María murió buscando a su hijo

Regresaba con otros familiares de ver un cadáver cuando un camión colisionó el pick up donde viajaba y murió en Comalapa

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Familiares de María, quienes la acompañaban en el accidente, lloran durante el funeral.

Por ??scar Iraheta Twitter: @oscar_iraheta

2013-03-11 7:00:00

María Argueta tenía 45 años y murió el lunes pasado buscando lo que más quería en la vida: a su hijo, Reynaldo Ramírez Argueta, un joven de 20 años a quien la repudiable criminalidad lo mantiene solapado en algún lugar desde el pasado 30 de enero.

Durante una entrevista que la señora concedió, el pasado 6 de febrero, relató el calvario que vivía desde la desaparición de su hijo.

Según sus parientes, María vivió los últimos 33 días de su vida inmersa en la tristeza, el pesar y la incertidumbre. No dormía, no comía. Cada vez que su teléfono celular timbraba corría a atender la llamada y se ponía nerviosa al contestar. Tenía la esperanza de que fuera de su hijo.

Vecinos, familiares y amigos solían ayudarle a buscar al joven, pero sin éxito.

El lunes pasado, alguien la alertó que en la lotificación Miraflores, a pocos kilómetros de la modesta casa donde vivía en Comalapa, la Policía había encontrado el cadáver de un joven con características físicas similares a las de su hijo.

María se alegró, debido a que, según sus hijos, tenía al menos la esperanza de encontrarlo muerto y poder enterrarlo, pues ella estaba consciente del macabro destino que tienen muchas de las personas desparecidas en el país.

La señora llegó a la lotificación Miraflores acompañada de su hija y otros familiares. Todos se quedaron varias horas en el lugar esperando que la Policía reconociera el cadáver. El cuerpo no era el de Reynaldo.

La angustiada madre regresó desconsolada a su casa como lo había hecho antes muchas veces. Otro día más sin saber de Reynaldo.

Para María la angustia y el dolor acabaron para siempre a las 7:45 de la noche del lunes de la semana anterior, cuando murió en un accidente de tránsito en el kilómetro 44 de la carretera que conduce hacia Zacatecoluca, La Paz.

Junto a ella viajaban su hija, su yerno y su esposo. Su vecino, un pastor de la iglesia donde se congregaba, conducía el pick up, el cual fue embestido por un camión que sobrepasaba a otro carro, en el mismo sentido vial.

El fatal accidente sucedió a pocos metros de su casa, en el sector conocido como Las Cuatro Cruces, en Comalapa.

Los tres integrantes de la familia Ramírez Argueta que sobrevivieron resultaron con lesiones y fueron trasladados a un hospital; un día después fueron dados de alta. Mientras que la señora murió al instante, por los graves golpes que sufrió en la cabeza.

El conductor del camión se quedó en el lugar, ya que responsabilizó al motorista del pick up del accidente.

Según explicó el chofer del camión, el pastor no encendió la vía advirtiendo que iba a disminuir la velocidad para cruzar; entonces, cuando él terminó de sobrepasar, y se reintegró de nuevo a la fila, le pegó por detrás al pick up.

Así finalizó el calvario de María y su infructuosa búsqueda. Sus familiares dicen que murió con el pesar y la pena de nunca saber cuál fue el destino de Reynaldo. Murió con el deseo de aquella promesa que le había hecho su desaparecido hijo de celebrarle su cumpleaños número 45 con un almuerzo y llevarle un regalo.

“Devuélvanme a mi hijo, por favor. Les prometo que no le diré nada a la Policía. No les preguntaré nada, solo les diré que Dios los bendiga”, relató la señora entre sollozos durante la conversación con los periodistas el 6 de febrero.

El miércoles pasado, los restos de María fueron trasladados desde Las Cuatro Cruces hacia el cementerio de San Luis Talpa, también en La Paz.

Sus familiares opinan igual que ella: dicen que lo más seguro es que Reynaldo esté muerto, porque no le encuentran otra explicación a su desaparición, ya que nunca faltaba a casa y era muy trabajador y bien portado.

“No importa que lo encontremos muerto. Nosotros lo que queremos es saber dónde está Reynaldo. Así lo enterramos en el mismo hoyo donde está el cadáver de su madre. Ojalá que María se haya encontrado con su hijo en el cielo. Quizás Dios veía mucho sufrimiento en ella y por eso le mandó la muerte “, afirmó un pariente de la señora.

Hablan de secuestro

Familiares y allegados a la familia dicen que la desaparición de Reynaldo se convirtió en un secuestro.

