“Esta represión es producto de un gobierno ilegítimo”

María Corina Machado, diputada venezolana, asegura que la finalidad del gobierno de su país no es ayudar a los pueblos sino someterlos a su dominio

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María Corina Machado espera que los militares venezolanos no apoyen al oficialismo si les ordena reprimir protestas. Foto EDH / Marlon Hernández

Por Textos: Paolo Lüers

2013-09-04 7:00:00

La diputada María Corina Machado es la canciller de la oposición venezolana. Esta función –explicar la situación seria de violaciones a los Derechos Humanos y a las reglas democráticas en su país– la ha traído por dos días a El Salvador, junto a su colega diputada Dinorah Figueroa. Ella misma fue pateada y atacada a golpes en la misma Asamblea Nacional por el oficialismo. Aquí se reunió con varias fracciones legislativas, con empresarios, con medios de comunicación, y por invitación del Movimiento 300, dio una charla sobre los peligros que emanan del modelo chavista. El Diario de Hoy publicó en su edición del miércoles la primera parte de una entrevista. Aquí la segunda parte.

Ayer este Diario publicó un titular que decía “Maduro intenta establecer un régimen policial al estilo cubano”. En Venezuela, la gente siempre me dice: No puede ser posible, eso no va con el carácter de los venezolanos, no lo vamos a tolerar…

En efecto, no lo vamos a permitir, lo vamos a combatir y vamos a lograr tener a una Venezuela que sea fuente de estabilidad y de resolución de conflictos y no generadora de confrontación y división.

¿Hay en Venezuela una réplica del régimen cubano, o es una figura retórica?

Hay una presencia cubana inaudita e inaceptable. ¿Qué sentirían si en su país los organismos de seguridad y de inteligencia estuvieran bajo el control de cubanos? ¿O si sus generales y soldados recibieran órdenes de otro gobierno?

Pero, ¿está pasando eso hoy en día, o está advirtiendo de un peligro?

Hoy en día es así. Y pareciera que este modelo está derivando, no hacia Cuba, sino hacia Rusia. Es decir, un país donde la presencia de las mafias en sus diversas expresiones se va apoderando de las instituciones, de los órganos del poder publico y termina controlando una sociedad. Venezuela tiene la fragilidad institucional y la disposición del gobierno actual de hacer cualquier cosa a cambio de permanecer en el poder.

Hay un caso que se ha vuelto emblemático de la represión en Venezuela, que es Iván Simonovis, un preso político que está enfermo, que está muriéndose en la cárcel. Todo el mundo dice que hay que darle una medida humanitaria. ¿Cómo es posible que paguen el costo político de no liberarlo?

Desafortunadamente el costo de represión en Venezuela sigue siendo muy bajo. Otro caso: Globovisión. La compra de Globovisión terminó siendo en la práctica la eliminación del único espacio mediático genuinamente independiente y autónomo que teníamos. El caso del diputado Richard Mardo: le quitan su fuero parlamentario, violando la disposición constitucional de que se necesitan dos tercios y lo hicieron con mayoría simple. La criminalización de la protesta, utilizando la Guardia Nacional disparando e hiriendo a jóvenes y mujeres — y no hay un costo político y una reacción fuerte especialmente de la comunidad internacional. Entonces, cuando el costo es así de bajo, el gobierno hace lo que le da la gana. La represión que estamos viendo es producto de un gobierno ilegítimo que se robó la elección. La forma de cohesionar a sus seguidores e intentando aniquilar los espacios de resistencia es reprimiendo de esta manera. Ahora es inaudito, es incomprensible y es inaceptable que no haya reacciones firmes de los demócratas de América Latina en cuanto a lo que está ocurriendo en Venezuela.

Hablemos de las Fuerzas Armadas. Siempre he tenido la impresión de que el ejército venezolano no se va a prestar como instrumento de represión abierta. Entonces, si el gobierno necesita más represión para mantener en el poder a Maduro, ¿qué va a pasar?

