Centenares caminan casi 30 kilómetros, movidos por la fe

Es tradición agotadora. Marchan 28 kilómetros entre montañas

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Los primeros rayos de sol iluminan el rostro del Niño Zarco y sus devotos.

Por Foto y texto: Marvin Recinos comunidades@eldiariodehoy.com

2013-02-04 7:00:00

Cuatro pueblos amigos se unen en una centenaria tradición. Cada cuatro de febrero, la imagen de el Dulce Nombre de Jesús, patrono de las fiestas titulares de San Pedro Nonualco, recibe a dos invitados de honor: el Niño Zarco procedente del municipio de Candelaria y el Niño Jesucito, de San Ramón ambos del departamento de Cuscatlán.

La luz de las velas iluminaba el camino de los peregrinos, movidos por la fe, que llegaron a San Ramón para comenzar un recorrido de más de 25 kilómetros de distancia entre Cuscatlán y el departamento de La Paz es un sacrificio que realizan en agradecimiento por favores o milagros recibidos. El estallido de un cohete fue la señal de que al desvío de San Ramón habían llegado los vecinos del cantón Nance Verde, de Candelaria, quienes llevaban consigo la imagen del Niño Zarco, llamado así por sus ojos azules.

Hombres, mujeres y niños emprendieron la peregrinación por carreteras y abriéndose paso entre las montañas, hasta llegar al imponente Chorrerón, una caída de agua de aproximadamente 25 metros de alto, que se convierte en una refrescante parada.

A medida transcurren las horas, el sol pone a prueba la resistencia de los peregrinos. Lo único que los mantiene firmes es su fe, y gracias a ello superan las interminables y agobiantes cuestas que los llevaron a Santa María Ostuma, en La Paz, donde fueron bendecidos por la Virgen de Candelaria y recibidos por las autoridades del pueblo.

Al filo del mediodía, salieron con rumbo a San Pedro Nonualco, en el mismo departamento.

A medida se acercaban a su destino, los cohetes y la música de banda anunciaban que los visitantes estaban por llegar.

Tras nueve horas de larga espera, la avenida Los Peregrinos hizo alarde de su nombre, al recibir a sus visitantes y cumplir con el tradicional reencuentro entre el Dulce Nombre de Jesús, el niño Jesucito y el Niño Zarco.

Tras recibir la bendición de Monseñor Jesús Antonio Carpio, párroco de la Iglesia de San Pedro Nonualco, los feligreses se dirigieron a las diferentes cofradías donde fueron atendidos por los anfitriones de las fiestas.

Fue una forma de reponer energías, estrechar lazos de amistad y unirse en la lucha de cada año por conservar esta tradición que en mucho, contribuye a fortalecer la fe de quienes participan y de muchos de sus vecinos.

Son centenares de personas las que participan, muchos de ellos al caminar esta prolongada distancia, otros al hacer los preparativos de los peregrinos y muchos más para coordinar la recepción que les hacen y que representa la unidad, la fe y buenos deseos.