Más de dos años a la espera de un trasplante de riñón

Samanta, una adolescente con daño renal, reanudó sus estudios clínicos para someterse a la operación. Los exámenes se le han vencido dos veces.

descripción de la imagen
Pacientes con insuficiencia renal del hospital Bloom.

Por Yamileth Cáceres nacional@eldiariodehoy.com

2013-07-06 8:00:00

Son las 12:30 del día. Samanta, una adolescente de cabello rubio y tes blanca saca de una bolsa un plato con comida y vierte fresco en un pequeño vaso de plástico.

Está sentada en una de las bancas de los pasillos del Anexo del Hospital de Niños Benjamín Bloom, se apresta a entrar a su sesión de hemodiálisis, una terapia que le permite limpiarse los tóxicos del cuerpo, una de las funciones que realiza el riñón.

Samanta fue diagnosticada a los 12 años con insuficiencia renal crónica, al año tuvo que ingresar a diálisis, la función de sus riñones había llegado al cinco por ciento.

La joven fue diagnosticada en el hospital San Juan de Dios de Santa Ana.

“Me dijeron que para lograrla mantenerla (viva) era necesario hacerle la diálisis, ese paso es el que no queríamos dar y esperamos hasta que ella cayó en crisis y ya no podíamos hacer nada”, comentó su madre María.

En ese tiempo, la adolescente fue tratada con medicamentos.

Mientras su hija come, María hace un recuento de lo vivido en estos últimos cinco años y su aspiración porque su hija pueda ser trasplantada, un deseo que se ha visto apocado por más de dos años.

Ese día que le informaron que Samanta tenía que empezar con la terapia sustitutiva “yo enloquecí, son cosas que lo dejan marcado a uno. Yo no lo aceptaba”, manifestó la señora.

Ya había visto morir a personas de esa enfermedad, su temor era que su hija muriera también.

La adolescente viaja dos veces por semana del occidente del país al hospital Bloom, ahí se conecta a una máquina por cuatro horas. El equipo hace parte de las funciones del riñón.

Esa rutina es la que quieren dejar por medio del trasplante de riñón. María dice que hace más de dos años Samanta y su donante, un familiar, iniciaron el proceso.

Ambos se sometieron a una serie de exámenes necesarios para poder programar la cirugía.

Los médicos les dijeron que harían la intervención, pero esa fecha no se llegó, los exámenes se vencieron y al cabo de un tiempo tuvieron que repetírselos.

En esa fecha, tres jóvenes se prepararon con los análisis indicados por los especialistas, pero el programa de trasplante del Bloom se detuvo durante 21 meses.

Ahora nuevamente la esperanza apareció, los médicos les han pedido que actualicen los estudios clínicos.

La idea es poder realizar dos operaciones más de este tipo en lo que resta del año. Samanta sería una de las beneficiadas.

¿Por qué buscan el trasplante de riñón?

“Para que ella descanse. Entrar ahí (a hemodiálisis), aunque uno sabe que sino es por eso no se mantienen vivos, es un riesgo, ahí puede pasar lo peor”, comentó María.

Uno de los estudios realizados en Guatemala tiene un costo de $1,500, este ahora se lo harán a través del convenio entre el Ministerio de Salud y el Seguro Social. La madre de Samanta indicó que tienen la fe puesta en Dios de que hoy sí se concretará la operación.

“Aunque no es la cura, pero es un tratamiento para hacerle más suave la carga a ella”, añadió la señora.

A la joven de 17 años le gusta bailar y pasar en su computadora, su aspiración profesional es convertirse en médico.