Eileen Girón: un legado de voluntad y convicción

Los derechos de personas con discapacidades fue su campo de batalla: deja una huella histórica

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El taller de cerámica Shicali, que empleó a personas con discapacidades, fue una de las mayores fuentes de orgullo para Eileen Girón, cuya vocación fueron las artes plásticas. Foto EDH / archivo

Por Jorge ??valos/ Nidia Hernández comunidades@eldiariodehoy.com

2013-08-17 8:00:00

El jueves 15 de agosto falleció, a los 63 años, Eileen Girón Batres, pionera salvadoreña en la lucha de los derechos de las personas con discapacidades, quien deja entre sus legados las bases históricas y legales para la inclusión y la participación plena de las personas con discapacidades en las actividades democráticas, educativas y laborales.

La misa de cuerpo presente se realizó ayer en funerarias Montelena, Santa Elena, Antiguo Cuscatlán. Las exequias fúnebres se realizaron en el cementerio general de su tierra natal, Ahuachapán.

Activistas de personas con discapacidades celebraron su labor precursora en la defensa de la igualdad para todos los salvadoreños.

El diputado David Reyes la llamó “pionera en la reivindicación de los derechos humanos de las personas con discapacidad en El Salvador”. Y la Asociación de Lisiados de Guerra de El Salvador la recordó como una “incansable luchadora”.

“Eileen tiene muchísimas cualidades”, dijo Angélica Monteagudo, “pero la más sobresaliente es su amor por las personas menos favorecidas; es una líder, una gran amiga… era mi mejor amiga”.

Visionaria sin límites

Eileen Girón Batres nació en Ahuachapán el 27 de septiembre de 1949, hija de Francisco Girón y Bessie de Girón, quienes la motivaron a seguir su primera vocación: el arte.

Eileen estudió artes plásticas en Ahuachapán y en San Salvador, pero formalizó sus estudios de pintura y cerámica en París, donde se graduó de una academia de arte.

A su regreso de Europa, donde, en su silla de ruedas, se movilizaba sin límites de acceso a los centros educativos, los museos y los parques de la ciudad, le sorprendió descubrir los límites a su vida diaria en El Salvador.

“Los obstáculos a la integración de los discapacitados en la comunidad no solo eran legales, sino también culturales”, dijo en una entrevista de 2008. “Había que luchar primero para que nos aceptaran como personas”.

Eileen inició su defensa por los derechos de las personas con discapacidades al final de la década de 1970, y luchó durante dos décadas en un vacío legal hasta que en 2000 se aprobó la Ley de Equiparación de Oportunidades para las Personas con Discapacidad.

Esta ley estableció siete derechos fundamentales de las personas discapacitadas: les protege de la discriminación “a razón de su discapacidad”, fomenta igualdad educativa y la integración laboral y comunitaria, e instituye la responsabilidad del Estado en su deber para promover equidad.

En ese entonces, Eileen criticó a la Asamblea Legislativa por pasar una ley sin considerar las diversas opiniones de los discapacitados. Durante la década siguiente demostró los límites de la ley, su “falta de garra”, y obligó al Estado por medio de varias acciones a que la hiciera realidad.

Tenacidad sobre ruedas

El 2 de mayo de 1981, luego de dos años de encuentros y en pleno periodo de guerra, Eileen convocó a un grupo con personas de diversas discapacidades físicas con el objetivo de crear una organización que defendiera sus derechos.

Eileen presidió esa primera asamblea general de discapacitados salvadoreños y la organización fue instaurada con 20 miembros. Ese mismo año la Asociación Cooperativa del Grupo Independiente Pro-Rehabilitación Integral (Acogipri) obtuvo su personería jurídica.

La cooperativa centró sus ejes en la inclusión laboral, en el programa de mujeres y en la comercialización de las cerámicas Shicali, marca de los productos del taller para discapacitados que Eileen fundó para Acogipri en 1982.

En 2003, Eileen propuso y coordinó un proyecto sin precedentes: más de 100 salvadoreños con discapacidades fueron entrenados y recibieron credenciales como observadores de las elecciones.

Estos equipos visitaron centros de votación en San Salvador y Santa Ana y documentaron de forma exhaustiva qué obstáculos impedían o dificultaban la participación de personas con discapacidades en el ejercicio del voto.

El estudio —en el que participaron personas con discapacidades motrices, ceguera o sordera— representó un hito histórico en sí mismo, según el International Disability Rights Monitor (IDRM): un esfuerzo propositivo de los discapacitados para hacer más incluyente al sistema electoral y democrático del país.

“La democracia solo puede ser construida con la participación de todos los ciudadanos”, afirmó Eileen en esa ocasión. “De otra forma no es una auténtica democracia”.

Eileen luchó para que se aplicara el derecho, establecido por ley, a disponer de “facilidades arquitectónicas de movilidad vial y acceso a los establecimientos públicos”.

El 23 de septiembre de 2008, Violeta Menjívar, edil de San Salvador, tuvo que admitir ante los medios de prensa que la alcaldía no tenía accesos para personas con discapacidades cuando el consejo municipal se vio obligado a reunirse con representantes de personas con discapacidades en el patio de la alcaldía.

De esa acción, Eileen y sus compañeros de lucha por los derechos de los discapacitados obtuvieron un compromiso de la comuna, la cual invirtió 170 mil dólares en construcción de accesos para sillas de ruedas en toda la ciudad.

Eileen tuvo un perfil internacional. Fue asesora del International Disability Rights Monitor, secretaria de la junta directiva del Inter American Institute on Disability, y ocupó varios cargos con el Disabled Peoples International, incluyendo la dirección centroamericana y la presidencia del comité de mujeres de Latinoamérica.

Angélica Monteagudo, secretaria del Consejo Directivo de Acogipri, aseguró que mantendrán la labor que Eileen impulsó, “luchando por nuestros derechos en todas las áreas de la vida diaria”. Y concluyó: “El legado que deja Eileen es invaluable”.