El papa Francisco llega al Coliseo de Roma para presidir el Vía Crucis

El pontífice asistirá desde la próxima colina del Palatino al recorrido de la cruz, que será transportada por varias personas desde el anfiteatro Flavio, el Coliseo.

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elsalvador.com

Por EFE

2015-04-03 1:30:00

El papa Francisco llegó hoy al Coliseo de Roma para presidir el tradicional Vía Crucis de Viernes Santo, que este año estará protagonizado por enfermos, varias familias y personas procedentes de zonas de conflicto.

El pontífice asistirá desde la próxima colina del Palatino al recorrido de la cruz, que será transportada por varias personas desde el anfiteatro Flavio, el Coliseo.

La cruz se detendrá en catorce estaciones y su curso estará acompañado por catorce meditaciones cuya redacción este año ha sido encargada al obispo emérito de Novara (norte de Italia), Renato Corti.

Corti intercalará sus reflexiones con pasajes del Evangelio referentes a la Pasión de Cristo y abordará temas cotidianos como el sufrimiento, la pobreza o la enfermedad.

La Santa Sede informó de que, en esta ocasión, las meditaciones estarán centradas en el “don de ser custodiados por el amor de Dios” y, en particular, en la misión del hombre de “ser custodio de la creación, de cada persona, especialmente de las más pobres, de nosotros mismos y de nuestras familias”.

En la primera y la última estación la cruz será portada por el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, mientras que durante el resto de pasajes será transportada por representantes de la familia, la enfermedad o el conflicto.

Por eso portarán la cruz, entre otros, una familia numerosa, una mujer enferma, dos monjas de Irak y otras tres de América Latina, y varias personas procedentes de Siria, Nigeria, Egipto, China o Tierra Santa.

El Viernes Santo es el segundo día del Triduo Pascual y recuerda la Pasión de Cristo y su calvario hasta ser crucificado.

El rito del Vía Crucis fue instaurado en 1741 por orden de Benedicto XIV aunque su práctica cayó en el olvido con el tiempo.

En 1925 volvió a celebrarse y, en 1964, el papa Pablo VI eligió el Coliseo de Roma como escenario de esta ceremonia por ser símbolo de la persecución de los primeros cristianos.