Cuatro balazos acabaron con José Mauricio Alfaro Campos, de 15 años, un aficionado al fútbol y jugador del Discovery, un equipo formado por jóvenes residentes en Quezaltepeque, La Libertad.
El adolescente —quien recientemente fue premiado por ser el mejor goleador del equipo— fue ultimado la noche del viernes por dos pandilleros cuando pasaba frente a la comunidad El Chorizo, un sector asediado por la mara Salvatrucha, por donde él debía caminar para llegar a la colonia donde residía.
Según su padre, el estudiante de octavo grado fue llevado al hospital Zacamil por “buenos samaritanos” donde luchó por su vida más de dos horas, tiempo en el que fue operado dos veces y tuvo varios paros cardíacos que no resistió.
Testigos del hecho relataron a las autoridades que un sujeto con apariencia de marero siguió a José Mauricio y cuando este se percató empezó a correr, pero otro hombre le salió al paso y entre ambos le dispararon unas ocho veces.
Los atacantes se fugaron en una mototaxi, según los informantes.
Los parientes de “Coco”, como le decían de cariño al adolescente, sospechan que los asesinos lo confundieron con algún pandillero de la zona y por eso lo mataron.
Según los dolientes, previo al asesinato la víctima viajó con unos amigos hasta San Salvador para visitar la feria y más tarde, cuando retornó, pasó visitando a unos familiares cerca de su vivienda.
Tras el hecho violento, los padres del futbolista le revisaron el teléfono celular y no encontraron llamadas de ningún número desconocido, lo que les confirma que su muerte fue una equivocación.
Los familiares agregaron que ya llevan varios años habitando en la zona, cercana a donde se registró el atentado, y ni el jovencito ni ellos han tenido problemas con nadie.
El asesinato de José Mauricio ha generado sentimientos de indignación y conmoción entre quienes lo conocieron. A través de Facebook decenas de usuarios se solidarizaron ayer con la familia y se mostraron sorprendidos por lo ocurrido.
Algunos dijeron que horas antes lo vieron “feliz” en la feria capitalina y luego en el microbús que lo llevó de regreso a Quezaltepeque. Otras personas lo recordaron como “el compañerito” de sus hijos.