“Pasé flotando 36 horas en el mar y Dios me tiene vivo”

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Don Roberto Hernández muestra los reportajes que le hicieron cuan do naufragó en 1976. Foto EDH / Douglas Urquilla

Por ??scar Iraheta Twitter: @oscar_iraheta

2014-02-10 8:00:00

Roberto Hernández, de 73 años, es un longevo pescador del Puerto de La Libertad que estuvo cuatro días naufragando en el mar cuando recién había cumplido sus 36 años de edad, en 1976.

Para muchos es poco tiempo a comparación del que estuvo José Alvarenga en alta mar; el salvadoreño permaneció 13 meses desde México hasta las Islas Marshall. Sin embargo, para Hernández fue suficiente como para vivir una angustia que llamó “un infierno”.

Don Roberto relató que en esa fecha partió del Puerto de La Libertad junto con dos amigos. Uno era Enrique Carillo y el otro Santos Sorto Aguilar, de 63 y 17 años respectivamente en aquel entonces.

Recuerda que eran las 8:00 de la mañana y estaba arreciando una gran tormenta; aún así, decidieron pescar en una lacha de madera.

Se quedaron pescando a un kilómetro de distancia de tierra firme. Habían agarrado un pargo y un bagre, cuando la lluvia aumentó junto con el viento. A su alrededor habían otros barcos pesqueros, sin embargo, llegó un momento en el que no veían ya nada. Solo agua y más agua.

“Todos los barcos se salieron, pero nosotros no pudimos. Una ola nos dio vuelta a la lancha y la corriente nos llevó varios kilómetros adentro. Les dije a mis amigos que no nos desesperáramos y que permaneciéramos unidos”, relató el pescador.

Don Roberto recordó que a la 1:00 de la madrugada seguían aferrados de la lancha. Hablaban y trataban de mantenerse agarrados a la embarcación, pero el más joven no aguantó y se soltó.

“Me dijo que le ayudara, pero no podía hacer nada. Recuerdo que tenía a su esposa embarazada. Ahí murió, porque nunca lo volví a ver”, dijo.

El lanchero indicó que a las 10:00 de la mañana del segundo día de naufragio había parado la lluvia y salió un poco el sol. Al ver el rostro de su otro compañero, notó que sus ojos parecían que le explotaban de sangre. El agua del mar había dañado su vista y estaba muy angustiado.

“Ya en la madrugada del día tres comenzó a alucinar y decía cosas incoherentes. La lluvia había regresado y eso era más angustioso. De repente me dio su ropa y me dijo que se iba a morir y me pidió que no lo dejara en el mar. Cuando lo intenté abrazar suspiró y murió en mis brazos”, recordó don Roberto.

El pescador relató que con el pantalón amarró el cadáver de su cuerpo y así logró andarlo en toda la travesía.

“Así viví durante los tres primeros días. Mi cuerpo ya no aguantaba. Tenía hambre y mi cuerpo estaba cansado. Parece que me dormí en el agua y cuando desperté estaba frente a Chiquimula, en Guatemala. El mismo mar me sacó y la gente me ayudó”.