Prueba debilita alegato fiscal en caso CEL-ENEL

Pruebas confirman que empresa EGI no era fachada para una estafa. Cuando Enel la compró en 2001, EGI tenía diez años de operar y valía $110 millones

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Prueba debilita alegato fiscal en caso CEL-ENEL

Por Jorge ??valos Twitter: @Avalorama

2013-11-17 8:00:00

Uno de los pilares del requerimiento de la Fiscalía General de la República en contra de 21 exfuncionarios y miembros de la empresa privada, acusados de conspirar para desviar fondos del Estado con el fin de favorecer, supuestamente, a una empresa privada, es una ficción, según lo demuestran documentos e información obtenidos por este periódico.

La Fiscalía argumenta que los directivos de la generadora salvadoreña de energía geotérmica, LaGeo, funcionarios públicos de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica (CEL) y dos directivos de la transnacional italiana Enel Green Power (Enel) se habrían vinculado secretamente detrás de una empresa fachada creada bajo falsas pretensiones en 1998: Energía Global International, LTD (EGI).

Documentación pública, fácilmente accesible, demuestra que EGI El Salvador era la subsidiaria local de una de las empresas pioneras en el desarrollo y la comercialización de fuentes de energía renovables en América Latina y, por lo tanto, no podía ser, como argumenta la Fiscalía, una empresa fantasma, o, mucho menos, una empresa fachada para Enel.

De acuerdo con el requerimiento presentado por la Fiscalía, EGI y su comercializadora de energía, CONEC-ES, “se crearon, mediante falsedad, para ser instrumentos de Enel Green Power, S.p.A.” (sección 8, Autoría, p. 208).

Esta contundente acusación de culpabilidad en contra de las personas que fundaron la subsidiaria salvadoreña de EGI, si fuese cierta, también implicaría en la supuesta red de conspiración a Timothy Phillips, un reconocido asesor del expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y al expresidente de Costa Rica, José María Figueres, quien fundó la sucursal de EGI en Centroamérica en septiembre de 1991.

Según la Fiscalía, que fundamenta su acusación en entrevistas que le hizo a las secretarias que participaron en el asentamiento original de la sociedad anónima de capital variable, EGI fue creada por personas que no tenían “la capacidad técnica, financiera e insertando datos falsos, con pleno conocimiento”.

Es decir, tan solo por haber asentado en el registro comercial a la sociedad anónima de EGI, la Fiscalía está acusando a dos abogados, a Benjamín Valdéz Iraheta y a Carmen Antonia Paredes Lazo, por el delito de “falsedad documental agravada”.

Y tan solo con el argumento, falso desde cualquier punto de vista, de que EGI fue una empresa fantasma, la Fiscalía acusa a un ejecutivo de Enel, Paolo Pietrogrande, y a un directivo salvadoreño de EGI y de Enel, Vicente Machado como “cómplices necesarios” en un caso de peculado.

Causas legítimas

En realidad, a lo largo de toda su estructura jerárquica, tanto la empresa EGI, fundada en Massachusetts, como el estratega de la empresa para Latinoamérica, Tim Phillips, como el expresidente Pepe Figueres, y como todas las otras subsidiarias de EGI, fueron o son aún líderes en el fomento y la generación de energías renovables en Latinoamérica.

Y el representante de EGI en El Salvador, Vicente Machado, uno de los acusados por la Fiscalía, no sólo fue un pionero como impulsor de la comercialización de energía eléctrica.

Según se puede verificar por medio de la Unidad de Transacciones de El Salvador, Machado también tiene el mérito histórico de haber vendido el primer megavatio de energía hora (MWh) en el Mercado Regulador del Sistema (MRS) en el país, también llamado “de oportunidades” o “spot”.

Ahora bien, ¿por qué EGI eligió basar sus operaciones en Centroamérica? Esto no sólo sucedió por la vinculación del expresidente Figueres en la empresa. El estratega de EGI, Tim Phillips, conocía muy bien la región porque contribuyó a fomentar la paz en El Salvador por medio de una organización que él mismo fundó, y la cual contribuyó a movilizar financiamiento y voluntad política para garantizar una transición eficiente y efectiva de la guerra a la paz.

Muchos programas que se realizaron en El Salvador después de los acuerdos de paz para fortalecer las instituciones de la sociedad civil y que fomentaron la integración de las fuerzas guerrilleras a la vida política, fueron promovidos e impulsados por la organización de Phillips, Project on Justice in Times of Transition (PJTT).

Phillips, así como los fundadores de EGI, creyeron que tras la destrucción causada por la guerra había que fomentar el desarrollo de energía limpias y renovables en América Central, no sólo para facilitar precios más bajos en la tarifa eléctrica sino para reducir la dependencia de la región en el petróleo.

Las nuevas energías

Enel Green Power no podría haber estado detrás de la creación de EGI El Salvador en 1998 porque, pese a lo que dice la Fiscalía, el futuro socio estratégico de LaGeo todavía no existía. La empresa precursora de Enel Green Power, Erga, no fue fundada hasta 1999, un año después de la creación de EGI El Salvador.

Al momento de asentar la creación de su subsidiaria salvadoreña el 2 de abril de 1998, los activos totales de Energía Global sumaban casi $60 millones. Al final de ese año superarían los $92 millones, como lo indica una auditoría de PricewaterhouseCoopers, realizada el 3 de mayo de 1999 en Barbados para la Junta de Accionistas de EGI.

Para poder incursionar en los mercados regionales de energía renovable alrededor del mundo, el Grupo Enel fundó Erga, SpA, en 1999 como una subsidiaria de propiedad exclusiva.

Año tras año, Erga adquirió compañías pre-existentes dedicadas a la generación de energías renovables, incluyendo en 2000 a la empresa de los Estados Unidos, CHI Energy, Inc., y en el 2001 a la empresa EGI, incluyendo a EGI El Salvador, formando así la base de una empresa internacional que más tarde se llamaría Enel Green Power.

Un año antes de que se estableciera Enel, EGI ya era una empresa con casi una década de experiencia en el desarrollo y la comercialización de energías renovables.

Al momento de fundarse la subsidiaria salvadoreña, los socios internacionales de EGI incluían: la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial (IFC por sus siglas en inglés); Energy Investors Fund (EIF), cuyo portafolio de inversiones superaba los $2.5 mil millones en 30 países alrededor del mundo; AIG-GE Capital Latin American Infrastructure Fund; y TECO Energy.

Desde mayo de 1991, un año después de finalizar su período como presidente de Costa Rica, José María Figueres se convirtió en el director internacional de EGI.

En el 2001, cuando Enel la compró, EGI tenía una capacidad instalada de más de 54 MW, por medio de la operación de dos plantas hidroeléctricas y de la planta eólica Tierras Morenas, la más grande generadora de energía de viento en el mundo en ese tiempo, construida por EGI en Costa Rica.

Enel pagó $73 millones en efectivo por los proyectos completados de EGI y adquirió también el portafolio de proyectos en desarrollo, valorados en $37 millones, además de asumir las deudas de la empresa. Sólo seis meses antes, en noviembre de 2000, Enel compró por $170 millones de dólares la empresa CHI Energy de los Estados Unidos, que tenía una capacidad instalada de 2000 MW.

Al adquirir a las dos más grandes empresas de energías renovables que ya operaban con una capacidad plena y rentable en los hemisferios norte y sur de América, Enel se posicionó como la más grande empresa “pura” de energías renovables en el mundo.