Aumenta desconcierto entre familiares de pasajeros de avión Malaysia

Una espera que ya dura tres días, y que ha despertado la solidaridad de los ciudadanos chinos hacia sus compatriotas afectados

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elsalvador.com

Por EFE

2014-03-10 9:30:00

Después de casi tres días alojados en un hotel de Pekín, los familiares de los pasajeros chinos del avión de Malaysia Airlines desaparecido padecen cada vez más en silencio el desconcierto ante la incógnita de lo ocurrido y rehúsan de momento moverse de la capital del país asiático.

“No me voy a ir hasta que sepa qué ha pasado”, dijo hoy a los medios de comunicación el familiar de uno de los ocupantes del vuelo MH370 al salir de la sala del hotel Lido (Pekín) en la que, desde el sábado, pasan las horas más de un centenar de allegados de los 154 chinos que viajaban en el avión.

Alterado y sin identificarse, su declaración fue una de las pocas ofrecidas hoy a los medios por los parientes, visiblemente hastiados por la ausencia de conclusiones, pero también por el asedio de los flashes y las cámaras, omnipresentes en el citado hotel pequinés.

Pese a la desesperante situación, la mayoría de los allegados prefiere quedarse en el hotel, comentaron hoy al menos otros dos familiares, según pudo comprobar Efe, de forma que parecen rechazar en principio la posibilidad de viajar a Kuala Lumpur en un avión que Malaysia Airlines promete fletar si así lo desean.

“Muchos de los familiares no querrán viajar a Malasia”, dijo hoy a la prensa el psicólogo Paul Yin desde el hotel, adonde llegó por primera vez ayer, domingo, para acompañar a un amigo que tenía a un ser querido en el vuelo.

“Creo que las familias están buscando un sistema de apoyo más fuerte, y pienso que se sentirían aislados si se van a Malasia”, añadió Yin, quien decidió regresar hoy para prestar apoyo a otros afectados.

Además, el psicólogo enfatizó que “es necesario entender el enfado de las familias, ya que lo peor es no saber qué ha ocurrido. Es lo más agonizante”.

Porque, como apunta Yin y refrendan las investigaciones emprendidas por los diez países que trabajan para averiguar la causa de la desaparición, aún no hay ninguna hipótesis firme al respecto y se baraja cualquier opción.

Además, la entrada en escena de al menos dos pasaportes robados entre los pasajeros del avión (según confirmó ayer Interpol, de nacionalidades austríaca e italiana) ha desatado las conjeturas sobre posibles fallos de seguridad y que se trate de un acto terrorista.

Ante la incertidumbre, el presidente chino, Xi Jinping, aseguró hoy que la potencia asiática “no abandona ninguna opción que permita salvar vidas”, mientras China ha enviado a una delegación gubernamental a Malasia para gestionar la respuesta a la desaparición del aparato y colaborar en las pesquisas sobre los motivos del incidente.

El vuelo MH370 despegó de Kuala Lumpur a las 00.41 hora local (16.41 GMT del viernes) y tenía previsto llegar a Pekín unas seis horas más tarde, pero se perdió el contacto por radar a las 01.30.

Una espera que ya dura tres días, y que ha despertado la solidaridad de los ciudadanos chinos hacia sus compatriotas afectados, como la de dos estudiantes de ingeniería de una universidad pequinesa que acudieron hoy al hotel Lido con una pancarta para “pedir que regresen”.

Parapetados tras una tela roja con mensajes de esperanza y de apoyo a las familias, los jóvenes, llamados Chong Ma y Cheng Zhao, acapararon la atención de los medios y aseguraron a Efe que “todos esperamos vuestro regreso”.

Aunque la mayoría de los pasajeros del vuelo de la compañía malasia son chinos (153), la lista ofrecida por Malaysia Airlines contiene 38 malasios, 7 indonesios, 6 australianos, 5 indios, 4 franceses, 3 estadounidenses, 2 neozelandeses, 2 ucranianos, 2 canadienses, 1 ruso, 1 italiano, 1 holandés, 1 austríaco y 1 taiwanés.

El misterio que aún rodea su fulgurante desaparición hace recordar lo ocurrido en tragedias aéreas como la del vuelo Air France, que se precipitó al Atlántico en 2009, y cuyas causas siguieron revelándose más de dos años después, o la del Pan Am 103, cuyos restos cayeron a la ciudad escocesa de Lockerbie tras ser destruido por una bomba en 1988.