Del esplendor a la decadencia

En el Centro Histórico de la capital hay más de una docena de edificios que fueron salas de cine y que hoy están abandonados. Solo cuatro de las viejas salas sobreviven, tres ofertan películas pornográficas con permanencia voluntaria.

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Del esplendor a la decadencia

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2014-01-04 8:00:00

El hedor a alcohol, orines y sudor golpea el olfato mientras se intenta recorrer el que fuese uno de los teatros más importantes de la capital: El Variedades, después Cine Libertad.

Mientras caminamos alrededor de sus sucias paredes cubiertas de lámina, es imposible imaginar que allí dentro se presentó Pedro Infante y que de las más de cuatro mil butacas que poseía ya no queda nada, o casi nada.

El cine Libertad fue un ícono para la capital, como era teatro, fue el escenario de grandes artistas, sobre todo latinoamericanos, pero también exhibió los principales estrenos cinematográficos de la época.

Durante años estuvo a cargo del Circuito de Teatros Nacionales, luego pasó al Ministerio de Gobernación y, en agosto de 1996, fue dado en pago por Gobernación a Hacienda por un monto de $13,990,800.39, según registros de la administración actual.

Hoy el cine Libertad no solo está cerrado sino, además, cercado por un mercado negro donde transan todo tipo de mercadería, principalmente robada. Otro cine que perteneció al Estado fue el Apolo; también contaba con unas mil butacas y fue vendido a un empresario privado a un costo de $1,300,000.00; sucedió durante la administración del expresidente Saca.

Gobernación actual posee un informe donde se muestra una lista de al menos seis cines que fueron vendidos, entre ellos el Teatro Follies, el Cine Teatro América, el Cine Teatro Iberia, la Casa Teatro de Santiago de María y otros. Todos f en 1997.

En el informe también se detalla los que aún permanecen bajo la administración de Gobernación, otros que han sido dados en comodato a alcaldías o transferidos a Educación.

Sin embargo, varios de los actuales edificios que brillaron como grandes salas entre los 70 y los 80, fueron privados y se desconoce el por qué sus propietarios los han abandonado.

El ingeniero Francisco Urdampilleta, cuya cadena, Multicinema, fundada por su padre, llegó a poseer 31 salas, dijo que mantener esos enormes edificios llegó a ser crítico para la mayoría de empresarios. Ellos ahora solo tienen dos en el centro, seis en Plaza Mundo y cinco cines Reforma.

Factores que provocaron la crisis

El ingeniero Urdampilleta asegura que hubo varias causas que influyeron para que una industria, que llegó a ser tan próspera, fuese decayendo.

Lo primero que afectó fue la inseguridad provocada por la guerra; ya a mediados de los 80, ir al cine en familia, podía significar un peligro.

Don Santos Calderón, administrador actual del cine Majestic, también reconoce que las continuas balaceras, los cierres de calles, los paros de buses, los atentados con bombas en algunas salas como el Ástor en Mejicanos, que lo dejó inservible, hicieron que la gente comenzara a dejar de visitarlos.

Otro factor que afectó fue la tecnología, pues en los 80, con la llegada del VHS, se hizo fácil ver cine en casa, luego con el DVD se podía ver películas de manera portátil.

También afectó la piratería que sigue reinando en las calles capitalinas. Hoy día por $0.50, la quinta parte de lo que cuesta una entrada al cine, se compra una película de estreno.

A nivel centroamericano, El Salvador ocupa el primer lugar en cuanto a piratería de programas informáticos y cada año la Policía realiza millonarios decomisos de películas pirata solo en el Centro Histórico. Según datos de los mismos vendedores, cerca de 20 mil personas tienen sus puestos de ventas de CD en todo el país.

Un estudio publicado en el 2007 por Business Software Alliance (BSA) señalaba que El Salvador ocupaba el primer lugar en piratería en Centroamérica, seguido de Guatemala; el segundo lugar en América Latina, solo por detrás de Venezuela; y décimo tercer lugar a nivel mundial entre 102 países objeto del estudio.

