La joya natural que pende de un hilo

Desfinanciada, la mayor área natural protegida del país carece de mantenimiento y pasó de tener 28 a 9 guardarecursos en los últimos años

descripción de la imagen
Foto EDH/ Mauricio Cáceres

Por Lilian Martínez

2013-08-03 8:00:00

Escarpada. Así es la realidad de una de las llamadas “joyas de la corona” del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas: El Imposible. Este “parque nacional”, propiedad estatal comanejada por Salvanatura, tiene menos recursos para su protección que Montecristo, otra joya de propiedad estatal manejada por el Ministerio de Medio Ambiente (MARN).

Montecristo tiene 1,973 hectáreas y 18 guardarecursos. El Imposible tiene 3,989 hectáreas y nueve guardarecursos. Así, mientras en el primero hay un guardarecursos por cada 116 hectáreas, en el segundo hay uno por cada 443 hectáreas.

Las cifras son solo la muestra de lo que ocurre en la mayoría de áreas naturales protegidas de El Salvador: la falta de recursos financieros “obliga” a recortar personal y a renunciar a proyectos de investigación científica y de educación ambiental de las comunidades vecinas.

“Generalmente, se hace lo mínimo”, afirma Marta Lilian Quesada, directora del programa Salva Ecosistema de Salvanatura.

Ella recuerda que el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas pertenece al Estado y que según la Ley de Áreas Naturales Protegidas el MARN es el ente rector de dicho sistema. “Pero como sucede en muchos países de Latinoamérica, para no ir muy lejos, las organizaciones no gubernamentales vienen a sustituir al Estado en aquellas tareas que el Estado no es capaz de afrontar”.

Por ello, en el país hay más de 30 organizaciones que comanejan áreas naturales protegidas. Una de las más emblemáticas es Salvanatura.

La Fundación Ecológica de El Salvador (Salvanatura) comaneja El Imposible desde antes que el país tuviera Ley y ministerio de Medio Ambiente. Durante muchos años, el apoyo de la empresa privada y proyectos de cooperación internacional, le permitieron a esta fundación pagar salarios y los costos operativos del manejo de El Imposible y de Los Volcanes, otra área natural a su cargo. Pero ya no es así.

Álvaro Moisés, director ejecutivo de esta fundación, explica que desde hace cuatro años la fundación ha hecho recortes para salir de una difícil situación financiera.

Él recuerda que hubo un tiempo en el que se tenían 28 guardarecursos en El Imposible. De ellos, 17 recibían salario de Salvanatura y el resto del MARN.

En 2009, cuando Moisés asumió la dirección ejecutiva hubo cambio de gobierno y, en sus palabras, “muchas de las reglas de juego” cambiaron. Al inició, según él, el MARN le ofreció a las comanejadoras contratar grupos de 60 guardarecursos en periodos semestrales.

“Eso nos ilusionó y dijimos: ‘Bueno, se nos baja una carga muy grande'”. Al mismo tiempo, Salvanatura empezó a recortar personal, porque FIAES ya no dio fondos a las comanejadoras para contratar guardarecursos.

“Los guardarecursos del ministerio nunca llegan y si llegan es un grupo muy reducido”, afirma. Actualmente, en el Imposible hay nueve: cinco los paga el MARN y cuatro Salvanatura.

Moisés reconoce que también se redujo la inversión en investigación científica, infraestructura, manejo y personal para crear, limpiar y mantener senderos.

Los guardarecursos Fidel López Sandoval y Roberto López Vasquez recuerdan que había campañas en las escuelas de Tamacha, El Corozo, El Naranjito, Cara Sucia y San Francisco Menéndez.

Están al tanto de que “han bajado las entradas” de Salvanatura y por ello “bajó el personal”. Saben que a uno de sus excompañeros le han pagado su tiempo “en mensualidades”.

A diario, estos hombres de 56 y 71 años respectivamente aseguran caminar hasta 15 kilómetros como mínimo. “Los patrullajes más largos que tenemos son de 21 kilómetros”, afirma López Sandoval.

En un recorrido desde el casco de San Francisco hacia La Fincona y viceversa la falta de mantenimiento de calles y senderos es evidente. “Aquí el camino se deterioró”, reconoce el guardarecursos Orlando Martínez para agregar: “Tiene como 15 años que se hicieron esos senderos… Ya no les dieron mantenimiento. Ya no hubo fondos”.

Caminos que algunas vez sirvieron a los dueños de fincas de la zona para transportar sus productos son ahora inaccesibles para los vehículos y solo son recorridas a pie por quienes viven en las comunidades aledañas al parque.

Durante sus recorridos, Orlando y sus compañeros llevan consigo el almuerzo: tortillas, frijoles y queso.

Solo mientras permanecen en el casco de La Fincona pueden calentar ese almuerzo, pues ahí hay una cocina con dos hornillas y gas, costeado por Salvanatura. Ahí se abastecen con agua de vertiente y tienen un radio de comunicación que funciona gracias a un panel solar instalado también por la fundación.

En esos recorridos de 8, 15 y 21 kilómetros, según sea su punto de partida y de llegada, estos hombres se han encontrado más de una vez con cazadores y pescadores furtivos.

Extraer los recursos naturales de un área natural protegida es prohibido, pero habitantes de cantones como Tamacha hacen caso omiso.

¿Qué hacer en ese caso? Martínez responde: “Si andan solo con perros y los logramos hallar, porque cuesta, hablamos con ellos, les hacemos conciencia… a buenas. Unas veces hacen caso… Pero ya el que entra de noche ese anda cazando con armas. Entonces lo que hacemos es hablarle a la policía. Nos unimos con ellos y muchas veces han caído”.

Esa colaboración entre guardarecursos y PNC le ha granjeado reclamos a algunos guardarecursos.