Dos hermanas que no se dan por vencidas

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Gilda Lara viaja desde Ahuachapán hasta San Salvador junto a su hermana mayor. En el Bloom estudia y recibe hemodiálisis dos veces por semana.

Por Lilian Martínez nacional@elsalvador.com

2013-08-26 8:00:00

Las hermanas Lara no tienen tiempo para lamentarse.

Yesenia del Carmen, de 20 años, y Gilda, de 11, viajan todas las semanas desde Ahuachapán hacia San Salvador.

No vienen de paseo, sino para que Gilda reciba el tratamiento de hemodiálisis y estudie en el hospital Bloom.

Yesenia del Carmen, quien está a cargo de Gilda desde que su madre murió y su padre emigró, afirma: “Allá donde nosotros está retirada la escuela y ella pasaba más tiempo aquí que allá. (…) Venir a la escuela le ayuda bastante. Es bien inteligente, así como es, ligerito va a aprender a leer y bien cabal sabe los números”.

Mientras están en San Salvador, y si no tienen dinero para pagar alquiler, se alojan en la Casa Madre de la Misericordia, un albergue sostenido por religiosas ubicado unas cuadras al oriente del Bloom.

Gilda es jovial y expresiva. Si se le pregunta algo no es de los niños que responden con un monosílabo, sino que sigue la conversación.

“¿Podemos hablar con la hermana de Gilda?”, pregunta El Diario de Hoy. Pero desde el pupitre a la entrada del salón, Gilda explica: “¡Ahorita no está! Fue a hacer un mandado. Pero le puedo dar el celular para que le llame”.

La directora, Marta de Cruz, le aconseja amablemente que no le dé el número de teléfono a desconocidos y luego le pide caminar hacia el fondo del salón para darle un abrazo.

Luego señala el esparadrapo que la niña tiene a un lado del pecho y dice: “aquí tiene el catéter (…) Estos niños se nos agravan y llegan a cuidados intensivos. Pero gracias a Dios, mi niña viene a clases caminando”.

Esta tarde, Gilda hace algunas planas y luego usa una de las laptop que una empresa de telefonía donó a la escuela.

Su hermana mayor y responsable cuenta que la niña no siempre tiene ánimo para estudiar: “Cuando se siente mal no la traigo, como por la enfermedad de ella se siente mareada. Me dice ‘no tengo ganas de ir a la escuela, vamos hasta otro día'”.

Pese a la voluntad de aprender de la una y a la voluntad de ayudarle de la otra, Gilda no está matriculada “en regla”, porque Yesenia no ha podido sacarle la partida de nacimiento. Por eso viste de particular.

El resto de alumnos de la escuela especial del Bloom recibe los uniformes y los paquetes escolares que da el Ministerio de Educación.

Dicha cartera de Estado también asigna un presupuesto a la escuela. Pero hay una necesidad pendiente de solventar, según la directora Marta de Cruz: la alimentación escolar. Al contar con esta, el gasto diario de las madres sería menor.