Steven Dudley: “Las víctimas han sido olvidadas”

Para el autor, los cambios en seguridad pública afectarán al proceso de la tregua, pero ésta se mantendrá

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Steven Dudley es el codirector de InSight Crime, una iniciativa conjunta de la American University y la Fundación Ideas para la Paz en Colombia, cuyo objetivo es el seguimiento, análisis e investigación de la delincuencia organizada en la región de América Latina.Como parte de la tregua, los pandill

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2013-06-13 7:55:00

¿De dónde surge este informe y qué nueva información busca presentar sobre el fenómeno de la violencia y las pandillas en El Salvador?

Esto es parte de una serie de estudios que se están haciendo en American University, en la parte del Centro de Estudios Latinoamericanos de esta universidad. Es un proyecto que está financiado por la Fundación Henry Luce y el informe es el primer producto que sale de una serie sobre religión y violencia; el papel de la Iglesia en cuestiones de violencia. Serán alrededor de 15 estudios que ellos han contratado en varias partes de América Latina sobre el tema de cuál es papel de la Iglesia y cómo analizamos como académicos este punto. El estudio sobre El Salvador es el primero de la serie.

Sobre la tregua se han discutido otros puntos, pero no se había analizado el papel de la Iglesia Católica en el proceso. ¿Qué resultados se pueden destacar a partir de esta variable?

La primera variable es la historia misma de la Iglesia en El Salvador, que es una historia compleja con múltiples niveles, y con tendencias políticas a la izquierda, a la derecha y centristas. Parte de la historia de la Iglesia también está tocada por la violencia, como ataques a catedráticos, al obispo y a monseñor Romero, por ejemplo. Hay una tendencia a entender esas dinámicas sociales violentas. Entonces nos preguntamos: ¿Qué hace la Iglesia frente a un actor que no es un actor político y que no tiene unas metas políticas claras, como lo son las pandillas? Además de ser un actor que lo que ha hecho es victimizar de una manera sistemática a los más pobres, y no necesariamente intentando cambiar el sistema, sino aprovechándose de los vacíos que hay en ese sistema.

Eso plantea un dilema…

Claro. ¿Qué papel juega la Iglesia ahí? Porque el actor mismo no es muy claro y la Iglesia tiene problemas por resolver y no sabe qué posición tomar: por un lado, entienden que es un elemento que afecta a la gran mayoría de la gente y a sus propios feligreses; pero por otro lado no quieren legitimar a ese mismo grupo. Entonces están en ese dilema. Otro elemento es el factor político: existen algunos intentos por parte del exministro de Seguridad, Munguía Payés, de posicionarse políticamente. Esto supone la existencia de un riesgo al meterse en esa cuestión de una tregua que podría ser una manipulación política a favor de un actor u otros actores.

¿Qué otros factores están en juego?

Una tercera variable es cuestión de personalidades. Tal vez se puede ver como una pugna dentro de la misma Iglesia, porque el posicionamiento público sobre cuestiones como la tregua de pandillas te puede ayudar. Si tú eres el generador de ese tipo de tregua, te puede dar prestigio y poder dentro de la Iglesia y de la misma estructura eclesiástica.

¿Cómo puede interpretarse el que la Iglesia estuvo presente al inicio del pacto con el aval del Nuncio Apostólico, pero después fueron dejando solo al obispo Fabio Colindres en el proceso?

Creo que una parte de la jerarquía de la Iglesia tiene mucho temor sobre cuáles son las implicaciones de esto. Esa parte de la jerarquía entiende que la gran mayoría de la población está en contra de la tregua y, si bien la tregua ha tenido unos efectos muy importantes en cuanto a la reducción de homicidios, no ha tenido un impacto importante en su vida cotidiana. Por ejemplo, con el tema de las extorsiones, que es la parte que más les afecta. Las muertes son terribles y las amenazas constantes también, no se diga los reclutamientos forzosos de jóvenes, pero no se han visto cambios en cuestión de extorsiones, que siguen siendo parte de la vida cotidiana de la población.

¿Víctimas olvidadas?

Los feligreses se sienten como víctimas olvidadas en este juego, porque llegan los multilaterales y las fundaciones y lo que van a financiar son proyectos para pandilleros. Entonces dicen: “A estos que han estado victimizándome durante 20 años ahora les van a dar dinero, mientras yo estoy aquí intentado montar mi proyecto económico y nadie me va ayudar”. Hay un conflicto entre quienes no forman parte del elemento social de las pandillas, el resto de la sociedad, que está diciendo: “Si van a llegar a ayudar que la ayuda sea para todos”.

Un reclamo legítimo…

Sí. Las víctimas han sido olvidadas porque parece que el Gobierno no quiere darles una voz fuerte; entonces empiezan a reclamar a través de sus parroquias y ahí recibe la Iglesia el mensaje de que están en contra de la tregua, y eso se filtra para arriba (la cúpula de la Iglesia), y de allá entienden que es un proceso sumamente complicado y que casarse institucionalmente con esa tregua puede tener implicaciones para ellos y alejarlos de sus propios feligreses.

