa.

La mañana transcurrió con normalidad. A las 9:30 de la mañana, don Julio salió con su bicicleta con un aspecto sospechoso. Minutos después lo hizo Fátima y, en seguida, salió doña Julia a bordo de un vehículo con vidrios polarizados. Luego se supo que fueron trasladados hacia el hospital en Santa Tecla.

Durante el resto del día, la vida en la casa de los Alvarenga siguió con normalidad.