José Miguel Cruz: “Las pandillas son las que mandan; se sienten empoderados”

El analista no descarta que el país pueda volver a los niveles de violencia de antes de la tregua y advierte la presión que estos grupos armados son capaces de ejercer sobre las autoridades legítimas del país. También habla de las apuestas para el nuevo gobierno que surja de las próximas elecciones presidenciales de febrero de 2014

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Es profesor asistente en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida.

Por tomás guevara Corresponsal en Washington

2013-07-09 7:45:00

El académico salvadoreño José Miguel Cruz, profesor asistente en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida y quien con frecuencia diserta en Washington sobre el tema de la seguridad ciudadana y el problema de las pandillas en El Salvador, valora la coyuntura actual del país con el trasfondo de la tregua entre maras.

Cruz, quien antes de emigrar a Florida, Estados Unidos, para cursar estudios de posgrado, ejerció como director del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana (UCA), considera que en este momento el gobierno de Mauricio Funes, al que todavía le quedan 11 meses de mandato y responsabilidad con los salvadoreños, no tiene nada en claro ni tan siquiera un proyecto en las manos para articular algún esfuerzo tendiente a garantizar la seguridad pública de los salvadoreños.

El académico, que ha disertado ante tanques de pensamiento en Washington y ha escrito con agudeza crítica sobre el proceso de tregua en el país, conversó con El Diario de Hoy y dejó ver cómo sus análisis están calzando en el desenvolvimiento del fenómeno, de forma particular en lo que se refiere al robustecimiento de las estructuras de pandillas con los beneficios de la tregua.

A principios de mes, las pandillas incrementaron los homicidios en el país. ¿Qué puede significar esto en la frágil situación de seguridad pública de El Salvador?

Lo que sabemos es que los homicidios aumentaron; por un lado hay mucha incertidumbre, en especial por el lado del Gobierno por los cambios y las transiciones que se han dado. Me parece que no hay un liderazgo claro con respecto a qué hacer en relación con las pandillas o no hay una idea clara de qué se debe hacer y eso ha generado incertidumbre y no hay duda de que el repunte de los crímenes está vinculado a eso.

¿Cree que esto tenga más relación con cierto cambio en la postura de las actuales autoridades de Seguridad Pública en cuanto a la tregua? ¿O podría ser producto de una debilidad en el proceso mismo del acuerdo entre maras?

No estoy completamente seguro de que durante del período de David Munguía Payés haya habido total claridad de qué hacer. Porque el discurso del ministro tenía contradicciones con el discurso del resto del Gobierno. Por un lado, el ministro decía que era una estrategia del gobierno; y, por otro lado, el presidente lo negaba y le adjudicaba la iniciativa a los mediadores. Obviamente las cosas se han complicado más con el nuevo ministro (Perdomo), porque él no está completamente de acuerdo con la tregua, y el Gobierno tiene que hacer algo porque al fin y al cabo estuvo negociando con las pandillas, y hubo una comunicación de alguien que era un representante oficial del Gobierno. Entonces, creo que lo que vemos es que hay un cambio del titular, pero en general el Gobierno sigue con una posición muy ambigua sobre ese proceso. Una total falta de claridad del gobierno en qué hacer.

¿Qué repercusiones puede tener este giro de timón tanto en la percepción ciudadana como dentro de los involucrados en ese proceso?

Lo que me parece a mí es que va a verse un aumento de la violencia. No sabría decir si repentino o lento, pero que probablemente en algún momento obligue al Gobierno a cambiar su discurso. Eso dependerá mucho de la dinámica de interacción entre las pandillas y el Gobierno.

Lo que siente y resiente la población…

Si uno analiza con detenimiento lo que ha sucedido en el país con esa rebaja de los homicidios mira en el fondo que el primer problema de la inseguridad no se resolvió y no hay nada que nos haga pensar que hay una estrategia fundamental para resolver ese problema de inseguridad. Lo que se atendió de manera transitoria fue el número de homicidios, pero eso, incluso, las encuestas lo decían claramente: a pesar de la reducción de asesinatos, la gente no se siente más segura, sigue reportando extorsiones, los empresarios siguen quejándose de aumentos en los montos que pagan a las pandillas; además de las desapariciones, no ha habido claridad sobre que está sucediendo.

¿Entonces en el medio queda mucho que ver?

Claro, porque este Gobierno sigue sin resolver el tema de la seguridad, siendo ese el problema principal, y a un año de que termine este Gobierno no hay claridad de qué hacer con ese serio problema. Porque en la primera parte de esta administración había un plan, bastante bueno que se había articulado, que nunca llegó a ponerse en práctica porque se desarmó cuando empezaron los cambios en los titulares de seguridad (salida de Manuel Melgar y Henry Campos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública), quienes tuvieron un equipo que estaba trabajando en un tema integral que había que esperar cómo se implementaban esas cosas para ver resultados; había mucha más claridad. Esto se vino abajo en el segundo año de gobierno y desde entonces esta administración no ha dado un pie con bola en cuanto a la seguridad.

En Estados Unidos, ya que usted con frecuencia expone la situación de violencia e inseguridad del país en Washington, ¿qué mensajes estarán sacando de la nueva coyuntura en la seguridad pública de El Salvador?

Hay que esperar. Yo mismo he sido un crítico de la tregua en todo este camino. Escribí sobre esto con el hecho de que la tregua a la larga lo que estaba haciendo era fortaleciendo a las pandillas y me parece que eso no ha cambiado en nada; por el contrario, las pandillas están más fuertes, porque si usted hace un recorrido por algunos barrios de municipios de El Salvador y habla con la gente lo que ellos dicen es que los pandilleros son los que mandan y ya casi legítimamente reconocidos, o se sienten empoderados para mandar.

¿Algo seriamente grave para la institucionalidad del país?

Sí, como lo decía en algunos escritos, el problema es que el Gobierno nunca ha articulado un plan de desmovilización y de participación integral. Con la tregua lo que hicieron fue simplemente reducir los homicidios a como diera lugar. Si vemos experiencias de ese tipo, cosas similares han sucedido en otros países, algo en menor escala sucedió en Medellín, Colombia, en la década de 1990, con las pandillas y los grupos armados en esa ciudad o en algunas favelas en Brasil, en Río de Janeiro. Ciertamente ha habido treguas que por cierto tiempo funcionan, pero que luego de un tiempo se caen y la violencia vuelve con la misma o con mayor intensidad. Esa ha sido la experiencia en otros lugares.

¿La campaña electoral adelantada en El Salvador puede incidir en este complicado panorama?

Las pandillas se están preparando para quien resulte electo como presidente en el nuevo gobierno. Lamentablemente las pandillas han aprendido a negociar con el Gobierno. Si uno revisa la historia de la violencia, en los últimos años, lo que uno ve es que justo antes de las elecciones o antes de que los gobiernos ya instaurados decreten alguna medida, los homicidios se disparan, la violencia se vuelve grave, como una manera de obligar al Gobierno a conceder algunos beneficios. Si lo recuerda, el paro de transporte cuando las pandillas paralizaron al país por dos días, eso fue en respuesta a la intención del Gobierno de decretar una nueva Ley Antimaras; así pasó antes de esta tregua, uno ve la curva de homicidios, cuando asumió (David) Munguía Payés, que hubo un repunte fuerte de asesinatos. Esta es una dinámica que lamentablemente los grupos armados y las pandillas han aprendido a usar para poner presión sobre el Gobierno. Y no me extrañaría que esto suceda de cara a las elecciones.