El Papa pide un país de oportunidad, no de migración

El Pontífice advirtió en su homilía sobre la corrupción y la riqueza

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elsalvador.com

Por Agencias Internacionales

2016-02-14 9:18:00

CIUDAD DE MÉXICO. El Papa Francisco convocó ayer a los mexicanos a forjar un país de oportunidades para evitar la necesidad de emigrar, ser explotados, padecer pobreza o caer en manos del crimen.

Frente a cientos de miles de personas que acudieron a la segunda misa multitudinaria realizada en una localidad afectada por la violencia, el pontífice llamó a que México se convierta en “una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.

En Ecatepec, donde se celebró la misa, pidió poco antes a la gente “abrir los ojos frente a tantas injusticias” y resistir las tentaciones de la riqueza y corrupción.

“Ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad”, dijo durante la oración del Ángelus.

“Donde no haya necesidad de emigrar para soñar, donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar, donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”, añadió.

Ecatepec, en el Estado de México que bordea la capital, ha padecido un recrudecimiento de la inseguridad. Las mujeres es uno de los sectores más vulnerables.

El Observatorio Nacional del Feminicidio ha documentado al menos 1,554 mujeres desaparecidas desde 2005.

Durante su homilía, el pontífice dijo que sabe que no es fácil evitar la seducción del “dinero, la fama y el poder” que pone frente a ellos el demonio y les advirtió que sólo con la fuerza que da Dios pueden enfrentarlo

“Metámoslo en la cabeza: con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre”, dijo el Papa al improvisar en una parte de su homilía.

“Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar”, aseguró.

Francisco ofició ayer la que se espera sea la misa más multitudinaria de su visita a México.

Un día después de arremeter contra el narcotráfico y la corrupción, el Papa criticó a quienes se adueñan de la riqueza destinada a todos.

“Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos”, dijo.

La misa de ayer se realizó en un campo de un centro educativo que se estima tiene una capacidad para cerca de 400,000 personas. En el lugar se acondicionó un altar con una imagen de la Virgen de Guadalupe.

Francisco salió a pie ayer por la mañana de la Nunciatura apostólica de la capital y dedicó unos minutos a saludar y bendecir a la gente que lo aguardaba, sobre todo mujeres, niños y enfermos. Luego volvió a la residencia y abordó el papamóvil.

Antes de llegar a un campo militar para ser trasladado en helicóptero hacia Ecatepec, el papamóvil hizo una parada frente a un grupo de religiosas que emocionadas le obsequiaron un ramo de rosas blancas.

En Ecatepec, con más de 1.6 millón de habitantes, varias pantallas gigantes fueron colocadas a lo largo del camino para seguir minuto a minuto el traslado del Papa.

Visita a niños en un hospital

Tras la homilía, el Papa Francisco partió hacia el Hospital pediátrico Federico Gómez. Allí dirigió unas palabras a los pequeños y a quienes sirven en este centro de salud.

Gracias, insistió, “a todas las personas que no sólo con medicamentos sino que con ‘la cariñoterapia’ ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría”. Ellos, el personal médico y las enfermeras,  les dijo a los pequeños, los bendicen con sus cuidados, “pero ustedes también tienen que aprender a bendecirlos a ellos, pedirle a Dios que los cuide”.

Desde su llegada y como es su costumbre, el pontífice buscó la cercanía de los niños, principalmente los enfermos y ayer fue a este hospital de tercer nivel de atención, donde hay pequeños con enfermedades graves, algunas incurables.

Uno de los momentos más emotivos de la visita fue el canto del Ave María de Schubert que entonó una joven en silla de ruedas.

El Pontífice escuchó con mucha atención el canto que lo conmovió a él, a la Primera Dama y a los presentes. Al concluir, Francisco le dio un beso y le dedicó unas cariñosas palabras.

Luego el Papa pasó a saludar a los niños más pequeños en la ludoteca y repitió la costumbre de tocar una campana que se encuentra allí que suena cuando se da de alta a uno de ellos.