Sin secuelas tras retirarle un cuchillo de la cabeza

La paciente ingresó a la sala de emergencias del Rosales con el cuchillo incrustado

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Sin secuelas tras retirarle un cuchillo de la cabeza

Por Yamileth Cáceres nacional@eldiariodehoy.com

2013-02-02 8:00:00

Nohemy Esther Montoya, de 31 años, descansa en su casa tras sobrevivir a una herida de cuchillo en la cabeza. El lunes pasado recibió el alta médica del hospital Rosales en buen estado de salud.

Su llegada a la sala de emergencias, la noche del jueves 24 de enero, no pasó desapercibida entre médicos, enfermeras y otros.

Nohemy llegó con un cuchillo de cocina atravesado al lado derecho de su cabeza, una situación que suele verse muy poco en una unidad de emergencias.

Aparentemente se trataba de un caso bastante delicado, pero los exámenes radiológicos llevaron la calma tanto a los médicos que estaban a cargo del caso como a los familiares de la víctima.

La Tomografía Axial Computarizada (TAC) mostró que el objeto extraño no había penetrado en el cráneo ni el cerebro. Eran buenas noticias.

La joven fue trasladada del Hospital San Pedro de Usulután hacia el Rosales con respiración asistida, pero con los signos vitales estables.

“Previo a pasarla al quirófano se le tomó un TAC para ver si el cuchillo había penetrado al cráneo, afortunadamente no hubo ninguna penetración, ni al cráneo ni al cerebro”, comentó Marlon Larín López, jefe de residentes de cirugía del Rosales.

El arma cortopunzante de unos tres centímetros de ancho y 12 de largo le entró en la región temporal parietal derecha (arriba de la oreja), y la punta se alojó a nivel de la órbita derecha del ojo, pero no lo afectó.

Al tener los estudios de imágenes el personal decidió pasarla a cirugía para extraerle el cuchillo, bajo el plan que ellos llaman extracción bajo visión directa.

Esta consiste en prolongar la herida que produjo el cuchillo unos dos centímetros y medio para visualizar mejor el área y ligar las arterias que se hubiesen cortado. El objeto se retiró lentamente para evitar más daños.

“Se hizo la cirugía y se extrajo el cuchillo, nada más tenía una lesión de un músculo, que es el músculo temporal que pasa por ahí, y de la arteria temporal externa que afortunadamente es una arteria que se pudo ligar y no hay ningún problema”, comentó el jefe de residentes.

El músculo y la arteria fueron ligados, se le realizó un lavado quirúrgico y posteriormente se le retiró el aparato que la ayudaba a respirar.

La paciente fue trasladada a un servicio de hospitalización del Rosales hasta que mejoró y fue dada de alta.

Larín manifestó que el mismo cuchillo hizo una forma de tapón y eso evitó una hemorragia, la arteria que fue dañada al quedar suelta podía producir un sangrado moderado.

De acuerdo con el cirujano, la paciente no sufrirá ninguna secuela, solo puede perder sensibilidad en el cuero cabelludo donde entró el objeto.

El procedimiento quirúrgico duró aproximadamente una hora y media, participó un cirujano de la emergencia y dos cirujanos plásticos, estos últimos se encargaron de sacar el cuchillo.

Previo y posterior a la operación, a la joven se le suministraron antibióticos para evitar una infección.

Larín sostuvo que este tipo de casos por violencia civil se ven muy pocos, la mayoría de pacientes que atienden con objetos atravesados en la cabeza son por accidentes laborales, entre ellos ramas incrustadas cuando podan árboles, o clavos en la cabeza.

Vivir para contarlo

La versión de la Policía dice que el atacante es un hombre con el que Nohemy mantenía una relación sentimental, pero no vivían juntos. Se dice que la agredió por celos.

“Cuando eso sucedió no podía creerlo, tenía eso (cuchillo) en mi cabeza. Pensé que no iba a vivir”, comentó la joven ya en su vivienda.

Recuerda que las personas que la auxiliaron le decían que confiara en Dios, que todo iba a pasar, cuando llegó al hospital los médicos le dijeron lo mismo.

“Le pedí mucho a Dios, la fe es lo mejor que uno puede tener y aquí estoy contando lo mejor”, añadió Nohemy.

Relata que llegó consciente al hospital de Usulután, pero por la gravedad del caso la enviaron al Rosales, ahí ya iba sedada.

Cuando despertó, ya había pasado todo, ya estaba operado y no tenía el objeto en su cabeza.

“Lo primero fue darle gracias a Dios por haber visto nuevamente el sol “, añadió la joven.

Recuerda que abrió los ojos y no podía mover bien la boca; una enfermera le dijo que todo había pasado.

“Al principio no podía hablar bien, mi madre dijo: tranquila, puede ser por la anestesia. Se me hacía difícil comer, en la medida que pasaron las horas pude abrir la boca. Con mi mamá oramos, ella se puso a leerme la Biblia. Después caminé y vi que todo estaba bien”, narró.