¿Qué cree que está pasando con la macro institucionalidad de la Iglesia con esas dobles vías?

La Iglesia tiene la obligación de seguir trabajando con víctimas, con gente encarcelada; y bajo esta justificación es que Colindres entra en el proceso: “Voy a trabajar con los que están presos”, pero tiene la obligación también de atender a las otras víctimas y dar voz a los que no tienen voz.

¿Cree que han existido presiones desde fuera hacia la Iglesia salvadoreña?

Seguramente hay conversaciones sobre el tema de hasta dónde pueden llegar. El hecho de que al principio salgan para avalar el proceso y luego se escondan, es una muestra de su temor a los altos, pero muy altos niveles en Roma; un temor que tienen frente a esa cuestión de la tregua.

Estados Unidos mantiene una apreciación negativa, no del resultado de la tregua, pero sí de todo lo que no se logra entender acerca del proceso. ¿Qué elementos propone este análisis como el suyo para abonar al debate?

El peligro es enviar el mensaje de que subir o bajar homicidios te sube o te baja el capital político que tienes. Si tú empiezas a dar ese mensaje a cualquier grupo, ya sea pandilleros, crimen organizado o terroristas, es un mensaje muy peligroso, de jugar así con la vida. Creo que ellos (gobierno de Estados Unidos) lo perciben desde ese punto de vista. Es como la misma cosa de “Aquí no se negocia con terroristas” (una política del gobierno de los Estados Unidos), en el sentido de que no pueden entregarles capital político (a las pandillas) por haber hecho tanto daño; eso es un cálculo. Pero el gobierno de El Salvador tiene otro cálculo: ellos viven en la realidad y piensan que tienen que bajar la intensidad de la violencia y eso les podría dar el espacio que necesitan para poder rehabilitar y reintegrar a los pandilleros.

La salida de Munguía Payés como ministro de Seguridad Pública y la postura de la Conferencia Episcopal de desmarcarse del proceso, ¿qué implicaciones cree que esto tendrá para el futuro de la tregua?

Yo creo que la tregua continúa. Mientras que el Gobierno, desde la presidencia, mantenga una posición de apoyo, esto sigue con perspectivas; la variable más grande es la campaña presidencial. La salida de Munguía Payés sí puede debilitar el proceso, por supuesto, porque era el interlocutor más importante que tenían los pandilleros y ya no está. Sin embargo, el presidente de El Salvador ha hecho giras incluso aquí a Washington para ganar apoyo a la tregua, y mientras exista ese apoyo va a seguir existiendo la tregua. Y eso les interesa a los pandilleros.

¿En qué sentido?

Les interesa por varios factores: los líderes son mayores, tienen otras perspectivas de vida, tienen familia, tienen tal vez aspiraciones políticas, quieren tal vez llegar a legalizarse; hay un rango de intereses allí. No creo que la tregua represente lo mismo para todos. Para unos puede representar una oportunidad de entrar en el mundo criminal como grandes, pero por otro lado les interesa el término más legítimo de entrar en la política o crear su negocio. Lo que fuera, hay todas las posibilidades entre esos dos extremos.

¿Cree que las pandillas y los apoyos que tienen, que según estimaciones del gobierno son 67 mil pandilleros y casi un medio millón de personas en sus bases, sigue siendo un botín apetecido para algún grupo político?

Si pueden mostrar en esa elección (2 de febrero de 2014) que tienen esa capacidad de movilizar a gente, esa será la prueba. La prueba de fuego viene ahora. Así que esta elección será definitiva para ver hasta qué punto tienen un control político y una posibilidad de manejar la situación.

Según su apreciación, ¿la buena voluntad de la Iglesia fue usada en el proceso de la tregua?

Yo creo que definitivamente hay una percepción de que la Iglesia fue usada con fines políticos deliberadamente con la tregua; si no por Colindres, por otros miembros de la jerarquía de la Iglesia.

¿Qué precio podría pagar el clero por esto?

No sé, tal vez ninguno, depende de cómo salga. ¿Qué costo podría tener estar ligado o no con la tregua y estar ligado con los resultados de la tregua? Eso sí es el gran peligro para la iglesia. No sé si se pueden desligar en este momento, me da la impresión que intentan hacerlo, que fue una sorpresa cuando salió el comunicado (de la Conferencia Episcopal de El Salvador), con la misma firma de Colindres, donde decían: “No estamos de acuerdo con esto”. No voy a decir que Colindres sea ingenuo, pero tal vez no sea realista de que cuando una persona de alto nivel participa, eso liga automáticamente a la iglesia, a pesar de lo que diga la Conferencia Episcopal. El hecho de que una persona como él participara es un aval de la Iglesia Católica en El Salvador. No es lo mismo que participe Colindres a que participe el Padre Toño, por ejemplo.

Como extranjero ajeno al fenómeno de la violencia en El Salvador causada por las pandillas y el dolor que tienen las víctimas por el daño que les han causado las maras, ¿cómo cree pueden sanarse esas heridas y lograr un auténtico perdón?

Solo con el tiempo, cuestión de tiempo, que es el que cura todo. Tienen que dejar de victimizar a la gente. Es lo único. No hay más.