Algunos aseguran que la situación fue aprovechada por delincuentes comunes y no por los verdaderos responsables de la ausencia del joven, quien trabajaba en un restaurante que vende pollo, situado en la entrada de San Luis Talpa.

Tres días después de haber sido reportado como desaparecido, su madre recibió una llamada a su celular. Su número de teléfono se había hecho público porque la señora y sus otros hijos pegaron afiches por todo el pueblo de San Luis Talpa y sus alrededores en un afán por dar con el paradero de su hermano.

Un sujeto con voz amenazante llamó y le aseguró a María que ellos tenían secuestrado a Reynaldo y que para liberarlo querían 1,400 dólares.

María le expresó que era pobre, que no tenía dinero y que era imposible pagar eso.

Pero los sujetos volvieron a llamar y después de hablar varias veces con la señora acordaron que pagaría $700 en un primer desembolso. Para cuando se hiciera la liberación de Reynaldo, los sujetos querían los otros $700 restantes.

María comentó la situación a sus familiares y con la ayuda de vecinos y otros ahorros que la señora tenía lograron recolectar los primeros $700.

Depositó el dinero en la cuenta que los sujetos le indicaron durante la negociación, por medio de una agencia de encomiendas. Sin embargo, después del desembolso, los sujetos nunca se volvieron a comunicar con ella. Apagaron sus celulares y jamás volvió a saber de ellos.

La tristeza y la angustia aumentaron. María quedó endeudada y sin su hijo.

Allegados a la familia se quejaron con El Diario de Hoy por la desidia que han observado por parte de las autoridades.

Desde un inicio los investigadores tomaron con desatención la denuncia de María en el puesto policial de San Luis Talpa. Le dijeron que regresara después de 48 horas. Esperó y regresó al puesto policial, donde un agente solo se limitó a tomarle la denuncia en un simple papel y no en el formato policial que existe para ello, denunciaron.

Tras la presión de otro familiar, después de una semana la Policía nombró a un investigador, quien hasta la fecha no ha informado de los avances de la investigación.

El éxodo de los sobrevivientes de María

De la familia Ramírez Argueta solo quedan los dos hijos de María, quienes se hacen acompañar del ahora viudo de la señora.

Ambos jóvenes coinciden en que no tienen otra salida más que emigrar del lugar donde viven y separarse.

Tienen miedo y aseguran que ahora están solos en el mundo, pues perdieron a la mujer que los sacó adelante, que confeccionaba ropa y criaba gallinas para vender y mantener su hogar.

“No tenemos otra salida que irnos de acá. Mi hermana con sus hijos para un lado y yo para otro lugar. Nos han dicho que podemos alquilar en algún lugar más seguro”, expresó Rodrigo, el menor.

María se congregaba en una iglesia evangélica donde sus hermanos en Cristo la recuerdan como muy colaboradora.

La esposa de Reynaldo junto con el hijo de ambos tuvo también que emigrar hace semanas, pues María no tenía dinero para mantenerla. La partida de su nieto también entristeció a la señora.

La esposa de Reynaldo llora todas las noches junto al niño de un año y dos meses.

“Nosotros ya nos cansamos de buscar a mi hermano. Hemos ido a muchos lugares y vamos a todas las escenas de homicidio, pensando que la víctima es mi hermano Reynaldo”, detalló Rodrigo.

La última vez que alguien vio a Reynaldo

El joven fue visto por última vez en el centro de San Luis Talpa. Una señora comentó que el joven estuvo platicando con cuatro sujetos penas a una cuadra del puesto de la Policía después de salir del trabajo. Desde entonces nadie da referencia de él.

María expresó que llamó al celular de su hijo el día de su desaparición, pero que este no respondió.

A las 9:00 de la noche, al ver que no regresó a la casa, volvió a llamarle, pero el celular ya estaba apagado.

El viernes 1 de febrero, María acudió a la venta de pollo donde trabajaba Reynaldo. Allí nadie tenía noticias de su paradero, pero sus compañeros de trabajo le dieron a la mujer una posible razón sobre la desaparición: los empleados le confesaron que las pandillas los estaban extorsionado desde hace meses y que se habían retrasado en pagar el dinero correspondiente a esas extorsiones.

Los sobrevivientes de María han comenzado una nueva vida, sin su madre y sin su hermano mayor.

Piden a las autoridades que investiguen a conciencia qué pasó con Reynaldo, y si es que alguien lo tiene secuestrado, piden que lo liberen.

Solicitaron a este periódico divulgar sus números para quienes tengan información: 7748-5897 y 2231-7860.