El régimen chino intenta ocultar las dimensiones de la tragedia en Tianjin

Las autoridades chinas han cerrado hasta medio centenar de páginas web por publicar “rumores” sobre las explosiones en medio de la ciudad

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elsalvador.com

Por Agen cias Internacionales

2015-08-16 9:00:00

PEKÍN.  Un manto de opacidad se extiende sobre lo ocurrido en las explosiones de Tianjin.

Cuando las cifras oficiales alcanzan ya los 112 muertos y más de 700 heridos, la censura china ha empezado a actuar, inquieta ante la posibilidad de protestas.

Según el diario El País, de España, responsables cibernéticos han bloqueado cientos de cuentas en las redes sociales que recogían rumores sobre el suceso; los medios estatales deben ceñirse a la información de los canales oficiales.

Términos como “carburo de calcio”, uno de los componentes tóxicos que aparentemente se encontraban en el almacén de la firma Ruihai International Logistics donde tuvo lugar la explosión, han sido eliminados. Otras informaciones sobre las cifras de muertos también han desaparecido del ciberespacio.

Weiboscope, una página de la Universidad de Hong Kong que supervisa la censura en las redes sociales chinas, asegura que la eliminación de información se ha multiplicado por diez desde principios de este mes, antes de que ocurrieran las explosiones.

La propia Administración del Ciberespacio, parte del régimen chino, ha bloqueado 360 cuentas en redes sociales, bajo la acusación de que se difundían rumores sobre el suceso.

Algunos, asegura, se hacían pasar falsamente por familiares de las víctimas; otros publicaban “comparaciones irresponsables” de la explosión con la bomba atómica.

Los medios estatales chinos han recibido instrucciones, según la web China Digital Times, de ceñirse a las informaciones que transmitan la agencia oficial Xinhua u otros canales oficiales.

Entre las informaciones expurgadas de las redes sociales chinas se encuentra un reportaje de la prestigiosa revista Caijin, en el que un bombero aseguraba que nadie les informó de que había materiales tóxicos que podían reaccionar al contacto con el agua, la posible causa de la deflagración.

Las preguntas sobre cómo la empresa dueña del almacén donde ocurrió la explosión pudo obtener permiso para instalarse tan cerca de zonas habitadas también han sido objeto de la actividad de los censores.

La falta de información ha empezado a generar ya protestas. Una rueda de prensa de funcionarios municipales ayer en la zona de Binhai, el parque industrial donde se produjo el suceso, tuvo que concluir a toda prisa ante los gritos, muy audibles, de una docena de familiares de las víctimas que reclamaban información desde el exterior.

Por su parte, Pablo M. Díez,  corresponsal del diario español ABC, relata que las autoridades de régimen  identificaban y echaban a los periodistas extranjeros para que no entrevistaran a las víctimas ni tomaran imágenes. 

Agrega que grupos de matones descamisados amedrentaban e incluso agredían a los reporteros, sobre todo a los cámaras de televisión.

Además, dice, aleccionados por la Policía, los médicos del hospital también se negaban a hablar con los corresponsales. 

Finaliza reflexionando de que todo es un signo de que en Tianjin hay algo que ocultar, como por ejemplo que algunas viviendas se hallaban a solo 500 m de un almacén de mercancías peligrosas, cuando la ley china establece un límite de un kilómetro, o que sus vecinos desconocían su existencia.