“Yo le dije que no le daba permiso de que me la amputara”

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Joseling Carolina Estrada, de 33 años, quien tenía dos semanas desaparecida fue encontrada embolsada en un barranco de la carretera a Los Planes de Renderos. Foto EDH / JAIME ANAYA.

Por Eugenia Velásquez nacional@eldiariodehoy.com

2014-01-25 7:00:00

La noche del 24 de diciembre del año pasado, Jesús estuvo a punto de perder su mano izquierda. Ese día, el joven de 25 años fue asaltado, pero los delincuentes aparte de quitarle el dinero lo hirieron con un corvo en la cabeza y en el brazo izquierdo.

“Cuando vi que venía encima el corvo, el otro machetazo, metí la mano para que no me zamparan otro; pero cuando vi que la (mano) tenía pedaceada me les corrí”, narró el joven.

Con la mano cargada llegó donde su familia. Al ver el estado del joven, sus hermanos le enrollaron unas camisas mientras pedían una ambulancia al puesto de salud más cercano para que lo trasladaran al hospital. El transporte les fue negado por lo que recurrieron a un amigo, expresaron.

Casi seis horas después del asalto, Jesús llegó al hospital de Sonsonate con el temor de perder su mano. Eso temían, también, sus familiares.

La aflicción del muchacho creció cuando el cirujano que lo atendió en la Máxima urgencias le dijo que le amputarían la mano porque no podían salvársela debido a la severidad de la lesión.

El paciente tenía el 70 por ciento de su miembro cortado, en la zona de la muñeca.

“Yo le dije que no le daba permiso de que me la amputara. Entonces me comentó que no se hacia cargo. Pero el doctor (Alberto) Cota me dijo que no me preocupara y que primero Dios la mano me iba a quedar bien”, recordó Jesús.

El caso fue trasladado al cirujano Cota quien había reimplantado con éxito la mano a un hombre de 44 años de edad. Ese fue un caso más severo.

Al día siguiente, cuando Jesús se despertó, a eso de las 7:00 de la mañana lo primero que hizo fue verse el brazo.

“Cuando me vi el yeso y los dos clavos (en la mano) me sentí tranquilo. Ya Dios había hecho la obra”, expresó el joven, mientras narraba su historia en una banca de madera en el hospital de Sonsonate.

Jesús estuvo cinco días ingresado, el fin de año lo pasó con la familia, pero regresó el 8 de enero para que le limpiaran la herida.

En los próximos días será intervenido nuevamente en el hospital de Santa Ana para que pueda flexionar los dedos.

“Hasta la vez, los dedos los muevo bien, solo para arriba no lo puedo hacer”, dijo el muchacho de pelo crespo.

Jesús no se cansa de decir que desde el momento en que abrió los ojos y vio que conservaba su mano se siente feliz y tranquilo.