Servir es parte de su vida, aunque reconoce con tristeza que no ha pasado ninguna fiesta de fin de año con su hijo Robinsson de doce años, siempre ha estado de turno.
“Es duro no poder pasar con él. Cada vez que puedo le pido disculpas, él dice que está orgulloso”, contó Jhonny.
“Pasar una Navidad dentro de Comandos es sacrificar el tiempo con la familia… Dejamos a nuestros seres queridos para venir a ayudar a la población. Mientras esta disfruta, nosotros estamos en guardia”, explicó.
Jhonny recibió hace una semana la medalla de honor al mérito de parte de Comandos de Salvamento y ha tenido otros premios, pero para él, el más importante de todos ocurre a diario, cada vez que logra salvar una vida.
“Yo le doy gracias a Dios cada vez que llego a tiempo al hospital, cada vez que puedo salvar la vida de las personas… me llena de alegría que siempre he podido hacer algo por otros, esa es mi vida, mi misión creo yo…”, explicó satisfecho.
Las fiestas de fin de año son para él un día de estrés y de emergencias, pero al final, cuando llegan las doce, todas las personas que logró asistir y salvar son su mejor recompensa.