SAN MIGUEL. El templo de Nueva Guadalupe fue insuficiente para albergar a los cientos de ciudadanos que asistieron a dar el último adiós a los seis miembros de la familia Solórzano que perecieron en un accidente de tránsito registrado el jueves en La Paz.
Los restos de Antonio y su esposa Juana, así como el de su hijo Humberto y los de sus nietos Cristian, Guadalupe y Lourdes, fueron sepultados ayer en el cementerio de la localidad.
Al sepelio asistieron vecinos, amigos, conocidos y familiares de las víctimas, quienes eran muy queridas en el cantón San Luis, del cual eran originarios.
Los cuerpos, tal y como este medio lo informó ayer oportunamente, fueron velados en la ermita del cantón San Luis, sitio al que también la comunidad de Nueva Guadalupe se volcó para acompañar a los dolientes.
Las muestras de apoyo fueron masivas ayer.
El parque central de Nueva Guadalupe se transformó en una extensión de la iglesia, que se volvió insuficiente para albergar a toda la gente que acompañó los actos fúnebres.
Edith de Solórzano, esposa de Humberto y madre de Cristian, Guadalupe y Lourdes, aseguró durante la misa de cuerpo presente que “Dios nos presta a los hijos y el sabe cuánto tiempo lo hace, si tres, cinco o seis meses, uno o tres o cinco o 13 años. Le doy gracias por prestarme a mis angelitos que hoy nos cuidarán desde el cielo”.
Luego agregó que “Dios también me prestó a mi esposo, y como Él dice, hasta que la muerte los separe”.
El deceso de los Solórzano quedará registrado en la mente de los lugareños por mucho tiempo, debido a la popularidad que esta familia tenía en la localidad, toda la multitud que les dio el último adiós los recordará como excelentes personas, vecinos y amigos.