143 millones elegirán al nuevo presidente Brasil

Brasil refleja abundantes contradicciones y a un país abatido por la caída económica

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elsalvador.com

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2014-10-04 9:00:00

SAO PAULO. El metro en Brasil cuesta tres reales (1.25 dólares). En junio de 2013, el gobernador, Gerardo Alckmin, del conservador Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) subió 20 centavos la tarifa y la población, harta, con la subida como detonante, salió en bloque a la calle en una oleada de protestas que sacudió al país de arriba abajo.

Dieciséis meses después, toda esa población acude a las urnas este domingo, en un ambiente algo sombrío, sin dinero en el bolsillo, chapoteando en una recesión económica y las protestas de entonces, reconvertidas en el deseo mayoritario (el 80% de los votantes, según las encuestas) de que la cosa cambie.

Según los datos oficiales, unos 142.8 millones de ciudadanos brasileños tendrán en sus manos el reelegir a la actual presidenta, Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT), que ayer encabezaba las últimas encuestas (40%) sobre los otros dos fuertes candidatos (de gama de más de 20), de los centro izquierdistas, Aecio Neves, (Partido Socialdemócrata Brasileño, PSDB) y Marina Silva (Partido Socialista Brasileño, PSB).

La actual mandataria lidera con 40 % de las intenciones de votos. Pero ninguna encuesta prevé que llegue a la mitad más uno de los sufragios válidos (sin contar anulados y en blanco) que necesita para vencer en primera vuelta (alcanzaría, como máximo, 46 %), por lo cual ya se habla que en la segunda ronda podría enfrentarse contra Neves, quien alcanza el 27 % en las encuestas.

La sorpresa en las últimas encuestas (ver recuadros) es que el socialdemócrata, Aécio Neves, del PSDB, quien apareció con 24 % a 27 % de intenciones de voto y por primera, al frente de Marina Silva, que figura con entre 21 % y 24 %. Como esa diferencia entre ambos entra en el margen de error de los sondeos, hay un empate técnico en la carrera por enfrentar a Rousseff en el eventual balotaje.

País de contrastes

Brasil es un país inmenso, con hechuras de continente. Solo el Estado de Amazonas es tan grande como España, Italia, Francia y Portugal juntos, reseña una amplio reportaje del español diario El País. “Toda esa inmensidad vive ensimismada, algo de espaldas al resto de América. São Paulo, la inabarcable ciudad más grande de la nación, con 11 millones de habitantes, capital del Estado más poblado y lugar clave desde el punto de vista electoral, es un mundo en sí mismo, con millonarios que se desplazan en helicóptero para evitar atascos y drogadictos del crack más barato del mercado que malviven en un gueto céntrico de miserables enloquecidos”, dice el reportaje.

Por eso, un viaje en metro, con paradas en varios puntos cardinales de la ciudad, constituye una radiografía no del todo infiel del país.

La tranquilidad que a veces se respira en Sao Paulo es siempre frágil, inestable. Hace dos semanas, en la popular calle “Doce de Octubre”, una mañana concurrida, un policía, en una inspección rutinaria, mató de un disparo limpio en la cabeza a un vendedor ambulante de CD piratas cuando este trató de arrebatarle el aerosol de pimienta con el que el agente inmovilizaba a un compañero detenido. La seguridad, por supuesto, es uno de los principales retos de los candidatos, sobre todo cuando se avecinan los Juegos Olímpicos, otro evento de magnitud global en 2016.

En economía, el país se muestra abatido por el parón económico y la falta de perspectivas tras 12 años de éxitos -incluidos 8 años de Lula- en los que se llegó a crecimientos por encima del 10 %. Luego, solo fue en picada. Este año crecerá 0.3 a 1.0 % del PIB.

Mário Baruck, brasileño de origen serbio, asegura que sus ventas han descendido este año entre 20 % y 30 %. El dato encaja con las flojas cifras de la acatarrada economía brasileña, que se contrajo durante el primer semestre, con lo que entró en lo que los especialistas denominan recesión técnica.

Los economistas aluden al desplome del consumo interno. Baruck lo explica a su manera: “La gente del barrio ya no tiene tanto dinero para gastar. El año pasado, los bancos prestaban más porque el Gobierno los estimulaba. Pero ya no hay más dinero para gastar”. El comerciante asegura que votará a Neves: “Tenemos que cambiar. Lula mejoró el país, es cierto, aunque se aprovechó de lo que había hecho Fernando Henrique Cardoso [PSDB]. Ahora, el proyecto del PT, con tanta corrupción, está agotado”.

Para muestra: Rousseff, la presidenta, llegó al punto de solicitar una respuesta fuera de protocolo en el último debate ante críticas de sus contrincantes por “desconocer” de una supuesta red de lavado de dinero y sobornos en Petrobras, y que salió a relucir en las últimas semanas.

Medios locales citaron testimonios del exejecutivo de Petrobras, Paulo Roberto Costa, quien fue detenido en marzo por las denuncias de corrupción entre 2004 y 2012.

“La verdad. Una cosa tiene que quedar clara. Quien cesó a Paulo Roberto fui yo. Y la policía federal de mi gobierno investigó todos esas fechorías, crímenes e ilícitos”, expresó la presidenta, quien busca la reelección. —AGENCIAS