Estrechez y falta de apoyo asfixian a El Imposible

Salvanatura arrastra deudas que aún no disminuyen lo suficiente como para que las áreas naturales protegidas no le resulten una carga pesada de seguir llevando

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Fidel López Sandoval camina sobre el puente de "El Paso de El Imposible". Aquí suele hallar "turistas" que han entrado desde Tacuba sin pagar. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Por Lilian Martínez

2013-08-11 8:00:00

El aporte estatal para el mantenimiento de El Imposible es tan poco que este se ha convertido en una carga pesada para Salvanatura. Así lo dejó entrever el director ejecutivo de la primera fundación ecológica de El Salvador, durante una entrevista con este periódico.

Álvaro Moisés recordó que, desde hace tres años, Salvanatura le entrega al gobierno el dinero que percibe en concepto de entradas al parque y el cobro por tomas de fotografía.

Además, explicó que la crisis económica de la fundación los hizo buscar otras fuentes de ingreso a través de la venta de servicios de certificación a empresas. Aunque esta actividad ha servido para financiar el sostenimiento de El Imposible y otras áreas naturales protegidas a cargo de ellos, aseguró que las deudas que él encontró hace cuatro años no han disminuido.

Esto se ha debido, según él, a que se ha invertido en capacitar al personal para brindar los servicios de certificación.

“Posiblemente lo que vamos a dejar de hacer es manejar aquellas actividades que no son rentables y que son una carga muy fuerte para nosotros”, afirmó.

Entre esas actividades, reconoció, está el manejo de áreas naturales. Además de El Imposible, Salvanatura comaneja el complejo Los Volcanes y colabora en la conservación de áreas naturales protegidas privadas.

Aunque en la fundación se tiene la convicción de que se debe seguir trabajando en los mismos rubros que al inicio, Moisés sabe que los números rojos los pueden llevar a afirmar: “Ya no más El Imposible, ya no más Los Volcanes. ¿Por qué? Porque nadie nos está ayudando”. En sectores de El Imposible como San Francisco Menéndez, La Fincona, Campana y El Naranjito la falta de recursos es notada por los guardarrecursos.

Orlando Martínez, quien suele estar a cargo de la pluma que permite entrar al parque desde San Francisco Menéndez, muestra con tristeza el área para acampar. Donde hubo lustrosas tarimas para que los visitantes colocaran sus tiendas de campaña, ahora hay madera rota, húmeda y ennegrecida.

La chapa del baño y los servicios para los turistas está arruinada. Las hornillas de piedra para que los excursionista pudieran cocinar están deterioradas. Al preguntarle ¿quién hizo esto?, Martínez afirma que los responsables han sido algunos vecinos del parque a quienes, según él, no les gustan las visitas.

El MARN paga el salario de cinco guardarrecursos, entre los que se cuentan Martínez y Fidel López Sandoval, quien suele estar en La Fincona, un casco de finca al que se llega desde San Francisco Menéndez o desde Cara Sucia.

Salvanatura paga el salario de cuatro de sus colegas, entre los que están Miguel Ángel Catalán, apostado en el cerro Campana y Roberto López Vásquez, quien hace rondas entre San Francisco, La Fincona y Campana.

Todos saben que a uno de sus excolegas despedidos, le pagaron su tiempo en cuotas.

López Sandoval asegura que antes Salvanatura le daba uniformes no solo a sus guardarrecursos, sino también a los pagados por el MARN.

El director ejecutivo de Salvanatura explica que la fundación ha pasado por tres recortes de personal, porque los han querido hacer “de forma paulatina” para no afectar “ni a los proyectos ni a las personas”. Muchas de las personas que estaban en la planilla de Salvanatura pasaron a ser consultores, según Moisés.

Actualmente, la fundación trabaja con un grupo de 25 consultores, a los que recurre cuando hay proyectos, y tiene 28 empleados.

Tras el recorte de personal, los guardarrecursos aseguran que se turnan para hacer recorridos en el sector occidental del parque o para pasar la noche en La Fincona.

A veces, alguno de ellos camina hasta oriente, rumbo al cerro Campana para hacerle compañía a Catalán, quien permanece solo la mayoría del tiempo.

Entre marzo de 2009 y diciembre 2010, FIAES destinó $89,574 para un proyecto de protección y conservación para el Imposible y La Barra de Santiago, para el que Salvanatura aportó una contrapartida de $39,245.

Ese fue el último proyecto que FIAES financió para El Imposible. Sin fondos FIAES y sin las entrada al parque vinieron los recortes: de personal, de mantenimiento, de estudios científicos y de campañas educativas.

Moisés recuerda: “Hubo un momento en que tuve que ir seriamente a hablar con los titulares (del MARN) y decirles: ‘Estamos poniendo la cara ambos’. El parque nacional, es cierto, está en comanejo pero no es Salvanatura la que está quedando mal, sino que también el ministerio”.

Fue así como Salvanatura consiguió lo que Moisés califica como el único proyecto que han podido desarrollar con el ministerio en estos cuatro años: $18 mil dólares provenientes de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El dinero sirvió para reparar estructura básica en el sector de San Benito, el más visitado por los turistas y que ya estaba en condiciones precarias, según Moisés.

“De esta manera vemos que realmente la intención, la voluntad política que debe de existir no está ahí… Las áreas naturales no han estado en la gestión de Medio Ambiente ni lo van a estar en este período”, afirma.