Ordenan a dos sacerdotes en Tonacatepeque

Hace más de 10 años que no había una en el lugar

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Monseñor José Luis Escobar impuso sus manos para consagrar al nuevo sacerdote. Foto EDH/ César Avilés

Por Nidia Hernández comunidades@eldiariodehoy.com

2013-04-14 9:00:00

Los cohetes de vara anunciaron que Tonacatepeque estaba de fiesta por la ordenación presbiteral de Pedro Aranzamendi y Héctor Henríquez, jóvenes que ayer fueron consagrados como presbíteros.

La parroquia San Nicolás Obispo lució repleta de feligreses que acompañaron a los nuevos pastores.

El júbilo entre los católicos era evidente, ya que hace más de 10 años no se llevaba a cabo una ordenación en este templo. “Que yo recuerde, hace mucho tiempo que no festejamos una ordenación aquí. La verdad es que estamos contentos con los nuevos sacerdotes, es una bendición de Dios”, afirmó la feligrés Mercedes Brizuela.

Las campanas empezaron a sonar para avisar que la celebración daba inicio. En ese momento, el canto de entrada le dio paso a la procesión de más de 25 sacerdotes que concelebraron la misa, la cual fue presidida por el Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas.

Monseñor Escobar Alas felicitó a los nuevos ministros y los instó a seguir los pasos de Jesús como Buen Pastor, ya que el pueblo necesita mucho de la Palabra de Dios.

“Gracias por escuchar el llamado de Dios. Hoy serán sacerdotes para siempre, para servir a la gente. Eso sí, déjense siempre ungir por el poder del Espíritu Santo”, reiteró.

Aranzamendi y Henríquez estuvieron siete años en el seminario. Tiempo durante el que estudiaron diversas materias que les servirán de base para ejercer su vocación.

Aranzamendi, a quien algunos llamaban “padre Pedrito”, el sacerdocio “es un don y un misterio, algo que uno mismo no se lo eroga, sino que es algo que viene dado. Se siente el llamado y uno responde”. Los recién ordenados serán enviados a distintas parroquias en los próximos días para que apoyen la evangelización. Los católicos de Santo Tomás rezarán por ellos, para que sean fieles al ministerio recibido y a los votos de castidad, pobreza y obediencia al Obispo con los que se comprometieron libremente.