Piden estado de emergencia en el Chaparrastique

Deslaves y cárcavas tienen en vilo vecinos de zonas en riesgo

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Esta es una de las nuevas cárcavas que se formaron con las lluvias de los últimos días y que ya dejaron personas afectadas por los deslaves. foto edh / francisco torres

Por Francisco Torres comunidades@eldiariodehoy.com

2013-06-05 7:00:00

SAN MIGUEL. Por la urgencia con la que se debe intervenir la vulnerabilidad del volcán Chaparrastique, tras un incendio que destruyó 500 hectáreas de maleza y bosque en febrero, la comisión municipal de Protección Civil pidió a la Secretaría de Vulnerabilidad de la Presidencia de la República que decrete estado de emergencia en el volcán.

Eso les ayudaría a las cinco municipalidades afectadas a invertir recursos sin tener que pasar por engorrosos procesos y, además, obligaría a todos los ministerios del Ejecutivo a participar de las obras de mitigación que urgen.

El riesgo de deslaves resulta peor de lo estimado y los deslaves han comenzado a impacientar a los lugareños.

Hace 15 días, una fuerte tormenta dejó 10 viviendas afectadas en el caserío La Cruz, del municipio de Chinameca; la semana pasada otra cifra similar de casas fue afectada en el caserío El Carreto, en la comprensión de San Miguel.

Esas comunidades fueron inundadas por torrentes de lodo que bajaron desde la parte alta del cono volcánico.

Las corrientes de lodo originaron ocho nuevas cárcavas de hasta 15 metros de ancho y cuatro de profundidad, que cada vez que llueve se convierten en ríos de lodo.

Esas corrientes incluso han llegado hasta la calle a Placitas, donde aún se aprecia la magnitud de los deslaves, ya que 1.5 kilómetros de la calle están cubiertos de lodo.

Estas zonas nunca habían sido afectadas por deslaves.

El problema es tan serio que el gobernador Sergio Benavides incluso evalúa la idea de evacuar al menos 60 familias que habitan en los caseríos La Cruz y El Alto, de Chinameca, además de El Carreto, en San Miguel, porque están situadas en el curso de las cárcavas.

“Vamos a evaluar si es necesario sacar a esta gente en los próximos días porque el riesgo que tienen es muy grande”, señaló. El plan sería sacar a las familias y mantenerlas alejadas de sus casas durante todo el invierno.

Otra verificación

Ayer Protección Civil departamental hizo una nueva verificación de la situación, pero esta vez fueron acompañados por vulcanólogos y un amplio equipo técnico para determinar la gravedad del asunto.

Esta es la quinta verificación que hacen en los últimos dos meses y hasta hoy han dado pocos resultados.

Óscar Portillo, de Protección Civil municipal, señaló que el recorrido de ayer es en reacción a la solicitud de declaratoria de emergencia que hicieron al final de la semana pasada y argumentó que ellos ya tienen un plan sólido, pero solo en la jurisdicción de su municipio.

Ya tienen definidas posibles rutas de evacuación, identificaron posibles albergues y hasta comunidades a las que habría que desalojar durante las tormentas más fuertes.

Insiste en que una declaratoria de emergencia les ayudaría incluso a librar un escollo legal: las comunas no podrían invertir recursos en la actualidad porque algunas de las obras tendrían que realizarse en haciendas privadas y otras en los terrenos del Ministerio de Medio Ambiente, y la ley les impide gastar dinero en bienes que no sean de la municipalidad.

Por su parte, Benavides habla de empezar a hacer un censo para identificar familias en riesgo que habitan en municipios distintos a San Miguel, pero siempre en las faldas del volcán, porque hay comunas que se han mostrado apáticas a participar en estas tareas.

Entre ellas El Tránsito y San Jorge, que ayer no llegaron a la convocatoria.

Benavides precisó que en los próximos días definirán qué acciones inmediatas llevarán a cabo para reducir la vulnerabilidad.

Tiene en mente que una solución sería obras de ingeniería, como gaviones, pero dentro del gabinete departamental de Protección Civil hay quienes piensan diferente.

Uno de ellos es Sergio Motto, jefe regional del MOP, para quien la solución inmediata es colocar barreras vivas en el curso de las cárcavas.

Motto explica que “si se colocan estacas de bambú transversalmente en las cárcavas con una distancia de tres o cinco metros entre cada fila solucionaríamos de gran manera el problema, luego habrá que reforestar”.

Para Motto, las obras de ingeniería no son viables en las faldas volcánicas, debido a las condiciones en las que habría que trabajar y al mismo suelo, que está formado por arena y ceniza y que está suelto.

A Portillo le urge que, en la porción de su municipio, les faciliten la maquinaria para limpiar unos gaviones que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) construyó después de los terremotos del año 2011 y que ya están azolvados.

Habla también de reforestación, pero eso es un proyecto a largo plazo “y lo que realmente urge es hacer algo ya”, reconoció Pineda.

La reforestación no es viable ahora, según Pineda, porque no solo se trata de ir a sembrar árboles; antes hay que hacer un estudio para determinar cuáles son las especies nativas del cono volcánico, luego sembrarlas y darles el seguimiento que necesitarán.

Ese estudio llevaría por lo menos seis meses; mientras que si el equipo técnico se decanta por obras de ingeniería, la realización del estudio técnico, la gestión de fondos más el proceso de licitación “retardarían esto hasta el próximo año”, señaló Motto.

Si declaran la emergencia podrían hacer contrataciones directas, sin tener que cumplir los tiempos de las licitaciones, dijeron las fuentes.

El incendio fue a finales de febrero y las autoridades se toman en serio la problemática tres meses después, cuando ya los estragos comienzan a dejar damnificados.

Llevan delantera

Ante la parsimonía con la que ha actuado la comisión de Protección Civil departamental, los lugareños y propietarios de las haciendas cafetaleras han comenzado a hacer algunas obras, pero son muy pequeñas.

En algunos lugares comenzaron a sembrar estacas de bambú y a colocar diques de piedras para minimizar la fuerza del agua y el lodo.

Mientras tanto, habitantes como Javier Mendoza, quien reside cerca del parque de Placitas, está muy asustado.

“Porque estas correntadas de lodo nunca las habíamos visto llegar hasta acá”, asegura el oriundo de las faldas del Chaparrastique.

Pastora Bernales, otra lugareña, se quejó de que las autoridades no le han puesto mano al asunto “solo porque quienes vivimos aquí somos gente pobre y por eso es que no les importamos”.

María López, otra vecina, no entienden por qué “si las autoridades tuvieron tres meses sin lluvia para hacer algo y no lo hicieron, pero ahora que ya empieza a llover vienen queriendo resolver todo”.

Benavides señaló que las obras que se determinen, tras el estudio de ayer, se realizarán a la brevedad posible y que si es necesario “trabajarán bajo la lluvia”, pero algo que no es claro es de dónde sacarán los recursos para invertir.

Ayer varios jefes locales de ministerios se encogieron de hombros cuando se les pregunta si sus instituciones disponen de dinero para invertirlo de inmediato.