Polémica en EE. UU. por el canje de cinco talibanes por un soldado

El gobierno de Catar accedió a acoger, al menos durante un año, a los cinco presos

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elsalvador.com

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2014-06-01 7:00:00

WASHINGTON. La liberación de cinco cabecillas talibanes retenidos por EE. UU. en la prisión de Guantánamo a cambio del único prisionero estadounidense, Bowe Bergdahl, cautivo en Afganistán abre una vía al reinicio del diálogo de paz en el país asiático tras más de una década de conflicto, según el Consejo de Paz afgano, aunque también ha levantado fuertes críticas en el Partido Republicano, que cree que esta decisión puede poner en peligro la vida de los soldados estadounidenses en las distintas misiones en que participan por todo el mundo.

El traslado a Catar de cinco presos que integraron la cúpula del régimen talibán en Afganistán y que llevaban más de una década en Guantánamo ha despertado críticas por la decisión del Gobierno de desplegar la operación sin avisar al Congreso y la percepción de que ha roto su política de no negociar con terroristas.

“La fuente principal de financiación de Al Qaeda son las recompensas por secuestros. Y acabamos de ponerles precio”, dijo el legislador republicano Mike Rogers, quien preside el comité de Inteligencia de la Cámara baja, a la cadena CNN.

“Al negociar en este caso, hemos enviado un mensaje a todos los grupos de Al Qaeda de que ahora los rehenes estadounidenses tienen un valor que antes no tenían. Eso es peligroso”, agregó.

El trato para lograr la liberación del militar estadounidense retenido en Afganistán, Bowe Bergdahl, también fue condenado por los dos republicanos de más alto rango en los comités de Fuerzas Armadas de la Cámara baja, Howard McKeon, y del Senado, James Inhofe.

“Intercambiar a cinco altos líderes talibanes detenidos en Guantánamo por Bergdahl podría tener consecuencias para el resto de nuestras fuerzas y para todos los estadounidenses. Ese incentivo pondrá en un peligro aún mayor a nuestras fuerzas en Afganistán y en todo el mundo”, indicaron McKeon e Inhofe en un comunicado.

La asesora de seguridad nacional del presidente Barack Obama, Susan Rice, respondió a esas críticas con el argumento de que Estados Unidos tiene un “honor sagrado” de devolver a casa a los prisioneros de guerra.

“Si ahora, en el siglo XXI, cuando algunos de nuestros adversarios no son actores estatales tradicionales, tomáramos una posición de que no vamos a hacer todo lo posible para liberar a los prisioneros de guerra, eso violaría la fe del pueblo estadounidense y de los que sirven en las Fuerzas Armadas”, dijo Rice a la cadena ABC.

Otra de las críticas es la emitida el sábado por el senador republicano John McCain, quien pidió garantizar que los cinco “terroristas” liberados no regresen a la “lucha contra Estados Unidos”.

Al respecto, Rice insistió en que el Gobierno tiene garantías de que Catar se asegurará que esos individuos no amenacen la seguridad nacional estadounidense mientras estén en su territorio.

El temor de muchos legisladores de que los sospechosos de terrorismo presos en Guantánamo puedan emerger de su cautiverio con una mayor radicalización que ponga en peligro a Estados Unidos ha sido la principal traba que ha impedido el cierre de la cárcel, prometido por Obama en 2008.

La Casa Blanca afronta además una tercera crítica por su decisión de ignorar una cláusula de la Ley de Autorización para la Defensa Nacional, aprobada este mismo año, que requiere que el secretario de Defensa notifique al Congreso el traslado de presos de Guantánamo, al menos, con 30 días de antelación.

Tanto Rice como el jefe del Pentágono, Chuck Hagel, atribuyeron la decisión de no avisar al Congreso hasta una vez concluida la operación a la preocupación por la salud de Bergdahl, supuestamente deteriorada durante su reclusión en Afganistán. —AGENCIAS.