Josseline, sin ninguna alternativa de tratamiento

Fue diagnosticada con un tumor en el tallo cerebral, pese a que recibió radiación, el problema continúa Tras culminar el tratamiento, la adolescente tuvo una recaída, de la que los médicos aseguran no saldrá

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Josseline, sin ninguna alternativa de tratamiento

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2013-04-15 8:00:00

Josseline Cardoza, una adolescente de 14 años, tez blanca y cabello ondulado vive desde hace más de seis meses sin ninguna esperanza médica de cura. Fue diagnosticada con un tumor en el tallo cerebral en julio del año pasado.

Contra los pronósticos, Josseline junto a su familia ha logrado superar cada crisis, la más reciente fue el último fin de semana de marzo cuando presentó problemas respiratorios. Una semana después su condición había mejorado.

Los médicos la han desahuciado en varias ocasiones y ya no hay opciones de tratamiento, en cada puerta que tocan les dicen lo mismo.

El tallo cerebral es el área que se encarga del control de la presión arterial, del latido del corazón, de la respiración y de otras funciones importantes.

Entre los efectos que ya presenta la adolescente está la pérdida de visión de uno de sus ojos, problemas respiratorios, dificultad para comunicarse verbalmente, para tragar la saliva y para caminar, esto último lo hace con ayuda de su familia.

Es lunes, cerca del mediodía, Josseline viste una blusa rosada de tirantes, dos colas y usa unos lentes oscuros que ocultan la falta de visión en un ojo.

Pese a las adversidades, su familia confía en que Dios se las dejará más tiempo. “Estamos solo con la voluntad de Dios, ya no hay medicamentos, no hay ninguna esperanza”, expresó su madre Morena Rodríguez.

El 10 de julio del año pasado, fue la primera vez que la familia escuchó esa noticia tan dura, no había tratamiento para el tumor que presentaba Josseline, así se lo dijeron los especialistas en el hospital Rosales.

Pero su familia no se quedó tranquila y tras conocer que un niño nicaragüense con el mismo problema estaba siendo tratado, en un hospital de El Salvador, se acercaron a buscar ayuda.

Creyendo que se trataba de un centro público llegaron a la Escalón, pero no les importó que se tratara de un centro privado y aún sin recursos su hija menor comenzó el tratamiento en ese mismo mes.

La adolescente tenía un tumor de 5.5 centímetros de longitud y 4.5 de ancho que ya le había comenzado a afectar el movimiento de uno de sus brazos y de sus piernas.

Era el único lugar donde le ofrecieron una esperanza, era el único camino.

Le indicaron 30 sesiones, sus padres debían recoger inicialmente $15 mil, pero tras las complicaciones este aumentó a $23,800.

Con un préstamo que hicieron y recolectas en Guazapa, lugar donde residen, la adolescente inició las sesiones, el resto de dinero fue donado por personas altruista que conocieron del caso a través de una publicación periodística, manifestó José Cardoza, padre de la menor.

Él y Morena Rodríguez se dedican a vender ropa usada y tortas, con eso lograban viajar desde Guazapa a la capital.

El 10 de septiembre Josseline terminó el tratamiento con radioterapia.

Al poco tiempo le hicieron una resonancia magnética, un estudio de imágenes, lo que vieron los médicos fue bueno, el tumor se había desvanecido a la mitad, cuenta Rodríguez.

Se esperaba que en año y medio este desapareciera en su totalidad y la jovencita pudiera llevar una vida normal.

“Nosotros estábamos contentos”, comentó la señora.

El médico que la trataba les explicó que lo que quedaba podía desaparecer con quimioterapia ambulatoria, pero el cuerpo de la paciente no lo resistió y sufrió una crisis.

“Se nos vino para abajo, todos la hacían muerta”, dice Rodríguez.

La llevaron al hospital Bloom y al Zacamil, tras revisar los exámenes de diagnóstico los médicos les dijeron que ya no podían hacer nada por ella, así que optaron por llevársela a la casa.

“Dijeron que lamentablemente no podían hacer nada, que el caso de ella estaba perdido y que solo el poder de Dios podía sacarnos adelante. Nos venimos con ella llorando, ella ya no hablaba”, expresó Cardoza.

Pese a los malos pronósticos, Josseline pudo superar la crisis y a los días comenzó a mejorar. “Gracias a Dios aquí la tenemos y estamos luchando. Vamos a estar con ella hasta el final”, manifestó Rodríguez.

En una de las consultas más recientes, el médico de la localidad les dijo que todas las complicaciones que presentaba la adolescente era porque ya estaba en la fase final y pronto tendrían que darle de comer por sonda.

“Tenés que estar preparada para lo que venga”, escuchó Rodríguez.

El día a día

La familia de Josseline no se resigna y ha hecho varias vigilias para pedir por la sanación de su hija.

Estos meses han sido difíciles para la familia y también para joven. Hay días en que ella se despierta contenta, con deseos de salir de la casa, pero hay otros en los que no quiere ni comer.

Su madre describe la vida de su hija menor como con altos y bajos. Por las mañanas, siempre le pide que la bañe, en ocasiones le dice ¿cree qué puede llevarme a la piscina?

“Pero por días amanece con un humor… hace gestos con la mano y dice que no quiere ni comer. Yo pienso que se ha de aburrir”, comentó Rodríguez.

Mientras que la hermana la ayuda a colorear, le toma la mano y le pone los lápices de colores. Don José se pone a platicar con ella y Rodríguez le canta. La adolescente sueña y está emocionada con que le celebren sus 15 años el próximo 29 de diciembre, pese a que su fecha de cumpleaños es el 6 de enero.

“Me está diciendo que me apure a comprarle los recuerdos”, dice Rodríguez. Sus 14 años también los celebró en esa fecha con niños de la colonia.

Los infantes con este tipo de tumor y que no reciben tratamiento fallecen en dos meses aproximadamente.

Cuando el tratamiento es exitoso, las estadísticas indican que la sobre vida de dos años va del 60 al 80 por ciento y un porcentaje menor más allá, de acuerdo con el especialista que atendió a Josseline.

A este tipo de tumores no se les puede hacer biopsia, solo ese procedimiento puede significar la muerte, debido al lugar en el que se alojan.

El tratamiento se guía por imágenes y con una radioterapia de intensidad modulada que protege el resto de órganos, como los ojos, los nervios ópticos y el cerebro.