Hay que entender que se le ha hecho mucho daño a las Fuerzas Armadas estos años de manera sistemática. Es paradójico que sea Chávez, que vino de las filas militares, quien se propuso destruirla. Con la corrupción y la creación de las milicias han hecho un enorme daño a la profesionalización de nuestras fuerzas, agregado a la penetración del narcotráfico -y esto es por diseño, porque es la forma de ir corrompiendo desde adentro la institución. Sin embargo, yo siento que la mayor parte de los cuadros medios de nuestras Fuerzas Armadas fueron formados en democracia y están al servicio de la nación y no de un proyecto político particular. Ahora, las Fuerzas Armadas se pondrán a prueba en el momento en que los ciudadanos reaccionen en un proceso de movilización de calle…

Vamos al tema de la unidad dentro de la oposición. ¿Han logrado mantener el grado de unidad formidable que lograron construir en la campaña electoral del año pasado de Henrique Capriles? Después de la experiencia del robo de las elecciones, del fraude que ustedes denuncian, ¿no entró en crisis la unidad?

No. Estamos acudiendo a un nuevo proceso electoral (las elecciones de alcaldes, en diciembre de este año. PL) con una unidad prácticamente perfecta. Desde el punto de vista electoral, la unidad ha funcionado, ha establecido un conjunto de lineamientos, de reglas que se han cumplido. La presencia de quienes competimos en las primarias contra Henrique Capriles y perdimos, pero luego lo apoyamos es la evidencia. Ahora no se puede confundir unidad con unanimidad. A veces hay la tentación de no permitir voces de disidencia o discusión dentro de la propia oposición, y eso es un error, porque eso es lo que hace el oficialismo, no permitir que haya discusión de nivel estratégico o táctico. En la Unidad tenemos que hacer un esfuerzo además por ampliarla y que no sea solamente electoral, ni solamente de los partidos políticos. Yo he insistido muchísimo en la necesidad de incorporar sectores de la sociedad civil, gremios, organizaciones de base.

Iba a preguntarle sobre eso. Usted llegó a esta construcción de la unidad como independiente, no afiliada a un partido. ¿Cuál es el aporte que los independientes pueden dar a la oposición?

Como no tengo militancia partidista, puedo decir lo que pienso…

Y lo está haciendo…

¡Siempre! Y eso me da una enorme libertad. Lo hago en privado y lo hago en público. Y eso es una enorme fortaleza, porque nos permite tener discusiones muy francas, de distintas perspectivas.

Esto es lo que hace tan interesante el proceso venezolano, por ejemplo en El Salvador. La manera cómo la unidad se ha construido entre diferentes partidos y sectores de la sociedad civil…

Sí, es una cosa muy interesante. Para las elecciones parlamentarias de 2010, tuvo que ir a primarias muy competidas, en un circuito con muy buenas posibilidades para la oposición para ganar. Entonces, lo duro era ganar las primarias. Una vez gané las primarias dije: Bueno, ahora tengo que ir a ayudar a los candidatos opositores en los otros circuitos. Toda mi campaña la hice prácticamente fuera de mi circuito, acompañando a otros candidatos opositores. Ahora de cara a las elecciones de alcaldes todos estamos apoyando a todos, independiente de que pertenezcan u no a un partido y otro. Lo que no quiere decir que cada organización no tenga su visión de las políticas que creemos debemos fortalecer o privilegiar en Venezuela. Esa discusión es necesaria que se dé y que se dé abiertamente.

Entonces ustedes han logrado un proceso unitario, pero sin tocar la autonomía, el espacio de debate, el espacio para disentir, ¿eso es lo que está tratando de decir?

Bueno, no hay todo ese espacio como yo quisiera, pero lo hay, y tenemos largas discusiones. Ahora, yo soy de la opinión de que los diversos planteamientos estratégicos tienen que abrirse aún más, tienen que hacerse de cara a los ciudadanos, no a puerta cerrada.

¿Las primarias del año pasado, con sus debates abiertos, no han dejado heridas abiertas? ¿Cómo se han desarrollado las relaciones personales entre todos ustedes? Por ejemplo, Leopoldo López y Henrique Capriles, cuando los conocí los vi muy opuestos, con poca química y mucha competencia. Pero en el transcurso del proceso de unidad los he visto haciéndose socios e incluso amigos. ¿Cómo es en su caso? ¿Es amiga de Capriles y de los demás líderes opositores?

