Campo de Marte, el ocaso de un parque

Fue inaugurado en 1982 y contaba con 16 manzanas de terreno. Poseía un hipódromo, un estadio, un autódromo y la primera pista de aterrizaje que tuvo el país

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Campo de Marte, el ocaso de un parque

Por Tania Urías

2013-08-25 8:00:00

Al Campo de Marte se le llamó así en honor al dios griego de la guerra y su estructura original era similar a la de otros campos europeos de la época.

Consistía en un área en la capital destinada a ejercicios y ceremonias militares, y fue construido por el gobierno español e inaugurado en 1892 en San Salvador por el presidente general Carlos Ezeta (1852-1903) con un desfile militar en conmemoración del 400 aniversario del descubrimiento de América.

El libro “San Salvador, el esplendor de una ciudad (1880-1930)” del historiador Gustavo Herodier cita la importancia que el Campo de Marte tuvo para el país.

Según el libro del ingeniero Herodier, el Campo de Marte se construyó a un costo de 125 mil pesos y fue por décadas el lugar de reuniones más importante de la capital.

Sus instalaciones se designaron para la celebración de los desfiles militares, las maniobras del ejército, las carreras de caballos, las competencias de tiro y muchas más actividades a las que acudían ciudadanos de todas las clases sociales.

El hipódromo ovalado con el que contó fue inaugurado en 1903, había una cuota de admisión para entrar y era punto de reunión de familias acomodadas de la época y también del pueblo.

Las carreras de caballo se llevaban a cabo en su mayoría durante los festejos agostinos, ocurrían desde las 9:00 de la mañana hasta pasado el mediodía, rememora el libro “Postales Salvadoreñas del Ayer”, del doctor Stephen Grant.

“En el hipódromo se podía apostar comprando boletos en una caseta o hacer apuestas privadas. Había una barra para refrescos. Los jinetes eran de El Salvador, Honduras y Panamá, los caballos los traían de Perú o Chile”, señala el volumen del doctor Grant.

El hipódromo fue construido para la clase media y popular, pero había un palco presidencial y alrededor se sentaba la gente de gobierno, los cafetaleros y los banqueros, y aparte, el pueblo.

En los grandes festejos la gente lucía sus mejores galas, las mujeres llevaban ropa elegante, con guantes y sombrero por el día, y abrigos por la noche. Y los hombres trajes de sastre y también sombreros.

Primer aeropuerto y estadio

Cuando se propuso que los primeros aviones volaran a Centroamérica, se escogió el Campo de Marte como la primera pista de aterrizaje que tuvo El Salvador.

El primer piloto que aterrizó fue el italiano Francés Durafour en 1912, él presentó un espectáculo acrobático y las instalaciones del Campo de Marte tuvieron un lleno total.

En 1924 el lugar también se convirtió en el Estadio Nacional y lo fue durante aproximadamente una década, hasta que se construyó el Estadio Nacional Flor Blanca, hoy Jorge Mágico González, para los Terceros Juegos Centroamericanos, en 1935.

Cuando barcos de guerra americanos atracaban en el puerto, cita el libro del doctor Grant, los militares americanos jugaban béisbol en el parque, junto a los salvadoreños.

Cuentan que entre los años 20 y 30, un pasatiempo favorito de los jóvenes capitalinos era pasear en el Campo de Marte, los muchachos en una dirección y las señoritas en la otra, ¡mirando a escondidas a su favorito del sexo opuesto!

En los 40 y 50, el área fue usada por los capitalinos para realizar paseos informales por las tardes, por la noche se podía escuchar a guitarristas y músicos de banjo.

Los fines de semana, conocidas orquestas de la época deleitaban a los visitantes, que abarrotaban este importante centro de descanso.

Según algunos registros, el Campo de Marte tenía una parte pavimentada donde se estacionaban los pocos y lujosos autos de la época.

En el lugar existían árboles de bálsamo y de mango, entre otros. Además era el refugio de chiltotas, palomas alas blancas, pericos y otras especies de aves.

