“Lo más bello está por venir”, dice Francisco en misa dedicada a la familia

b Bajo un sol abrazador, unos 800 mil fieles asistieron a la misa que ofició el Pontífice en el parque Samanes, en Guayaquil, la primera en su gira de ocho días por Sudamérica

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elsalvador.com

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2015-07-06 7:00:00

GUAYAQUIL. El Papa Francisco presidió ayer una multitudinaria Misa en el Parque Los Samanes en Guayaquil (Ecuador), donde lanzó un esperanzador mensaje a las familias, al asegurar que aunque se diga lo contrario y algunos crean que todo se derrumba, “lo más lindo, profundo y bello para la familia está por venir”.

El Santo Padre llegó al Parque Los Samanes luego de visitar brevemente el Santuario de la Divina Misericordia. Allí estuvieron cientos de miles de feligreses que aguantaron un sol canicular y altas temperaturas que obligaron a los bomberos a mojar a la multitud.

Durante el trayecto se trasladó en el papamóvil, desde el que saludaba a las miles de personas apostadas a lo largo del camino. Al llegar, se dirigió hasta el altar, a cuyo lado izquierdo se encontraba un gran cuadro de la Virgen de Guayaquil, llevada el domingo en procesión por los fieles.

Según el Ministerio del Interior, en la gran explanada del parque se encontraban 800,000 personas, muchas de las cuales llegaron desde tempranas horas de la mañana, portando carteles y banderas de Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y otros países sudamericanos.

El Santo Padre centró su homilía en el pasaje evangélico de las Bodas de Caná para recordar a los cristianos que, así como con los novios que se quedaron sin vino, María anda pendiente de las necesidades de sus hijos y se las presenta a Dios.

“Todo comenzó porque ‘no tenían vino’, y todo se pudo hacer porque una mujer –la Virgen– estuvo atenta, supo poner en manos de Dios sus preocupaciones, y actuó con sensatez y coraje. Pero no es menor el dato final: gustaron el mejor de los vinos. Y esa es la buena noticia: el mejor de los vinos está por ser tomado, lo más lindo, profundo y bello para la familia está por venir”, aseguró.

El Papa les aseguró que “está por venir, el tiempo donde gustamos el amor cotidiano, donde nuestros hijos redescubren el espacio que compartimos, y los mayores están presentes en el gozo de cada día. El mejor de los vinos está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y está por venir aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario; el mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo”.

“Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir y susúrrenselo a los desesperados o desamorados”, insistió Francisco.

En su homilía, el Santo Padre también señaló que “la familia es el hospital más cercano, la primera escuela de los niños, el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, el mejor asilo para los ancianos”.

“La familia constituye la gran ‘riqueza social’, que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a los ciudadanos”, afirmó, e indicó que existe “una verdadera ‘deuda social’ respecto a la institución familiar, que tanto aporta al bien común de todos”.

Destacó el papel de la mujer en la familia e incluso recordó una anécdota de que en alguna ocasión le preguntaron a su propia madre que a cuál de sus cinco hijos quería más. “Y ella dijo: ‘Como los dedos, si me pinchan este me duele lo mismo que si pinchan este”, refirió el papa mientras tocaba su mano. “Una madre quiere a sus hijos como son”, expresó.

Después de la misa, Francisco estuvo en el colegio jesuita Javier, donde se encontró con un antiguo amigo, el español Francisco Cortés García más conocido como Padre Paquito, quien le entregó un ramo de flores al verlo después de 30 años. Se reunió en privado por unos 5 minutos y de inmediato almorzó con un grupo de 22 sacerdotes jesuitas de todo el país.

Al inicio de su paso por Guayaquil, el papa estuvo en el Santuario de la Divina Misericordia, donde oró con cientos de enfermos oncológicos, ancianos y gente muy pobre con quienes bromeó al ofrecer no cobrar por su bendición.

“Antes de irme, les doy la bendición. No les voy a cobrar nada, pero les pido por favor que recen por mí, ¿me lo prometen?” y la gente respondió al papa con un sonoro ¡Sí!

A su arribo a Guayaquil el papa fue recibido en el aeropuerto de esa ciudad por autoridades, entre ellas el alcalde Jaime Nebot, quien le entregó las llaves de la ciudad, una joya diseñada con un topacio, perlas oro y plata.

Por la noche, Francisco mantuvo una reunión privada con el gobernante de Ecuador, Rafael Correa, en el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo.

Desde Carondelet, el Pontífice se dirigió a pie a visitar la vecina catedral metropolitana, última actividad de ayer en su agenda.

Ecuador es el primer país de una gira que lo llevará también a Bolivia y Paraguay, tres de los países más pequeños de Sudamérica.

El Papa tiene previsto ofrecer hoy en Quito la segunda misa multitudinaria en Ecuador. —AGENCIAS.