Conmoción entre adultos mayores por masacre

A pesar de tener perfilados a algunos sospechosos, las autoridades aún no han realizado ninguna captura por el triple asesinato.

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Ayer en la mañana fueron sepultados los cuerpos de las tres personas asesinadas el sábado. Foto EDH / Douglas Urquilla.

Por Jorge Beltrán Luna sucesos@eldiariodehoy.com

2013-02-05 6:45:00

El sepelio de las tres víctimas de la masacre de Concepción Quezaltepeque estuvo marcado por la presencia de personas mayores, muchas de las cuales no salían de su asombro por el asesinato de una mujer de 83 años de la que dijeron que por su avanzada edad apenas podía caminar.

María Luisa Pocasangre vivió toda su vida en el caserío La China, del cantón Olosingo del municipio de Concepción Quezaltepeque, en el departamento de Chalatenango, por lo que era una mujer muy conocida.

Por ello también conocían a todos sus descendientes, entre estos a María Dina Mirita Guevara Pocasangre, de 47 años, y Kevin Ernesto Guevara, de 15, hija y nieto de María Luisa, quienes también fueron asesinados la noche del sábado anterior.

En decenas de mujeres y hombres mayores era evidente el estupor que les causaba la tragedia de la familia Pocasangre Guevara, una familia pobre, pero alejada de los problemas, según comentaban.

Pero además del consabido luto por el triple asesinato, saber que posiblemente entre quienes cometieron esa barbarie podría estar un pariente por afinidad (yerno de María Dina) agregaba una pincelada más de dolor al cuadro trágico.

PNC aún no reporta capturas de sospechosos

Tanto en la velación como en el sepelio, la ausencia de Mateo N. fue notoria. Él es el marido de una de las hijas de María Dina, quien no estaba de acuerdo con que su hija siguiera viviendo con esa persona de quien nadie habla bien en el cantón Olosingo.

De acuerdo con fuentes policiales, el problema entre Mateo y su suegra se agravó cuando su mujer lo abandonó y se llevó la ropa hacia la casa de María Dina, su madre.

Después de ruegos, Mateo logró convencer a su mujer que volviera a la casa, distante no más de 200 metros de la casa donde fue cometida la masacre. Sin embargo, ella y sus dos hijos regresaron con su marido, pero no se llevó sus pertenencias.

Esa mala relación entre María Dina y Mateo es lo que ha hecho levantar las sospechas hacia él y algunos de sus parientes que, como él, recién han regresado de Estados Unidos en condición de deportados, según explican fuentes policiales.

A eso, la Policía le agrega la ausencia en momentos críticos en que cualquier marido debería estar apoyando a su mujer quien tampoco se explica la desaparición de aquél.

Durante el sepelio, algunos parientes de las víctimas se limitaron a decir que no podían acusar a nadie porque eso era trabajo de la policía y Fiscalía, pero que confiaban en la justicia divina.