Con una ceremonia solemne en la que participaron autoridades civiles y religiosas, la iglesia católica cerró las actividades eclesiásticas de los festejos dedicados al Divino Salvador del Mundo.
Cientos de feligreses se reunieron, desde tempranas horas, frente al atrio de catedral metropolitana para participar en la última actividad litúrgica programada a las 9:00 a.m.
A pesar del calor sofocante, niños, jóvenes, adultos y ancianos buscaban el mejor lugar para escuchar las palabras del arzobispo José Luis Escobar, máximo jerarca de la iglesia católica en el país.
La sombra de los arboles brindaba cobijo a muchos devotos, que buscaban la forma de protegerse de los fuertes rayos del sol de la mañana.
En la actividad, presidida por monseñor Escobar Alas, también estuvieron presentes monseñor León Kalenga Badikebele, nuncio apostólico del Vaticano; así como los obispos de las diferentes arquidiócesis del país.
Norman Quijano, Alcalde de San Salvador, también tomó parte en la misa, al igual que otras autoridades civiles y militares.
Misa de cierre
Teniendo como testigo de la homilía a la imagen del Divino Salvador del Mundo transfigurado, la misa inició bajo una leve brisa que refrescaba a los fieles católicos.
Mirian Jovel es una devota del Patrono, residente en el barrio San Jacinto, quien desde que nació hace 58 años ha asistido a todas las homilías que se realizan en el marco de las fiestas patronales.
“Me siento orgullosa y alegre de participar en estas celebraciones, ya que mi madre desde que nací me traía a la iglesia, por lo que nunca he perdido la oportunidad de celebrar con el Patrono”, dice convencida la señora Jovel.
Durante la homilía, monseñor Escobar Alas hizo un llamado especial a todos los salvadoreños para que celebren unidos el centenario de las arquidiócesis de San Salvador y las diócesis de Santa Ana y San Miguel.
Asimismo dijo a los salvadoreños que nunca se cansen de hacer el bien, ya que así existirá paz en todos los corazones.
Luego de la misa los sacerdotes participantes impartieron la Santa Eucaristía a cada uno de los asistentes.