Matrimonio por conveniencia

Rusia y China. Ambos países han estrechado lazos en el área política y económica en los últimos meses con la mirada puesta en un rival en común: EE. UU., y hacen guiño a Latinoamérica

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La diputada Silvia Ortorga de Escobar entregó los diplomas a los alumnos favorecidos. Foto EDH / Cortesía

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2014-07-12 8:00:00

No todos los matrimonios son por amor. Y cuando se trata de uniones políticas y económicas eso es más que claro. Una muestra de esos “matrimonios por conveniencia” es Rusia y China, países que han estrechado lazos en las últimas semanas para tratar de hacer juntos un contrapeso a Estados Unidos, al que ven como su rival en común.

“Para aquellos que recuerdan los días en que los líderes chinos eran suplicantes hacia Moscú, que buscaban ayuda económica y favores diplomáticos, la visita a finales de mayo del presidente ruso, Vladimir Putin, a Beijing fue impactante, incluso surrealista”, publicó en el portal de CNN el analista e investigador Minxin Pei, de la institución German Marshall Fund de Estados Unidos.

El experto opina que Putin sigue tan confiado como siempre, pero su visita a China ha sido con la intención de pedir ayuda a Beijing.

“Internacionalmente aislado después de su apropiación de tierras en Crimea, Putin está desesperado por encontrar apoyo en el extranjero, en particular por parte de China, que ahora es uno de los países más poderosos del mundo”, apunta el investigador.

Minxin Pei considera que la inversión de roles –de ver a Rusia acercarse a China– le habría encantado al fallecido Mao Zedong y enfurecido al fallecido Josef Stalin, pero por ahora la lógica de esa alianza parece convincente.

“Tanto China como Rusia se necesitan mutuamente para hacer frente a Occidente. Económicamente, Rusia espera convertir a China en un enorme mercado para sus productos energéticos, al reducir la dependencia de Europa hacia las exportaciones energéticas. Geopolíticamente, Moscú busca una coordinación más estrecha con Beijing para que conjuntamente puedan frustrar los esfuerzos de Occidente para promover el liberalismo económico y la democracia en todo el mundo”, argumenta el analista.

Luego añade que a China le conviene tener el abundante gas y petróleo natural de Rusia porque así aumentaría su seguridad energética. Y en el frente geopolítico, la nación asiática enfrenta una renovada presión estadounidense en respuesta a su creciente poder en Asia.

El experto indica que las actuales disputas territoriales marítimas de China con Japón, Filipinas y Vietnam han ganado la atención de Estados Unidos y que, en ese sentido, si Putin puede crear problemas en Europa del Este, China se beneficiaría. Del mismo modo, si China eleva las tensiones en el este de Asia, sería una ganancia para Putin.

En todo caso, el acuerdo de gas entre China y Rusia encarna la naturaleza de los lazos entre Moscú y Beijing. Su relación es puramente utilitaria y carece de fundamentos duraderos de interés mutuo y valores compartidos, opina el investigador.

Ambos países llegaron a un acuerdo que permitirá a Rusia exportar 400,000 millones de dólares en gas a China durante 30 años, comenzando en 2018 (ver acuerdos en recuadros).

Miran a Latinoamérica

Luego de firmar los acuerdos “nupciales”, Rusia y China han girado la mirada hacia Latinoamérica para afianzar esos lazos con una zona en la que EE. UU. tiene influencia.

En una especie de viaje de “luna de miel” tanto Vladimir Putin como Xi Jinping han emprendido, casi al mismo tiempo, una gira por países de Centroamérica y Suramérica.

Putin arrancó la gira el viernes en Cuba, luego hizo una sorpresiva escala en Nicaragua el mismo día y ayer viajó a Argentina para concluir en Brasil (leer nota aparte).

Y el presidente chino empieza hoy su segunda gira por Latinoamérica en la que busca profundizar las relaciones con la región, que Pekín considera estratégica y con aún mucho potencial para el desarrollo bilateral.

Con la promesa de mejorar las relaciones y la previsión de firmar jugosos acuerdos con cada uno de los países, el presidente chino vuelve a la región, esta vez con escalas en Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba, un año después de haber pasado por Costa Rica y México.

Se ha confirmado, además, la firma de acuerdos entre Pekín y Caracas en materias como energía, agricultura, tecnología y comercio, con el objetivo de aumentar los intercambios bilaterales, que en 2013 se situaron en los 19,200 millones de dólares

La gira iniciará con la asistencia de Xi a la sexta cumbre de los líderes del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), que se celebrará del 15 al 16 de julio en la ciudad brasileña de Fortaleza, donde coincidirá con Putin.

Después, participará en la primera reunión de jefes de Estado del cuarteto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), cuyos miembros actuales son Costa Rica, Cuba, Ecuador y Antigua y Barbuda.

El rival en común

De acuerdo con varios analistas, la estratégica unión entre Rusia y China es con la finalidad de hacerle contrapeso, particularmente, a Estados Unidos.

Los esfuerzos conjuntos de estas dos potencias para influir en Washington pueden llevar al final a una diplomacia ‘trilateral’. “Hay una sensación de que están en el mismo barco y que tienen que permanecer juntos para contrarrestar a EE. UU.”, sostiene Dimitri Simes.

Para Geoff Dyer y Courtney Weaver lo que pondría un “freno” a esa rivalidad política es que los vínculos económicos entre EE. UU. y China son bastante fuertes, pero en el caso de Rusia lo ven como un factor que no es tan relevante, de acuerdo a un artículo que escribieron en ‘The Financial Times’.

“En términos de beneficios políticos, Putin y el Partido Comunista de China están unidos en su hostilidad hacia la democracia occidental. Pero el odio, a diferencia del amor, no forma lazos duraderos”, apunta el investigador Minxin Pei.

A su juicio, en el mundo contemporáneo son las democracias las que forjan lazos duraderos porque sus valores están basados en el amor a la libertad; en cambio, las dictaduras, no tienen valores positivos tales como la base de la confianza; de lo contrario, ejemplifica, Hitler no habría invadido la Unión Soviética de Stalin.

Para él, aunque cree que Occidente debe permanecer vigilante tanto hacia Rusia como hacia China, no debería perder el sueño preocupándose por un nuevo eje Moscú-Beijing, ya que “Rusia y China son socios tácticos, simple y llanamente”. —AGENCIAS