Anciana habría pedido a sus hijos masacrar a una familia en Chalatenango

Mujer creyó que había caído enferma por un acto de hechicería hecho por una de sus vecinas. Según la autopsia murió de cáncer de mama

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Esta es la casa en que vivía la familia Guevara Pocasangre. Era la última del caserío La China. Hoy solo se escucha a lo lejos el murmullo de un río. Si cuando estaba habitada ya lucía en malas condiciones, ahora está peor.

Por sucesos@eldiariodehoy.com

2013-10-17 7:55:00

Cordelia López llevaba varios meses postrada en cama a causa de varias dolencias en el pecho. Por más tratamientos médicos y por más curanderos que la trataron, su salud nunca mejoró.

Pero el pasado 8 de febrero murió luego de que, según la Fiscalía General de la República (FGR), sus hijos cumplieran su última voluntad: asesinar a una mujer y su familia, de quien Cordelia sospechaba que le había hecho brujería.

La noche del 2 de febrero anterior, María Luisa Pocasangre, de 83 años; María Dina Mirita Guevara Pocasangre, de 47, y Kevin Ernesto Guevara, de 15 años, fueron asesinados a balazos y con machetes dentro de su vivienda, localizada en el caserío La China, del cantón Olosingo, municipio de Concepción Quezaltepeque, Chalatenango.

La casa de los Pocasangre Guevara distaba no más de 150 metros de la casa donde vivía Cordelia.

Eran vecinos y, además, con María Dina Mirita estaban emparentadas, pues una hija de esta última se había acompañado con Cristian, uno de los 11 hijos de Cordelia.

Pero, de acuerdo con la Fiscalía y testimonios de vecinos, María Dina Mirita nunca aprobó el maridaje entre su hija y Cristian. Eso derivó en problemas con Cordelia.

Coincidentemente, a los pocos meses de esas divergencias, Cordelia cayó enferma. Estuvo ingresada en un hospital donde le detectaron cáncer de mama.

Sin embargo, según vecinos de Cordelia, ella nunca aceptó el dictamen médico y se empecinó en creer que era la suegra de su hijo Cristian quien le había mandado a poner un mal (brujería) y por eso no sanaba.

Tras saber que su madre estaba muy enferma, Rutilio Isaías, de 27 años; José Isidro, de 40, y Héctor Arturo, de 25, todos de apellido Rivera López, regresaron de Estados Unidos, a donde habían partido a trabajar de manera ilegal.

Hoy esos tres hombres están en prisión preventiva, supuestamente por haber cumplido la última voluntad de su madre, para lo cual también contaron con la colaboración de Ramiro Alonso Guerra, un hombre de 51 años, vecino también de Concepción Quezaltepeque, según las autoridades.

Los Rivera López fueron capturados el domingo 6 de octubre pasado y el 8 de octubre, el Juzgado de Paz de Concepción Quezaltepeque decidió enviarlos a prisión preventiva mientras la Fiscalía apuntala las pruebas contra ellos y contra Guerra.

Ninguno de los cuatro sospechosos pertenece a grupos de pandillas. Son campesinos que se dedicaban a la agricultura junto a su padre.

Testigo vio a los imputados

De acuerdo con la fiscal del caso, Sonia García, el triple homicidio fue cometido porque tres de los sospechosos creyeron en lo que su madre les dijo: que no podría morir mientras María Dina Mirita, la mujer de quien sospechaba le había hecho brujería, siguiera viva.

Ese 2 de febrero, en más de alguna casa del caserío La China veían televisión hasta bien entrada la noche. Un vecino salió de su vivienda como a las 11 y vio a los cuatro capturados caminando en dirección a donde vivían los Guevara Pocasangre.

El testigo observó a Ramiro que llevaba un machete en la mano, luego escuchó varios disparos; sin embargo, imaginó que aquellos cuatro hombres, vecinos suyos, andaban cazando conejos en aquel potrero que mediaba entre la casa de los hermanos Rivera López y la de María Dina Mirita, su hijo y su madre, una anciana que por la edad ya no podía moverse sin la ayuda de sus parientes.

Fue hasta el siguiente día cuando descubrieron los cuerpos que cayó en la cuenta que aquellos cuatro hombres no andaban tras los conejos, sino tras la mujer, y la familia de ésta, que Cordelia señalaba de haberle hecho brujería y mantenerla postrada.

Esa creencia era notoria en el caserío La China, pues María Dina Mirita había comentado a varios de sus parientes y vecinos que constantemente Rutilio Isaías la había interceptado y la había amenazado con matarla a causa de la brujería que le había hecho a su madre.

Coincidencia. Los Guevara Pocasangre fueron asesinados un sábado en la noche. Seis días después, es decir, al siguiente viernes, Cordelia murió. Era 8 de febrero.

Sospechas recayeron en los Rivera López

Horas después de que los tres cuerpos fueran descubiertos dentro de aquella casa con paredes de bahareque y plástico, entre vecinos y parientes de las víctimas, las sospechas ya apuntaban sobre los hermanos Rivera López, pero teniendo como principal sospechoso a Cristian, el marido de la hija de María Dina Mirita, debido a los problemas que se suscitaban entre la pareja.

Sin embargo, la Fiscalía afirma que las pruebas que tienen hasta ahora no dan para sustentar acusación alguna contra Cristian, a quien días antes de ser asesinada María Dina Mirita también había señalado de amenazarla.

No obstante, esa amenaza, según la Fiscalía, no se puede comprobar, pues la víctima nunca lo denunció formalmente.

Las pruebas testimoniales y referenciales presentadas ante el Juzgado de Paz de Concepción Quezaltepeque fueron suficientes, según la fiscal García, quien asegura que Ramiro Alonso Guerra, días después de la masacre, durante sus borracheras solía decir que “uno valía 200, dos valían 500 y que los tres costaron mil dólares”, expresión con la que supuestamente se refería a las tres personas asesinadas en contubernio con los tres hijos de Cordelia.

La Fiscal García asegura que el motivo que movió a los sospechosos para cometer la masacre no tenía razón de ser.

Asimismo la autopsia practicada al cadáver de Cordelia López revela que ella murió por complicaciones derivadas de un cáncer de mama. No hubo ninguna enfermedad o dolencia inexplicable.

Ocho meses después de que los hijos de Cordelia decidieran asesinar a los Guevara Pocasangre, sus mujeres e hijos se las arreglan solos para sobrevivir. Ayer una hermana de los tres sospechosos dijo que no tenía tiempo para hablar del caso.