Las excavaciones del pozo de Turín se desarrollan en el caserío La Línea o La Mielera, en el cantón El Zapote, situado entre los límites de los municipios de Turín y Atiquizaya, en Ahuachapán.
De acuerdo con la Policía Nacional Civil, el sector es complejo por la presencia de pandillas, sobre todo de la MS.
Por las tardes y noches, de acuerdo con los patrullajes policiales, el sector es merodeado por grupos de jóvenes miembros de esta mara.
Frecuentan el sector para compartir supuestamente droga o planear hechos ilícitos. Varios homicidios también han ensombrecido la zona, todo a consecuencia de los grupos de maras.
Para garantizar la seguridad del personal que trabaja en el pozo y la maquinaria utilizada, día y noche hay de entre cinco y siete policías en la zona.
Igual número de soldados también apoyan a la Policía en el sector. Aún con esa seguridad, los grupos de pandillas siempre se movilizan en los alrededores del pozo.
La zona es periférica del centro de Turín situada a unos 600 metros de distancia.
En cuanto a las anécdotas que rodean los trabajos en el llamado pozo macabro de Turín, algunas personas manifiesta haber visto movimientos extraños o paranormales a altas horas de la noche.
Relatan que del fondo del pozo sale una luz, además se observan bultos o figuras humanas que deambulan en los alrededores del afluente.
También indican que desde el fondo del mismo se escucha un escándalo, como que se tratara de una reunión de personas o una discusión acalorada.
Para rematar, el pozo es guarida de innumerables golondrinas que salen y regresan todos los días. Esos movimientos provocan sendos ruidos que crean nerviosismo en las personas.