El Papa Francisco denuncia la tragedia humana de los migrantes

Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su recorrido de 5 días por México, el Pontífice partió rumbo a Roma

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elsalvador.com

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2016-02-17 9:33:00

CIUDAD JUÁREZ. En su último día en México, el Papa Francisco calificó como una crisis humanitaria la migración de miles de personas que se ven forzadas a huir de sus países en busca de una vida mejor, y llamó al mundo a abrirles por lo menos su corazón.

“Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado”, dijo el Pontífice en una histórica misa a unos metros de la frontera entre México y EE.UU., en un momento en que hay un creciente discurso antiinmigrante en las precampañas para la presidencia estadounidense.

En una ceremonia litúrgica que fue seguida de manera presencial o en pantallas en ambos lados de la frontera, Francisco señaló que la migración forzada es una verdadera “tragedia humana” ante la que se debe mantener “el corazón abierto”.

Lamentó que los más vulnerables sean los jóvenes convertidos en “carne de cañón” y quienes son “perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas”.

La liturgia fue transmitida en vivo en un estadio de El Paso, Texas, al otro lado de Juárez y Francisco dijo que gracias a la tecnología ahora se puede rezar y celebrar sin importar las fronteras.

“No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos”, dijo y reconoció el trabajo de religiosos y laicos que asisten a los migrantes aun a costa de arriesgar su propia vida.

Momentos antes de la eucaristía, el Papa tuvo un gesto simbólico al orar frente al río que separa ambos países por los migrantes que cada año mueren en su intento por alcanzar un mejor destino.

El Pontífice se acercó a una gran cruz colocada en una plataforma y también ofreció un ramo de flores como ofrenda y bendijo a las cientos de personas que lo veían del lado estadounidense.

Francisco dejó una foto para la historia cuando hizo la señal de la cruz con la mano a las personas que saludaban al otro lado del Río Bravo.

Antes de la misa, lamentó la falta de oportunidades de trabajo y estudio que afrontan los jóvenes, y advirtió que la pobreza genera el ambiente propicio para que sean atrapados por el narcotráfico.

En un encuentro con trabajadores y empresarios, pidió pensar qué tipo de México quieren legar a sus hijos. “¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar, la palabra es clave, generar renovación o cambio?”, preguntó.

Para el Pontífice, la pobreza y la marginación son “el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia”, y criticó las mentalidades que ponen a las personas al servicio del capital.

“Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días”, dijo desde un centro educativo de Juárez.

El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, reconoció que el principal desafío es promover el desarrollo en México, donde cerca de la mitad de la población vive en la pobreza y seis de cada 10 trabajadores están en la informalidad, sin seguridad social.

Francisco cerró ayer una atareada visita de 5 días que se centró en las injusticias que afrontan los más pobres, oprimidos y vulnerables en México ante la violencia instigada por las drogas. Él  intentó ofrecer consuelo al tiempo que reclamó a los líderes políticos y religiosos que no han cumplido con su pueblo.

También visitó ayer una cárcel en Ciudad Juárez, donde advirtió que los problemas de inseguridad no se acaban cuando se encarcela a alguien. A unos 700 internos de la que fuera una de las cárceles más peligrosas del país el papa les pidió “no quedar presos del pasado, del ayer” y “aprender a abrir la puerta al futuro”.

Pero su mensaje fue más amplio: “El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social”.

Antes de irse, el Papa se dio tiempo de abrazar a  niños que lo rodearon en su trayecto por una alfombra roja. La gente lo despidió con el mismo canto con el que lo recibió: “¡Francisco, hermano, ya eres mexicano!”.