Atentado de 1921 fortaleció devoción por la Virgen de Guadalupe

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Atentado de 1921 fortaleció devoción por la Virgen de Guadalupe

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2013-03-25 7:00:00

La estampa original de la Virgen de Guadalupe, que se guarda en la Basílica dedicada a ella, en México, tiene muchos misterios. Una prueba de ello es que no sufrió ningún daño cuando en 1921 una bomba explotó muy cerca.

Ocurrió el 14 de noviembre de ese año, según documentos que se encuentran en el sitio LuxDomini.com. Fue un atentado aparentemente ordenado por el gobierno mexicano de la época.

En el documento se describe que esa fecha hubo una ceremonia en la Basílica de Guadalupe. Terminado el acto, de un grupo de obreros que estaba en el templo, se adelantó un hombre pelirrojo, vestido con un overol azul. Colocó un ramo de flores ante la imagen de la Virgen de Guadalupe y se retiró.

Poco después se produjo una tremenda explosión: había estallado una bomba a los pies mismos de la imagen milagrosa.

Los fieles reaccionaron y se dirigieron hacia el grupo de obreros, dispuestos a linchar al culpable.

En ese momento llegó el presidente municipal de la Villa, quien había recibido una llamada telefónica del Presidente de la República, gral. Álvaro Obregón.

El mandatario le pidió dar “garantías al preso que acaban de detener”. Y le indicó que enviaría por él.

El pelirrojo fue llevado a las oficinas municipales, custodiado por la policía para evitar que los católicos lo agredieran. En un camión militar se lo llevaron luego.

Se usó dinamita que fue colocada en el ángulo que forman las placas de mármol en la parte posterior del altar, “entre éste y el marco de mármol en que está el cuadro con la imagen de la Virgen de Guadalupe”, según el documento.

La cortina que cubría el cuadro se cayó, se destruyeron candeleros y floreros. Un pesado crucifijo de bronce se dobló hacia atrás. En la Basílica había vidrios quebrados por todas partes.

Pero el ayate de Juan Diego, a quien la Virgen se apareció en 1531, y en el que está estampada la imagen de la Patrona de México, no sufrió ningún daño ni tampoco el vidrio ordinario que la protegía. El crucifijo es hoy otra reliquia que se exhibe en el templo al que asisten millones de fieles cada año.