Mira, trabajamos juntos, llegar a decir que soy amiga íntima de todos no es verdad, pero compartimos una causa y tenemos buena comunicación -y obviamente complementamos nuestros puntos de vista. Pero yo fui clara en la primaria y expresé cuál era la estrategia con la cual se debía enfrentar el modelo del oficialismo chavista. Siempre insistí en la necesidad de confrontar y contrastar los dos modelos en cuanto a sus valores, y además advertir los atropellos y los abusos de un sistema electoral perverso – y eso no fue compartido por Capriles durante la campaña electoral del 7 de octubre (de 2012, contra Chávez, PL), pero luego se hizo un cambio de estrategia hacia abril (de 2012, la carrera Capriles contra Maduro, PL) que se acerco mucho a lo que yo originalmente planteaba. Pero de todos modos, en ambas campañas me involucré y apoyé, independientemente de mi disidencia.

La experiencia de no poder defender el voto, luego de ganar en abril, obviamente puso en crisis a la oposición. Hubo fuertes discusiones sobre cómo defender el triunfo. Incluso hubo críticas a Capriles de no haber apoyado las movilizaciones en la calle para defenderlo. ¿Cómo salieron de esa crisis?

Sí, hubo varios dilemas, y decisiones con los que yo no necesariamente estaba de acuerdo. Uno era el supuesto dilema entre la confrontación o la esperanza. Yo decía que la esperanza es producto de entender lo perverso de este modelo, lo nefasto, lo contrario de los valores venezolanos, llamarlo por su nombre, y enfrentarlo sobre la base de una movilización profunda del país. Entonces, para mí esta contradicción entre denunciar o confrontar, por un lado, y la esperanza y la confianza en el sistema electoral, por el otro lado, para mí no existía. Se pueden compaginar ambas. Unos dicen: Si denuncias y criticas al Consejo Nacional Electoral, puedes generar desconfianza y, por tanto, abstención. Siempre he sostenido lo contrario: la gente tiene que estar clara de los problemas con el proceso electoral. La participación electoral y la movilización en la calle no son excluyentes. El 14 de abril (las elecciones que la oposición reclama que ganaron, PL) nos demostró que frente a una neodictadura no basta ser mayoría y ganar elecciones, se necesita saber defenderlo y eso implica movilización, y eso implica calle, y eso implica protesta.

¿Y allí fallaron ustedes?

Subestimamos lo que el régimen era capaz de hacer frente al triunfo electoral. Ahora, es una situación muy compleja, es una situación de una enorme responsabilidad y así lo he dicho yo, yo creo que Henrique Capriles con la información que tenía en ese momento tomó la decisión que el consideró que era la mejor. Que era suspender las protestas en las calles…

Pero sigue en desacuerdo…

Estos regímenes requieren la presión de los ciudadanos que desafían el poder. Creo en que somos capaces de rebelarnos contra el abuso y el atropello. Rómulo Betancourt decía que hay dos mecanismos a través de los cuales el pueblo tiene conciencia de su existencia material: el voto y la protesta. La amenaza de la represión no puede ser la excusa para inhibirnos, porque entonces terminaremos todos protestando en el baño de la casa.

Tengo entendido que la invitó a El Salvador el Movimiento 300, que un grupo decidido a producir un relevo generacional en la política. La oposición venezolana es un ejemplo impresionante de relevo generacional. ¿Desapareció la vieja guardia?

No necesariamente. Hay personas de los partidos tradicionales con mucha influencia todavía. Y lo que ha pasado no solo es un relevo generacional, sino que muchos sectores que no consideraban el servicio público y la política como un proyecto de vida hemos despertado. Y soy una que entré muy tarde en la política.

¿No tenía en su plan de vida entrar en la política?

Jamás, lo último que quería hacer en mi vida era hacer política. La razón era que pensaba que para entrar en política era requisito hacer concesiones en materia de principios -y hoy me doy cuenta que eso es un error garrafal. Si de algo me arrepiento es de no haber comenzado antes…

Pero, ¿dice que usted y otros son un ejemplo de que se puede hacer política sin comprometer sus valores?

Absolutamente.

Explíqueme más. Eso es interesante para el país. Es la pregunta que aquí muchos jóvenes profesionales se están haciendo. Y no tienen respuesta…

Esa es la gran transformación que los venezolanos estamos pidiendo desesperadamente: la posibilidad de volver a sentir confianza y respeto hacia quienes ostentan el poder. Eso exige una ciudadanía activa, que pida rendición de cuenta. Ciudadanía que nos apoya a quienes nos metimos en política, pero nos exigen rendición de cuentas.