Según este informe, desde el 2003 hasta el 2006, el índice de productos pirateados se incrementó desde un 79 % al 82 %. El ingeniero Urdampilleta solo confirma los datos. “El Salvador es uno de los países con mayor piratería en Latinoamérica. El Salvador, que era uno de los líderes en cine en Centroamérica, ahora es el segundo país con menos pantallas en toda Centroamérica…. Costa Rica tiene casi el triple, Guatemala más del doble, tiene más pantallas Honduras que nosotros…estamos arriba pero muy poquito de Nicaragua…”, cita Urdampilleta.

No se tiene registro de cuáles fueron los primeros cines que cerraron sus puertas, pero se presume que a medida la afluencia bajaba, los empresarios se veían obligados a cerrar.

Además, durante la administración del ingeniero José Napoleón Duarte, el Circuito de Teatros Nacionales perdió la representación cinematográfica para Centroamérica (gestión que realizaba con las grandes compañías distribuidoras de películas), lo que obligó al Estado a supeditarse al material cinematográfico que los empresarios privados le ofrecieran, ya no tenían estrenos y la gente comenzó a abandonar las salas.

Las que pertenecían al Gobierno fueron cerradas poco a poco, a mediados de los 90, tiempo en que también desapareció el Circuito de Teatros Nacionales.

Las pocas que quedaron pasaron a ser propiedad del Ministerio de Gobernación, bajo la administración de Mario Acosta Oartel, quien, como se mencionó arriba, vendió al menos la mitad para destinar los fondos a otras obras.

Según registros del actual Ministro de Gobernación, Ernesto Zelayandía, las salas fueron vendidas para convertirse en supermercados, ferreterías, casinos, iglesias o centros comerciales, lo que son hasta ahora.

El cine en la actualidad

A finales de los 90, en el país comenzó otro fenómeno importante, cuando se introdujeron salas múltiples de cine, así ingresaron grandes cadenas internacionales como Cinemark , luego llegó Cinépolis, que se instalaron en los centros comerciales, garantizando así la seguridad a los asistentes.

Estas cadenas internacionales están presentes también en Santa Ana y San Miguel, y gozan de regular afluencia.

De las viejas salas solo hay cuatro que aún se mantienen en pie: el cine Metro, el Izalco y el Universal, en el Centro Histórico y el Gran Majestic, sobre la Avenida España.

Las demás fueron cerrando poco a poco. Los edificios que quedan en pie son ahora supermercados, iglesias evangélicas o centros comerciales y muchos están abandonados.

Edificios como el antiguo cine Apolo y el Libertad (en abandono) están descuidados y son concentradero de indigentes y mareros.

Los cines Metro, Izalco y Universal exhiben películas pornográficas y son de permanencia voluntaria, comienzan a funcionar a las 9:30 de la mañana y cierran sus puertas a las 6:15 de la tarde

Los dos presentan, a diario, dobles sorpresivos o películas sexualmente explícitas para mayores de 21 años.

El Universal, que posee a un costado una cantina, se convierte por la noche en un dormitorio de borrachos que se quedan bajo la sombra de este cine, que llegó a tener audiencias de hasta mil personas.

Ahora recibe no más de una docena de clientes, la mayoría homosexuales que va a ver películas, también, con permanencia voluntaria.

Lo mismo sucede en el Izalco, ubicado sobre la llamada “Calle de la Amargura”, es un edificio que desprende una mezcla de olores a sudor, alcohol y tabaco, y es frecuentado por personas del bajo mundo que lo usan, incluso, para mantener relaciones sexuales clandestinas.

Solo el cine Gran Majestic, localizado a orillas de la Juan Pablo II, oferta películas de estreno y a un costo menor que en el resto de salas.

Y su dueño, en lugar de pensar en cerrarlo, tiene grandes planes de expansión (ver nota de mañana), ya está remodelándolo y, en enero, planea pasar al sistema digital.