Rosada, más pequeña de lo normal y con una vida inesperada, nació Pixie Griffiths-Grant. Los médicos no confiaban en salvarle la vida pero lo lograron al utilizar una bolsa térmica.
Vino de forma prematura tres meses antes de lo previsto y por cesárea. Era más ligera que la mitad de una bolsa de azúcar y más pequeña que la mano de su madre.
“Tan pronto como nació, los doctores le pusieron un pequeño gorro y la envolvieron en la bolsa para mantener su temperatura corporal. Fue extraño que hayan tenido esa bolsa de plástico. Debe haber sido lo único que el médico tenía en el quirófano”, dijo la madre.
Sus primeros instantes de vida los pasó en la unidad de cuidados intensivos de urgencias, tal y como recoge el medio “The Daily Mail”; mientras ella luchaba por sobrevivir, sus padres se temían lo peor.
Después de superar infecciones, operaciones y transfusiones de sangre, Pixie, ahora con cinco meses de vida está en casa con su familia, y evoluciona favorablemente. “Es increíble”, admite su madre, Sharon Grant, de 37 años.
Aunque la bebé aún luce muy pequeña, ya puede respirar sin oxígeno artificial. Ahora la pequeña está estable y está creciendo cada vez más fuerte.