Insisto en el tema generacional. Esta oposición que representan ustedes es como la revolución de los cuarentones. No voy a preguntar su edad, pero de los otros líderes me consta que todos oscilan alrededor de los 40. Y todos ustedes han logrado credibilidad cuando dicen: No vamos para atrás, no vamos a restaurar al régimen anterior a Chávez, vamos a un futuro diferente a lo que había antes y muy diferente a lo que tenemos ahorita…

La democracia venezolana, entes de Chávez, fue un modelo que se agotó en términos de la relación Estado-ciudadano. Esto no significa que tenemos que descalificar los logros de ese periodo. Pero incluso mucho antes de Chávez, el estado concentraba cada vez más y más propiedades y más poder, se convirtió en el motor, el controlador y el dueño de todo. Generó incentivos perversos para promover tres grandes males: el centralismo, el rentismo y el populismo. Y esos son los que desvirtuaron y deslegitimaron el sistema de partidos y el sistema de la sociedad. Y generaron además incentivos para que el resto de la sociedad no se involucrara.

…creando la situación para que surgiera un Chávez.

Así es. Hubo clientelismo, demagogia, corrupción, inseguridad y eso generó una ruptura, o la necesidad de un cambio a cualquier costo. Este sistema obviamente no lo vamos a restaurar.

¿Cómo sigue el plan ahora? ¿Están pensando en hacerle a Maduro un referéndum revocatorio en cuanto se pueda, cumpliendo la mitad del mandato?

Voy a hablar por mí, no por la unidad. Cuando uno vive en un sistema democrático tiene derecho a pedir un cambio de gobierno en cualquier momento, y de hecho en nuestra historia, en nuestra república civil, no hubo un solo gobierno en el cual no se pidiera la renuncia del presidente. Cuando uno está en democracia eso es un derecho, pero viviendo en dictadura es un deber.

Entonces, no quieres esperar tres años, como dice la Constitución.

Yo dedico todos los días de mi vida y mis noches a que la duración de este régimen sea lo más corto posible. Ahora bien, yo soy demócrata y yo conozco y respeto mi Constitución y sé muy bien cuáles son las herramientas que ofrece para que esta tragedia dure lo menos posible. Efectivamente, lo planteo con total firmeza y responsabilidad, Venezuela no aguanta seis años de este régimen, ni aguanta tres. Por eso yo he planteado la necesidad de apelar a otras herramientas que están en la Constitución para poder plantear no solo un cambio de gobierno, sino también un cambio de régimen.

¿Hay mecanismos para esto, más allá de la revocatoria del presidente?

Uno de esos mecanismos y el cual yo favorezco es una Asamblea Nacional Constituyente. ¿Por qué? Porque permite que sea el pueblo y la gente quien lo pida en el momento en que así lo deseemos y que podamos, con la fuerza originaria del pueblo, poner a un lado las instituciones que hoy en día en Venezuela están todas confabuladas para que este régimen permanezca en el poder. No se trata solamente de cambiar un presidente, en este momento, la descomposición institucional y moral es tan grande, el riesgo de anarquía es tan grande, la destrucción económica y social es tan profunda, que Venezuela requiere un cambio de régimen a la mayor brevedad.

¿Y sobre eso hay una discusión abierta en la oposición y en el país?

Sí la hay. Y yo creo que es sano y necesario que esa discusión sea abierta e incorpore a todos los sectores del país.

Para un país como El Salvador hay un aspecto sumamente importante en lo que acabas de mencionar: la lucha por la institucionalidad, por la independencia de los poderes…

En Venezuela, el único espacio institucional donde el resto del país no sumiso al oficialismo tiene alguna voz es la Asamblea Nacional. Pero los chavistas manejan la Asamblea Nacional como si fuera un cuartel, y el teniente Cabello (presidente de la Asamblea Nacional, PL) pretende imponerse violando la constitución y violando las normas y procedimientos de la propia Asamblea Nacional. Imagínese que el presidente de la Asamblea le diga a los diputados de toda la oposición: Yo no les doy el derecho de palabra hasta que ustedes no declaren públicamente que reconocen la legitimidad de la elección de Maduro. ¿Dónde es concebible que eso ocurra? Y ante nuestra negativa nos caen a golpes.

Bueno, aquí uno ya aprende a imaginárselo, viendo cómo funciona la presidencia de nuestra Asamblea…

Pero entonces, si eso es así, no podemos hablar de un sistema democrático y republicano.