“El Campo de Marte se convirtió en el otro límite de la ciudad… a finales del siglo XIX, la ciudad ya había crecido bastante, la riqueza del azúcar, el café y del tabaco, de que en ese tiempo éramos productores, hicieron que tuviéramos construcciones majestuosas como esas, porque el Campo de Marte era el más grande parque del país”, explica el historiador salvadoreño Héctor Sermeño.

Las pérdidas de terreno

Todos los atractivos con que contaba el Campo de Marte fueron eliminados poco a poco por el acelerado crecimiento de la ciudad y debido a la expropiación de terrenos por parte de los gobiernos de turno.

De las 16 manzanas de terreno, su extensión inicial, se redujo hasta contar ahora con apenas cinco. Cada presidente pero sobre todo Arturo Molina (1972-1976) y José María Lemus (1956-1959) le quitaron una porción a tan emblemático parque.

En 1956 el presidente José María Lemus donó parte del parque a la entonces llamada Procuraduría General de Pobres, para que fuese un espacio gratuito donde las madres de escasos recursos llevaran a sus hijos a jugar.

A finales de los 70, el presidente Arturo Armando Molina decidió ampliar la séptima calle, hoy Alameda Juan Pablo II, de dos a seis carriles, y le quitó una buena porción al Parque.

“Con esa ampliación se llevaron parte del atrio de San Francisco, un tercio de la Alcaldía y desaparecieron muchas casas…”, cuenta el historiador Sermeño.

También a finales de los 70, se construyó el Palacio de los Deportes, la Procuraduría General de la República y otras dependencias de gobierno, y para ello, también se tomó parte del terreno. Aunque no hay registro de cuánto fue, se cree que su extensión se redujo al menos a la mitad.

“Molina le quitó más de dos manzanas para hacer el Palacio de los Deportes y las oficinas del INDES… Cuando hicieron el paso a desnivel del bulevar Tutunichapa y la Diagonal Universitaria, que está en la parte de atrás, también se llevaron un pedazo”, rememora el licenciado Sermeño.

Desde ese tiempo se fue reduciendo su extensión, luego le dieron un pedazo al Ministerio de Justicia, para construir unos edificios y del lado del INDES ocuparon un pedazo para crear una calle de retorno, justo donde está la estatua de Gandhi.

En 1976, siempre durante la administración del presidente Molina, el parque pasó a la administración del Ministerio de Educación y se decidió remodelar las instalaciones y transformarlo en un lugar de entretenimiento para la niñez salvadoreña.

Ese año se instalaron las primeras ruedas mecánicas, se puso a funcionar el trencito y recibió el nombre de Parque Infantil de Diversiones.

La última pérdida de terreno ocurrió alrededor de 1987, luego del terremoto que afectara al país un año antes, ese año se quitó otra porción del parque para construir nuevos edificios de la Procuraduría General de la República que habían resultado dañados por el terremoto.

Según una publicación de El Diario de Hoy, con fecha 3 de mayo de 1987, con el plan de construcción se debían talar no menos de 800 árboles nativos.

Hoy día, cinco manzanas de terreno en medio del desorden de una ciudad que cada día se llena de más y más habitantes, es lo que queda de todo el esplendor del Campo de Marte.

Un parque que seguirá sufriendo intervenciones, ya que según el documento Resumen Ejecutivo del Tramo I del proyecto final del Sitramss, publicado por el consorcio EM y A, con el proyecto se afectará un área de 2653.45 metros cuadrados, en la cual deberá modificarse el trazado de tren, el monumento a la madre y mover la malla ciclón que bordea al parque.

“Como historiador de la ciudad, me parece triste que sigan quitándole a los espacios públicos tradicionales, la historia del parque Infantil han sido vital para el desarrollo urbano de la ciudad, no solo ahora, sino desde antes… hay necesidad de mejorar las cosas pero podría evitarse quitarle espacio a sitios como estos”, opinó el historiador Sermeño.

Se trató de conocer la versión de la Secretaría de Cultura, respecto al tema, pero no se obtuvo ninguna respuesta.