La esposa del exmilitar estadounidense Michael James Brown, de 53 años, asesinado el sábado por unos ocho sujetos, en una finca del cantón San Isidro, en Izalco, Sonsonate, se desvinculó ayer de haber participado en el ataque contra su pareja.
Nury Aquino de Brown, de 23 años, llegó a la instalaciones de Radio Impacto, en ese departamento, para dar su versión sobre cómo ocurrieron los hechos, a raíz de las declaraciones que habrían dado algunos policías, quienes creen que se trató de un crimen pasional, cometido por la expareja de la mujer.
Según la viuda, el sábado viajaba con su esposo en un carro cuando unos enmascarados, que vestían ropa similar a la de los agentes de la PNC, les salieron al paso.
Cuando Michael James detuvo la marcha, creyendo que era un retén policial, uno de los sujetos disparó contra ambos e hirió de bala al conductor en el cuello.
Aquino dijo a los periodistas que cuando Michael recibió el disparo fue él mismo quien le pidió que corriera del lugar.
“Me dijo que corriera, me tiré del carro y siguió acelerando. Cuando caí les pedí a los sujetos que no le dispararan y les tiré la cangura (bolso) que cargaba y les dije que se la llevaran”, sostuvo Aquino.
La mujer rechazó las declaraciones que han dado las autoridades en torno al posible móvil del ataque.
Extraoficialmente se supo que Aquino declaró a Radio Impacto, ante las sospechas que según ella tienen las autoridades en su contra, que la someterán a un detector de mentiras antes entregarle el cadáver de su esposo.
Esta versión fue negada por el jefe fiscal de Sonsonate, Herberth Herrera, quien aseguró que ayer estuvieron esperando a que Nury de Brown llegara a reclamar a Medicina Legal el cuerpo de su esposo, pero ella no se presentó.
“Nada que ver, el detector de mentiras está prescrito por nuestras leyes desde hace años… Eso sería atentatorio”, señaló Herrera. El funcionario aclaró que como Fiscalía han sido cuidadosos de no respaldar las hipótesis que se manejan sin antes haber fortalecido sus investigaciones.