Scioli y Macri compiten por la presidencia de Argentina

Unos 32 millones de argentinos mayores de 16 años están habilitados para votar en el primer balotaje en la historia del paí­s

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elsalvador.com

Por AP

2015-11-22 6:56:00

Los argentinos eligen hoy a quien gobernará el paí­s los próximos cuatro años en una inédita segunda vuelta electoral entre el opositor conservador Mauricio Macri y el peronista Daniel Scioli, partidario de mantener el modelo populista del kirchnerismo.

Macri, de 56 años y lí­der del frente opositor Cambiemos, es favorito en todas las encuestas.
El opositor propone atajar la inflación que economistas privados estiman en al menos 27% anual, levantar rápidamente las impopulares restricciones para la compra de dólares, corregir el tipo de cambio y acotar las regulaciones que, a su entender, mantienen estancada la economí­a desde hace cuatro años.

El también alcalde de Buenos Aires asegura que no suprimirá los programas sociales ni la nacionalización de empresas emblemáticas como la petrolera YPF llevadas a cabo durante los dos mandatos de la presidenta Cristina Fernández (2007-2015).

Scioli, de 58 años y lí­der del peronista Frente para la Victoria, reconoce los mismos problemas que su rival aunque propone mecanismos “graduales” para corregir “lo que haya que corregir” sin provocar un ajuste que genere una brusca devaluación. El también gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más importante del paí­s, asegura que si gana ejercerá el poder sin condicionamientos por parte del kirchnerismo.

Unos 32 millones de argentinos mayores de 16 años están habilitados para votar en el primer balotaje en la historia del paí­s.

Los centros de votación abrirán a las 08.00 (1100 GMT) y cerrarán a las 18.00 (2100 GMT). Las personas que estén dentro de los centros de votación podrán sufragar después de la hora estipulada de cierre. El voto es obligatorio entre los 18 y los 70 años.

Se espera que la Cámara Nacional Electoral de un primer informe de resultados parciales oficiales a las 19:30 (2230GMT).

Quien se alce con el triunfo sucederá el 10 de diciembre a Fernández, lí­der del movimiento de centroizquierda que creó junto a su antecesor y fallecido marido Néstor Kirchner (2003-2007) dentro del peronismo. Los gobiernos de ambos estuvieron caracterizados por una fuerte intervención estatal en la economí­a, programas de asistencia a los necesitados y un estilo personalista de ejercer el poder que provocó confrontaciones con rivales polí­ticos y una grieta en el seno de la sociedad.

Macri llega con más posibilidades de ganar luego de que en la primera ronda del 25 de octubre quedara tan solo tres puntos por debajo del oficialista, un resultado inesperado que fue leí­do como una victoria.

El opositor, el directivo más exitoso de la historia del club de fútbol Boca Juniors, espera romper el maleficio de presidentes no peronistas que no pudieron terminar su mandato en los últimos 60 años.

Scioli ha intentado en el último tramo de la campaña diferenciarse de Fernández, aunque no lo suficiente como para captar el voto mayoritario de los seguidores de otras fuerzas polí­ticas opuestas al kirchnerismo.

Ambos candidatos son conscientes de que, además de corregir los desequilibrios económicos sin alterar el bienestar de los beneficiados por los programas asistenciales, habrá que dar una respuesta a la inseguridad y el avance del narcotráfico.

Argentina se encuentra estable en comparación con el colapso financiero de 2001, cuando entró en cese de pagos de su deuda por más de 100.000 millones de dólares y de la noche a la mañana millones de personas de clase media se empobrecieron.

Sin embargo, los planes de ayuda social que se multiplicaron en la década ya no bastan para conformar a los argentinos, que se quejan de deficientes servicios sanitarios y obsoletos medios de transporte, así­ como de la falta de viviendas, seguridad y empleos de calidad.

Otro nubarrón que acecha es la amarga disputa en los tribunales de Estados Unidos con un grupo de bonistas que exigen a Argentina el pago de una deuda millonaria, la cual ha ahuyentado a los inversionistas y mantenido al paí­s excluido de los mercados crediticios internacionales.