Se siente violada por guardia chavista

Ha sido conocida en todo el mundo como la mujer que fue agredida brutalmente por una furiosa guardia nacional.Marvinia Jiménez, quien tiene desde su nacimiento medio cuerpo con poca movilidad, relata su trance y cómo, pese a ser la víctima, la acusan de delitos.

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elsalvador.com

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2014-03-02 7:00:00

VENEZUELA. Marvinia Jiménez se siente “vejada y violada” por la Guardia Nacional Bolivariana. Ella es la protagonista de una secuencia de fotos que ha dado la vuelta al mundo como prueba del abuso militar en las manifestaciones de oposición de Venezuela. Hoy, imputada por cinco presuntos delitos, se siente indignada: “Me patearon hasta que quisieron”.

De oficio costurera, explicó que dos guardias nacionales -entre ellos una mujer- la amenazaron, golpearon, jalaron del pelo y lanzaron al suelo sólo por grabarlos con su teléfono y recriminarles por qué usaban armas cortas contra opositores que protestaban el 24 de febrero en el sector Isabelica.

“Me siento golpeada, herida, violada, vejada, maltratada. No incité a nadie, no lancé una piedra, no me robé absolutamente nada. Me siento simplemente vulnerada”, declaró.

Denunció que el Gobierno recurre a “la maraña” para tapar la verdad del abuso en su contra. Al Ejecutivo le advirtió: “El Sur está saliendo a la calle. ¿No lo quieren ver? El Sur de Valencia y de muchas otras regiones ya está en la calle”.

Este es parte el testimonio que ofreció al diario El Carabobeño:

El lunes 24, cuando iba al taller, se encontró con dos piquetes de la Guardia Nacional. Los vecinos habían protestado con cacerolas durante la noche y la situación se había puesto tensa por detonaciones que se escuchaban cerca. “Yo he asistido a las últimas manifestaciones porque también soy víctima de esta situación de inseguridad y de escasez que tiene el país”.

En su casa terminó un vestido y escuchó nuevas detonaciones por los lados de La Olla, cerca de la panadería La Espiga de Oro, por lo cual decidió regresar al sector 3, donde su familia. En el camino se encontró con una tanqueta de la Guardia que lanzaba bombas lacrimógenas. Volvió a grabar con el elemental teléfono mientras, desde el vehículo militar, le gritaban: “Escuálida, sin oficio, vete a tu casa a hacer arepas, búscate un marido”.

Seguía por el medio de la avenida, grabando cómo los guardias disparaban y lanzaban bombas a los civiles, cuando vio que tres de ellos colocaron sus armas largas hacia la parte trasera del correaje que llevaban a la altura del pecho y sacaron pistolas pequeñas .

“Les grité: ‘No maten a su pueblo’. Uno de los guardias trató de quitarme el telefonito, pero yo lo lancé bien lejos y no sé quién lo encontró. En ese momento se abalanzó sobre mí una mujer que yo creí que era un gorila. Mientras me golpeaba me echaron los brazos hacía atrás y me esposaron.

“La tipa, en su locura, seguía golpeándome. Parece que se le quebró una uña cuando rozó el suelo y eso la enfureció. Se quitó el casco y comenzó a darme con él. No recuerdo cuántos fueron, creía que me iba a desmayar porque desde que nací tengo el lado izquierdo dormido y la mano se me estaba poniendo inmóvil. Yo le gritaba: ‘Soy minusválida, ten compasión de mí’. Ella no oía, me arañaba, me escupía, me pateaba, me torció el cuello, me mordió y me halaba los cabellos. Sólo le escuché decir: ‘Maldita, me volaste mi uña que la tenía tan bonita’.

“Me dio con el casco en el pómulo izquierdo y en la frente. Tengo hematomas en la cara, inflamaciones por todas partes y chichones en la cabeza. Eso está documentado porque desde los bloques grabaron.

“Lo que recuerdo de ese momento fue que un guardia gritaba: ‘Dale duro a esa escuálida sucia’. Otro gritó: ‘Déjenla quieta que están grabando’. Allí fue donde la tipa se lució y me agarró por los cabellos como se aprecia en las fotos que han dado la vuelta al mundo.

“Después creí que me iban a dejar tranquila. Pero lo peor no había comenzado. Me subieron esposada a una moto y la mujer todavía seguía golpeándome. Me decía: ‘Maldita, desgraciada, me volaste mi uña tan bonita’. Yo gritaba: ‘Soy Marvinia Jiménez, me llevan presa y no sé por qué’. La tipa me tapaba la boca, pero yo no le paraba.

“Creía que me llevaban al comando de la Guardia Nacional, Coredos, pero siguieron hasta el comando de la Guardia del Pueblo, frente al centro comercial Metrópolis. Allí me dejaron con otros tres detenidos que no estaban esposados. Por eso pedí gritando que me quitaran las esposas, que me viera un médico, que llamaran a mi hermano Marvin Alejandro Jiménez, que es abogado. Nadie me respondió”.

“Conmigo iba en el vehículo el señor Héctor, golpeado también por guardias nacionales. Iba vomitando sangre con la chemise (camisa) destrozada… Después que nos examinaron nos enviaron a la sede de la Policía de los Guayos, donde dormí en el piso”. “A media mañana apareció un señor, que se identificó como representante de la Defensoría del Pueblo. Quería que le firmara un papel haciendo constar que estaba en perfecto estado de salud. Me negué a firmar porque tenía un dolor de cabeza descomunal por la golpiza. Se fue sin mi firma. Pasé el segundo día sin saber de mi familia y sin recibir asistencia legal. Volvimos a dormir en el piso helado, cubriéndonos con una cortina. Al día siguiente me llevaron al Palacio de Justicia. Después me trasladaron al Cuerpo de Investigaciones Científicas, penales y Criminalísticas (Cicpc).

“Cuando llegamos escuché decir a unos efectivos que el señor Héctor y yo éramos los del caso del hurto a la Cantv. Me indigné porque nunca he robado a nadie, pero un chivo pesado (persona con cargo importante) ordenó que me reseñaran por hurto”.

La presencia de Marvinia en el Cicpc fue un acontecimiento, porque otras detenidas la reconocieron como “la jeva que está en YouTube y en fotos golpeada por una gorila de la Guardia Nacional”. “Allí fue cuando supe que no estoy sola y que mi tragedia la conoce el mundo entero. Me hicieron pasar a una sala para que me entrevistara una comisión de Caracas, para hacerme chequeos médicos de ley 48 horas después de la brutal agresión que me hicieron, cuando ya las hematomas estaban bajando.

“Estoy cansada de todo esto, me siento amenazada. Ahora resulta que en el Palacio de Justicia me levantaron un expediente en el que aparezco involucrada en delitos de resistencia a la autoridad, lesiones a funcionarios de la Guardia del Pueblo, daños a la propiedad e instigación a la desobediencia. Me siento intimidada porque, en algún momento, llegarán con una orden de aprehensión para llevarme a un calabozo a esperar el expediente que me elaboren…”.