Estremecedor relato de un niño que escapó del Estado Islámico

El joven yazidí Raghab Ahmed fue secuestrado en 2014 por los terroristas y sometido a los más macabros entrenamientos; entre ellos, cómo decapitar "infieles"

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Agencias Internacionales

2015-11-24 3:22:00

DAMASCO. Uno de los “cachorros” del Estado Islámico que lograron escapar de los terroristas contó el horror que vivió durante su dramática estadía con los yihadistas. Se trata de Raghab Ahmed, un joven yazidí, de 14 años, secuestrado en 2014 por ISIS y sometido a los más macabros entrenamientos.

“Nos enseñaban cómo usar un arma y matar gente”, reveló el menor de edad al diario The Daily Mail, que durante meses formó parte del grupo conocido como “los cachorros del Estado Islámico”.

Raghab fue secuestrado hace un año junto a su familia al norte de Irak. Tras meses de calvario, el joven junto a sus padres, su hermano pequeño Gayat y su hermana lograron escapar de las garras del EI gracias a un traficante de personas.

“Vendía y compraba gente… Era una persona desagradable”, señaló el joven yazidí, quien también recordó el día en que fueron secuestrados por el Estado Islámico.”Juntaron a toda la gente en una escuela del pueblo de Kojo. Hicieron tres grupos. Primero tomaron a los hombres, luego a las mujeres y los últimos a los niños”.

En la grabación, el niño Raghab Ahmed aparece junto a Abu Walid, un comandante yihadista de nacionalidad saudita, quien estuvo involucrado en el tráfico de esclavas sexuales

Los hombres fueron asesinados en ese instante, según lo revelado por Raghab. Aunque el joven aclaró que no vio a los yaizidíes muertos, sí aseguró que escuchó los disparos y gritos.

Kamila Hussin, la madre de Raghab, en cambio, declaró que ella sí fue testigo de la masacre: “Vi cómo se hizo una línea y comenzaron a disparar”.

Después de la matanza, el niño yazidí fue separado de su familia y enviado a la cárcel Badush en Mosul. Tras 15 días de contínuos abusos, fue devuelto con su madre y sus hermanos en un pueblo cerca de Tal Afar, en el noroeste de Irak, donde permaneció durante tres meses.

Pero Raghab no estaría tranquilo. Fue separado de su familia meses más tarde y recaló en el Instituto Instituto Farouk, centro ubicado en Raqqa para el entrenamiento de “los cachorros del Califato”.

 ”‘Tú irás al combate’, me dijeron. ‘¿A qué guerra?’, preguntamos. ‘Contra los no creyentes, los yazidíes’, nos respondieron”. Los yazidíes representan una antigua religión que los terroristas de EI consideran impura. Nacida en Medio Oriente en la era preislámica, sus raíces se remontan al año 2000 a. C. y se estima que tiene cerca de un millón de fieles. Constituyen una de las minorías más perseguidas por los terroristas, que atacaron sus pueblos y separaron a mujeres y niños, al tiempo que secuestraron a miles de personas para convertirlas en soldados para luchar por el califato que pretenden instalar.

Uno de los peores días fue cuando Raghab tuvo que aprender a decapitar infieles. El EI obliga a entrenar a los menores y si no lo hacen reciben un tiro en la cabeza. “Coje la cabeza, tira de ella y corta el cuello”, es la indicación que recibió el niño yazidí en sus entrenamientos con el grupo terrorista.

“Nos hicieron mirar en una notebook cómo le pedían al un niño yazidí que se convirtiera al islam, pero él se negó. Lo asesinaron”, asegura horrorizado.

Raghab formó parte de uno de los videos en los que EI mostró a su ejército de menores de edad en la ciudad siria de Raqqa. En la grabación, el niño aparece junto a Abu Walid, un comandante yihadista de nacionalidad saudita, quien estuvo involucrado en el tráfico de esclavas sexuales.

El campamento del terror
El joven fue testigo de múltiples actos denigrantes en el famoso “campamento del terror”. Los chicos eran obligados a levantarse a las 4 de la mañana para orar, y desde las 9 hasta las 12 recibían lecciones sobre la violencia de la yihad y a continuación eran sometidos a fuertes entrenamiento militares hasta las 5 de la tarde.

“Nos enseñaban cómo usar un arma, cargarla, descargarla… no me gustaba disparar, pero me ordenaban hacerlo”, narró el niño yazidí.

“Cuando hacía algo malo, me ataban los pies con la correa de una AK-47 y me levantaban dado vuelta. Después me golpeaban la planta de los pies con una manguera”, narró.

Raghab Ahmed, con su hermano menor Gayat, y Kamila, su madre. 

Mientras Raghab estaba en el campamento, donde además de recibir lecciones de cómo matar y decapitar personas también le inculcaban odio a su familia, su madre, hermana y hermano menor habían sido trasladados a la provincia de Alepo, donde se alojaban con un emir llamado Abo Aziz.

Su libertad tenía precio. Su familia tuvo que pagar 2500 dólares a un contrabandista y por fin la familia logró escapar a la ciudad siria de Afrin, cerca de la frontera turca, antes de hacerlo al Kurdistán iraquí.