Jóvenes tienen poca esperanza de vida en el país

Informe regional de Desarrollo Humano 2013-2014 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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Más del 60 por ciento de las víctimas de la violencia oscila entre los 13 y 30 años de edad, según la Policía. Foto EDH / Archivo

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2013-11-12 6:55:00

El Salvador tiene la tasa de homicidio juvenil más alta del mundo, según se desprende del informe de Desarrollo Humano 2013-2014 divulgado ayer por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en su sede central en Nueva York, Estados Unidos.

El reporte, en el que se asegura que la inseguridad ciudadana frena el desarrollo de América Latina, detalla que en El Salvador se registran 92 asesinatos de jóvenes por cada 100,000 habitantes, seguido de Colombia que posee una tasa de 73 homicidios de adolescentes por cada 100,000 habitantes; luego Venezuela con 64 muertes; Guatemala que tiene 55 asesinatos juveniles y Brasil con una tasa de 51 muertes de adolescentes.

Las cifras anteriores se basan en las cifras de la violencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del año 2011.

Destaca el informe que El Salvador, Colombia, Venezuela y Guatemala son los países que presentan las mayores pérdidas de expectativa de vida atribuibles al alto número de homicidios.

“De reducirse éstos, esas naciones tendrían ganancias de más de un año en la expectativa de vida”, señala el informe.

El reporte mundial detalla que los jóvenes, principalmente los varones, son los más afectados por la criminalidad y la violencia y, a la vez, son los responsables más comunes de la violencia y la delincuencia.

Se hace un llamado a todos los países a que eviten la criminalización y la estigmatización de los jóvenes, y en particular los de bajos recursos económicos.

En el informe se comparan las tasas de los homicidios con las de los robos. Por ejemplo, El Salvador, Brasil, Honduras, México, Panamá, Paraguay y República Dominicana tienen altas tasas de homicidio, pero tasas relativamente bajas de robo por cada 100,000 habitantes.

En el informe se recomienda una serie de políticas orientadas a mejorar la calidad de vida de la población, con prevención del delito y la violencia a través de un crecimiento que sea incluyente, con instituciones de seguridad y de justicia que sean eficientes.