Pueblo en Costa Rica realizó la tradicional “lagarteada”

Esta tradición la desarrolla el poblado de Ortega cada Viernes Santo y consiste en atrapar a un cocodrilo con las manos y una red. Habitantes hablan del resultado de la hazaña

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elsalvador.com

Por EFE

2015-04-05 11:00:00

Sin más que algunos palos, un trasmallo y mucha valentía, jóvenes y adultos mayores del pueblo de Ortega, en el occidente de Costa Rica, atrapan un enorme cocodrilo como parte de una tradición ancestral conocida como “lagarteada”.

Para la edición de este año, el lagarto, como le llaman en el pueblo, dio una dura batalla de varias horas hasta que los valientes “lagarteros” lograron atraparlo para luego mostrarlo en la plaza del pueblo, tanto a los habitantes del lugar como a los turistas que lo visitan para ver de cerca la hazaña.

“La gente se puede ir contenta. Hace 25 o 30 años que no atrapamos uno de este tamaño. Lo importante es que se cumplió con los ciudadanos de Ortega de mantener viva nuestra tradición”, dijo a Efe Álvaro Cascante, presidente de la Asociación de Desarrollo del pueblo y uno de los “lagarteros” más experimentados.

Y no es para menos. Tras horas de batalla en el intenso calor de más de 35 grados celsius, una veintena de “lagarteros” capturó al cocodrilo de unos 4.5 metros de largo en el río Charco, que luce con poca agua por la época de verano que por estos días se presenta en Costa Rica.

El trabajo comienza temprano en esta pequeña comunidad de Santa Cruz, provincia de Guanacaste, pero este año se extendió hasta casi el final de la tarde, ya que el cocodrilo logró escaparse cuatro veces cuando ya estaba rodeado.

Los “largarteros” colocan un trasmallo alrededor de donde creen que se encuentra sumergido el cocodrilo, y poco a poco, solo armados con algunos palos y con el agua por la cintura y hasta el cuello, van golpeando el líquido y haciendo ruido para que el animal se dirija hacia la red.

La faena se realiza cada Viernes Santo, pues la tradición así lo dicta. Dice la creencia popular que en este día los poderes curativos de la grasa del lagarto se incrementan, explicó Cascante.

Hace décadas los pobladores de Ortega atrapaban el cocodrilo y, tras exhibirlo en la comunidad para que todos conocieran a la fiera, lo sacrificaban para aprovechar su carne, su piel, pero en especial su grasa.

A la grasa del animal, los habitantes de Ortega, quienes ya no sacrifican el animal, le atribuyen propiedades para sanar heridas, tos, gripe, bronquitis, para combatir la diabetes, el asma, en fin, para prácticamente cualquier mal.

“El Viernes Santo se respeta porque es el mayor día del año. Pero todos vamos a la ‘lagarteada’. Aquí todos somos ‘lagarteros’ desde que nacemos, el que nace en Ortega nace con el sello de ‘lagartero'”, afirmó Cascante.

El lagarto o cocodrilo es símbolo de esta comunidad rodeada de plantaciones de caña y de tres ríos, Las Palmas, Cañas y Tempisque, que son el hábitat de estos animales.

Todos se han llevado algún susto, pero al parecer, después de unos 150 años de tradición, los “lagarteros” han perdido cualquier temor hacia estos animales de poderosas mandíbulas y más de 300 kilos de peso.

Alexander Padilla es uno de ellos. A sus 32 años es el encargado de sumergirse en el agua cada vez que el trasmallo se queda pegado en alguna rama o piedra.

“Este año costó, pero lo logramos”, declaró Padilla.

Todo el evento se lleva a cabo con la supervisión del Ministerio de Ambiente y Energía para que el cocodrilo no sufra daño mayor, y de la Policía para resguardar el orden.

Después de atrapar el cocodrilo con el trasmallo, los “lagarteros” lo rodean y lo empujan hacia la orilla del río, donde le amarran el hocico y las patas, y luego le vendan los ojos.

Posteriormente los “lagarteros” se echan el animal en sus hombros y lo llevan a un camión que lo traslada hacia el pueblo, donde es recibido por una multitud que vitorea a los valientes y celebra la llegada del animal símbolo del lugar.

El cocodrilo de 4.5 metros se exhibió el Viernes Santo en una pileta de Ortega y hoy es devuelto a su hábitat, en una tradición que además le ha traído beneficios económicos al pueblo, pues se ha convertido en un atractivo turístico.

“Estamos instruyendo a los jóvenes para que continúen. Esperamos en Dios que esta tradición nunca muera porque le da la identidad a este pueblo”, expresó Cascante.